Vista de edificios en París. (Reuters/Charles Platiau)
El 80% de los típicos techos de la capital francesa están fabricados con zinc y pueden superar los 70 grados durante un día de calor extremo. La arquitectura del siglo XIX ya no sirve
París sufre de un calor que se supera cada verano y que amenaza la típica fisonomía de sus buhardillas de zinc. Ese paisaje de la ciudad con sus pintorescos rincones en sus techos está en peligro de extinción por el preocupante aumento de las temperaturas. La capital francesa alcanzó su máximo en el verano del 2019, cuando las temperaturas marcaron 42,6 grados a la sombra y esta temperatura podría aumentar ocho grados en 2050, según los datos de los expertos. "Es difícil decir cuándo, pero ya no se puede excluir esta posibilidad", ha afirmado el climatólogo Richard Vautard al periódico francés Libération.
Un informe del IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático), que califica la situación en París como un "escenario de pesadilla", sugiere que en 2030 sufrirá una media de 34 días de ola de calor, más del doble de los 14 registrados en 2008.
Los amplios bulevares parisinos y tejados de zinc actúan como "sumideros de calor" al alcanzar los 70 grados
Y aquí llega el problema de las típicas buhardillas. El 80% de los techos de París están fabricados con zinc. Estas buhardillas, al haber sido ideadas en el siglo XIX, no están en condiciones para afrontar un día de calor en pleno verano, cuando este material puede superar los 70 grados. La reconstrucción o reacondicionamiento de todos estos techos sería, no solo increíblemente caro, sino que llevaría demasiado tiempo, por lo que se han propuesto soluciones como pintarlas de blanco o colores claros. Los investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur de Australia han determinado que los techos blancos reducen la temperatura interior hasta en cuatro grados. Ya en el 2015, las autoridades parisinas aprobaron una ley que exige que los tejados de los nuevos edificios en las zonas comerciales estén cubiertos de plantas y árboles o, si no, de paneles solares. La medida ha ayudado, pero no lo suficiente.
Nueva fisonomía parisina
En la primavera de este mismo año, un grupo de tres estudiantes del MIT (Massachusetts Institute of Technology) presentaron su proyecto Greening roof de la startup Roofscapes, cuyo objetivo final es transformar los techos inclinados de París en espacios verdes accesibles, y así disminuir las temperaturas, mejorar la calidad de vida y fomentar la resiliencia climática. "Vemos esto como una forma de desbloquear las posibilidades de estos edificios", ha señalado Eytan Levi, uno de los cofundadores de la empresa -junto a Oliver Faber y Tim Cousin-, en un comunicado del MIT.
"Siempre fue importante para nosotros trabajar con la menor cantidad posible de contradicciones con nuestros valores en términos de impacto ambiental y social", ha relatado Faber. "Para nosotros, Roofscapes es una forma de aplicar algunos de nuestros aprendizajes académicos al mundo real de una manera táctica e impactante, porque estamos aprovechando todo este problema, la adaptación del techo inclinado, que ha sido ignorado por la arquitectura tradicional”. Los tres han puntualizado que han notado, durante los tres años que lleva la empresa desde que empezó, que su trabajo empieza a adquirir sentido de urgencia.
"En los centros de las ciudades europeas, dos tercios de los techos son inclinados y no existe una solución para hacerlos accesibles y ponerles superficies verdes", ha sentenciado Cousin en el comunicado del MIT. "Mientras tanto, tenemos todos estos problemas con las islas de calor y el calor excesivo en los centros urbanos, entre otros problemas como el colapso de la biodiversidad, la retención de agua de lluvia, la falta de espacios verdes. Los techos verdes son una de las mejores formas de abordar todos estos problemas".
Las ciudades son más vulnerables a las olas de calor que los suburbios. París supera entre dos y tres grados a las zonas rurales
La arquitectura de la capital francesa es todo un emblema característico, visitado por innumerables turistas al año, que la posicionan como la ciudad más visitada del mundo -sobre todo en verano-; pero hoy ya no es el siglo XIX y sus amplios bulevares y tejados de zinc actúan como "sumideros de calor" cuando las temperaturas veraniegas son extremas. "No se trata de una profecía, ni de una intuición, ni de una hipótesis. Nos encontramos en una nueva situación climática en la que algunas personas ya están sufriendo, y que va a empeorar aún más", ha afirmado el diputado del Partido Verde Alexandre Florentin en un comunicado público.
Debido al ajetreo, al movimiento y a la densidad de población -y visitantes-, las ciudades son más vulnerables a las olas de calor que los suburbios. París es entre dos y tres grados más cálida que las zonas rurales circundantes, lo que en situaciones extremas puede generar una diferencia de temperatura de hasta diez grados.
"El desafío ahora es llevar a cabo una transformación haussmaniana en poco tiempo, pero sin escopetas, con un proceso democrático. El desafío está en la enormidad de las obras, la financiación, el saber hacer técnico y la aceptabilidad de la población", ha explicado a EFE Florentin.
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20/08/2023 - 17:35
www.elconfidencial.com/cultura/2023-08-20/paris-arquitectura-plantas-buhardillas_3720226/