Supermercado de España. (EFE/Manuel Bruque)
La estrategia de muchos fabricantes de alimentación ha pasado por mantener los precios e incluso reducirlos en algunos casos, pero en menor medida que el recorte del tamaño
Los precios están por las nubes. Basta con ir a cualquier supermercado para realizar la compra y llegar a esa conclusión. No es para menos, ya que el IPC despidió 2021 en el 6,5%, su nivel más alto en los últimos 29 años y la inflación subyacente (sin alimentos no elaborados ni productos energéticos) se situó en el 2,1%, la más elevada desde marzo de 2013. Con estas cifras, las subidas en el precio de los productos son la tónica dominante. No obstante, hay marcas que han decidido recurrir a estrategias de marketing que no afecten, de manera directa, a nuestro bolsillo y repercutir ese incremento de otra manera. Por ejemplo, mantener el precio, pero reducir su tamaño o bajar la calidad del producto o del servicio.
Este fenómeno se conoce como reduflación (o 'shrinkflation' en inglés) y, aunque es algo que no es nuevo, se ha intensificado durante el pasado año tras la fuerte subida de precios que hemos vivido por la vuelta a la normalidad de manera mucho más rápida de lo previsto. Una de las primeras en llevar a cabo esta estrategia, hace años, fue Toblerone. La marca de chocolate optó por aumentar la distancia entre sus 'dientes' de tal manera que sus productos llevaran una menor cantidad de chocolate con leche. Años más tarde, muchas empresas han copiado esta estrategia y la han adaptado, de una manera u otra, a la tipología de sus productos.
Seguro que si vas al súper has pensado alguna vez que las botellas de bebidas azucaradas son, cada vez, más pequeñas y estás en lo cierto. Lo que muchas veces se ha vendido como algo más sano para reducir la ingesta de azúcar o como una manera de optimizar el espacio de almacenamiento para transportar en camiones una mayor cantidad de productos, es una estrategia muy común para disparar el precio por litro. Algunos, tal vez la mayoría, si no miran la etiqueta del precio, no se darán cuenta de este fenómeno y pasará inadvertido para su bolsillo porque pagaran el mismo precio por menos cantidad.
Otro ejemplo muy claro son los helados. Año tras año han disparado su precio y últimamente han alcanzado tal dimensión que la decisión ha sido frenar en seco las subidas de precio. No obstante, el consumidor es, otra vez más, el que lo acaba pagando, ya que su tamaño se ha reducido al ojo de casi cualquier persona que disfrute de este tipo de productos, ya sea en verano pero también en invierno.
Las bolsas de aperitivos y snacks, estilo patatas fritas, tampoco se han librado de esta tendencia. Aquí las artimañas han sido muy variadas, puesto que van desde una menor cantidad de producto hasta aumentar el tamaño de aire en el interior (cada vez hay que buscar más al fondo) o que su contenido no solo incluya menor cantidad sino también un menor tamaño de las patatas o cortezas.
La competencia feroz en determinados productos hace que muchas empresas sean reacias a una subida, de manera directa, en los precios. Algunas compañías también optan por no tocar el precio, pero reducir sus costes y, esta manera, aún pasa más invisible para el consumidor, ya que por ejemplo reducen la calidad del producto. ¿Cómo lo hacen? Sencillo. Aumentan los ingredientes más económicos y reducen la proporción de aquellos que son más caros. Es decir, nos venden un producto de 'menor calidad' por el mismo precio.
Las asociaciones de consumidores también han alertado de este fenómeno, que se ha agudizado tras la vuelta a la normalidad. ¿El motivo? El incremento de los costes que se traslada, como es evidente, al precio de los productos. Las materias primas agrícolas han alcanzado máximos desde hace diez años y casi cualquier producto se ve penalizado por este repunte, de ahí que los expertos en marketing de las compañías se estrujen la mente con distintas estrategias.
La OCU ha constatado esta realidad y ha alertado que algunos fabricantes de alimentos están reduciendo el contenido de sus envases entre un 5% y un 10%. De hecho, en su estudio señala que también hay empresas que han reducido el precio en menor medida que su tamaño. "Es el caso, por ejemplo, del paquete de lomos de merluza que parece haber reducido su precio un 5,6%, pero una mirada más atenta nos descubre que el envase ha pasado de contener 400 gramos de merluza a incluir solo 360, un 10% menos. Teniendo esto en cuenta, nos encontramos con que el precio en realidad ha subido un 3,2%", esgrimen.
Por
Carlos Rodríguez
12/02/2022 - 05:00 Actualizado: 12/02/2022 - 12:47
La inflación que no se ve en el precio: así te cuelan algunas marcas pagar más por menos (elconfidencial.com)
www.elconfidencial.com/economia/2022-02-12/inflacion-reduflacion-marcas-precios_3372288/