Una persona hurga en los desperdicios de un mercado de abastos. (EFE)
A pesar de los esfuerzos que se están llevando a cabo a nivel mundial y desde hace décadas, alrededor de ochocientos millones de personas siguen muriendo de hambre
Apesar de los esfuerzos que se están llevando a cabo a nivel mundial y desde hace décadas, alrededor de ochocientos millones de personas siguen muriendo de hambre en todo el mundo y más de 150 millones de niños padecen un retraso del crecimiento derivado de una mala alimentación.
Estos datos proceden del informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) 'El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2021', un estudio en el que se destaca que, lejos de estar bajo control, se trata de un problema que va a más en todo el planeta y que aumentó en 132 millones de personas subalimentadas durante la pandemia de coronavirus.
Las empresas de alimentación deben ampliar sus objetivos y reforzar su compromiso para evitar el derroche en origen
Las cifras contrastan con otra tendencia al alza en los países más desarrollados y que se da de manera simultánea al avance del hambre entre los más desfavorecidos: el desperdicio alimentario. Estamos pues ante un dilema moral antes que medioambiental. El principal problema aquí es de orden ético antes que ecológico.
Porque es absolutamente obsceno que un tercio de los alimentos producidos anualmente para consumo humano acaben directamente en el cubo de la basura de los países del primer mundo. Un dato que debería estremecernos a todos. Más allá del no menos rechazable de que entre el 8% y el 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI) están asociadas a la producción y distribución de alimentos que no se llegan a consumir.
Según el Índice de desperdicio de alimentos 2021 de la ONU cada año van a parar a la basura casi mil millones de toneladas de alimentos, lo que equivale a cerca del 20% del total de los que se producen. La mayor parte del derroche se produce en los hogares (61%), seguido de las sobras en los bares y restaurantes (26%) y del residuo que se genera en los comercios de alimentación (13%).
Una de cada cinco bolsas de alimentos va a la basura. (EFE)
A escala individual, los datos de la ONU establecen la media mundial de derroche en 121 kilos de comida al año. Esos mismos datos señalan que el desperdicio per cápita en los hogares españoles es de 77 kg anuales. Las tasas más altas de desperdicio se dan en tubérculos, frutas y hortalizas y pan; seguidos del pescado; los cereales; las semillas oleaginosas; la carne y los productos lácteos.
La lucha contra la pérdida y el desperdicio de alimentos forma parte de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que dedica uno de sus objetivos (ODS), el 12, a "Garantizar unas modalidades de consumo y producción sostenibles". Así, la meta 12.3 de los ODS exige reducir a la mitad el desperdicio per cápita de alimentos para dentro de 10 años, y señala especialmente las pérdidas de alimentos que se producen a lo largo de las cadenas de producción y suministro, solicitando la colaboración de todos los agentes que intervienen en ellas.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
En el caso de los bares y restaurantes hay que destacar que una cocina mal gestionada puede llegar a desperdiciar hasta un 20% de los alimentos comprados: un coste que a menudo equivale, cuando no supera, a los beneficios netos de la empresa
En la Unión Europea no se ha logrado todavía desarrollar un marco legislativo supranacional para atajar este problema. Lejos de implementar una estrategia conjunta, cada país está dando respuesta con sus propias leyes y focalizando la atención en ámbitos diferentes.
El sur de Europa es la tercera región del mundo donde se produce mayor despilfarro de alimentos. Para combatirlo en Francia, por ejemplo, se ha prohibido que los supermercados con una superficie superior a los 400 metros cuadrados tiren a la basura productos alimentarios perecederos, obligándoles a fomentar su consumo mediante precios 'last minute' o donándolos a bancos de alimentos. Nada de tirar.
En nuestro país se puso en marcha la estrategia nacional 'Más alimento, menos desperdicio', que centraba la atención principal en la responsabilidad del consumidor final para contribuir a atajar el problema. La estrategia concluyó el año pasado, y seguimos a la cabeza de la UE en derroche alimentario.
Una encuesta llevada a cabo el año pasado en por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) señalaba que el 70% de los consumidores españoles reconoce tirar comida a la basura en casa. Al preguntar sobre los esfuerzos que hacen para evitarlo, el 68% afirmó hacer un gran esfuerzo, el 23% algún esfuerzo y un 9% ningún tipo de esfuerzo.
Este último dato, el de que a un 9% de los ciudadanos españoles le da igual tirar comida a la basura, da buena cuenta de la desidia en la que muchos se han instalado respecto a estos temas. En todo caso, para el 91% de ciudadanos que se siente vinculado al problema y está tomando medidas para contribuir a erradicarlo, aquí van algunos consejos de la OCU para lograrlo, no pueden ser más prácticos y simples de llevar a cabo:
- Revisar la nevera y la despensa antes de hacer la lista de la compra.
- Planificar las comidas para los próximos días.
- Colocar los productos recién comprados al fondo de la nevera y los que llevan más tiempo delante.
- Evitar comprar alimentos por impulso y por aprovechar ofertas del tipo 3x2.
- No abrir los envases hasta estar seguro de que se van a consumir
- Poner especial atención en las casas donde se consume comida preparada, pues según los datos de su encuesta, es el perfil de hogar donde más se despilfarra.
Por
Jose Luis Gallego
10/10/2021 - 05:00
La insostenible (e inmoral) lacra del desperdicio de alimentos (elconfidencial.com)
blogs.elconfidencial.com/medioambiente/ecogallego/2021-10-10/insostenible-lacra-del-desperdicio-de-alimentos_3302916/