El nuevo tipo de divisa digital utiliza la misma arquitectura que Bitcoin, tecnología blockchain, pero nace con el objetivo de reducir su volatilidad al vincular su valor a activos reales, como el oro o las monedas de curso legal.
Se acerca el momento: Libra está a punto de irrumpir en los mercados financieros. Si se cumplen los plazos marcados por sus impulsores, la moneda virtual de Facebook verá la luz durante el primer semestre de 2020. Y, pese a los problemas que está teniendo para ponerse en marcha -han abandonado el proyecto siete de las 27 compañías impulsoras- su posible lanzamiento ha provocado que todo el mundo hable tanto de ella como de sus posibilidades. "La publicación de esta iniciativa ha acelerado el interés y la actividad de los reguladores y los bancos centrales a propósito de las stablecoins", explica Francisco Uría, socio principal de KPMG Abogados.
Como señala el experto, Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), anunció la semana pasada que su organismo "debe considerar emitir moneda digital porque puede haber un papel para el Estado en el suministro de dinero en este medio". Y lo hizo, aludiendo de forma directa a las stablecoins. "Dada la evolución que estamos viendo, no tanto en el segmento de bitcoin sino en los proyectos de stablecoins, será mejor que estemos a la vanguardia, porque claramente existe una demanda a la que tenemos que responder".
Pero, ¿qué hay detrás tanto de Libra como de lo que algunos se han atrevido a denominar como Eurocoin para que un organismo como el BCE se lo tome tan en serio? "Las stablecoins, a diferencia de otras criptomonedas como el Bitcoin, referencian su valor a monedas de curso legal (por ejemplo, el Dólar), por lo que en principio deberían tener un mayor respaldo y estabilidad y, por tanto, tener menos riesgo de fluctuación", explica Guillermo Guerra, socio de Gómez-Acebo & Pombo.
Además de vincular sus activos a divisas corrientes, estas criptomonedas pueden referenciarse a bienes materiales, como el oro, inmuebles o, directamente, a otra criptomoneda. También hay stablecoins que no están asociadas a ninguna otra divisa, sino que están controladas por algoritmos para mantener un precio estable.
Refugio de inversión
La principal motivación para utilizar esta moneda digital es tratar de dar refugio a los inversores. "Disminuyen la vertiente especulativa que tiene, por ejemplo, el Bitcoin, y pasan a cumplir de forma más clara con los requisitos del dinero tradicional. Así, facilitan el intercambio y las transacciones", señala Uría.
Pese a que la mayor característica de las stablecoins es la eliminación de la volatilidad, "hay algo de margen a la fluctuación por el juego de la oferta y la demanda en un mercado. Pero parece complicado que lleguen a cotizar, entre otras cosas, por una inexistencia de regulación homogénea a nivel internacional", explica Uría.
Por su parte, Salvador Ruiz Bachs, socio de Allen & Overy, señala que las stablecoins cotizan en los índices de criptomonedas. "Son como unos mercados de divisas digitales".
Sin embargo, apunta el experto, para las referenciadas en, por ejemplo, dólares, "mantienen su cotización constante frente a esta divisa pero variará respecto a otras monedas. Además, hay un segundo tipo que está vinculado al oro, al petróleo y a otras commodites. Y éstas sí que pueden fluctuar". Además, aclara Ruiz, una stablecoin puede ser controlada por un algoritmo que pone en circulación o recompra esa criptomoneda para que su valor se mantenga estable.
Una divisa por país
La utilidad de las stablecoins para realizar intercambios de dinero de forma inmediata es lo que ha despertado el interés de diferentes bancos centrales en el mundo. Por ejemplo, la Asociación de Bancos Privados Alemanes (Bankenverband) defendió la necesidad de lanzar una moneda europea digital. Un mensaje que en su día recogió Mario Draghi, quien bajo su mandato encargó un informe que el BCE publicó el pasado julio. En él se contabilizaban 54 proyectos de stablecoin con valor de capitalización de 4.300 millones de euros. "Europa debe estar a la vanguardia en el desarrollo de estas monedas", señalaba en la presentación de este análisis Christine Lagarde, sucesora de Dragi.
Pero más allá del futuro Euroin, China lleva estudiando años el lanzamiento de su divisa digital "aunque todavía no hay nada concreto ni está claro que vaya a tratarse de una moneda de uso mundial", afirma Ruiz. Hay otras iniciativas como la de Japón, con su proyecto Stella en coordinación con el Banco Central Europeo, "aunque de momento, se centra en el ámbito de blockchain y no de criptomoneda propia", explica, por su parte, el socio de GA_P.
Además, en Suiza dos entidades bancarias han sido autorizadas para prestar servicios a profesionales con stablecoins. Tanto el proyecto de Canadá (Jasper), como el de Singapur (Ubin), pretenden agilizar los pagos e intercambios transfronterizos y reducir así los riesgos derivados del tiempo que tarda en ejecutarse una orden de transacción internacional.
ALEJANDRO GALISTEO
MADRID 31 ENE. 2020
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