América Latina (AL) cuenta con un PIB de unos 7,4 billones de dólares, representa al 8,5 por ciento de la riqueza mundial y un porcentaje similar de la población del planeta. Durante las últimas tres décadas ha crecido, ha logrado reducir la pobreza y ha sido capaz de elevar el ingreso de sus ciudadanos, hasta los 13.000 dólares medidos según la paridad de poder adquisitivo (PPA). Aunque no ha logrado cerrar la brecha de bienestar que le separa de los países más desarrollados o avanzados.
América Latina enfrenta el nuevo año 2015, desde la encrucijada de caminos, a pesar de enfilar con el mayor empeño durante la pasada década la realización de cambios estructurales de orden económico, social y político, que la proyectaban como una región revitalizada, pujante y dispuesta a afrontar los retos de la modernización y del progreso.
Transcurridas las reformas, el balance es realmente menos optimista que el proyectado. En verdad, se trata de otro de los tantos episodios de la historia latinoamericana, donde la economía y la política han sido sobrepasadas por la dinámica de los hechos. La situación en estos ámbitos ha respondido justamente a esa brecha creciente entre realidades económicas y expectativas de mayor bienestar social.
La región es una estrella en ascenso dentro de la economía global a pesar de que los expertos y los organismos internacionales han revisado a la baja sus previsiones de crecimiento, debido a que sufre una suave pero persistente desaceleración al igual que está sucediendo con el mundo emergente, lo que hace posible que se encuentre en la llamada trampa del ingreso medio.
El crecimiento, según el Banco Mundial (BM, octubre, 2014): Desigualdad en una América Latina con menor crecimiento, decae desde el año 2012, y se situará en una tasa estimada del 1,2 por ciento para el año 2014, bastante por debajo del 4 por ciento -5 por ciento de los años dorados previos a la crisis-. Para 2015, las estimaciones apuntan que crecerán hasta el 2,2 por ciento, aunque no está claro que la desaceleración haya tocado fondo.
Igualmente el Fondo Monetario Internacional advierte de esta tendencia a la baja de las economías latinoamericanas, y en su informe (FMI, octubre 2014): Perspectivas de la economía mundial, pronostica que en 2014 crecerá el 1,3 por ciento y para 2015 lo hará el 2,2 por ciento.
Conviene recordar que la región nunca se ha comportado de modo homogéneo y ahora la debilidad se ha concentrado en América del Sur, con un comportamiento negativo en varias economías, como Brasil, que ralentizó bruscamente su crecimiento hasta entrar en recesión a principios de 2014.
En contraste, México ha repuntado con claridad y Colombia ha conseguirá un crecimiento del 5 por ciento, el más intenso de las grandes economías latinoamericanas.
Esta situación macroeconómica ha tenido reflejo desigual en los mercados de la región. Como los organismos internacionales, la mayor parte de los analistas apuntan hacia una cierta recuperación de la actividad en el año próximo. Pero para mantenerla a largo plazo son necesarias reformas estructurales y en general, mejorar el clima de los negocios y el económico, junto con una mayor diversificación de las fuentes de financiación.
Según el índice del clima de los negocios de la Fundación Getulio Vargas de Brasil (FGV, octubre, 2014), este registró su menor nivel desde julio de 2009. El indicador advierte que este fue el cuarto trimestre consecutivo donde América Latina mantuvo un nivel considerado como desfavorable. Por tanto, el clima para los negocios mantuvo la misma tendencia negativa de la economía mundial, que cayó desde 130 puntos en julio de 2014 hasta 112 puntos en octubre del mismo año. Pese a este retroceso, el ambiente para los negocios en el mundo, se mantiene en el nivel considerado como favorable.
Igual ha sucedido con el índice de clima económico, que cayó desde los 84 puntos en julio de 2014 hasta los 80 en octubre de 2014. Esta es la misma puntuación que tenía hace más de cinco años (julio de 2009), cuando la región sufría los efectos de la crisis económica internacional. Estos 80 puntos, se encuentran por debajo del promedio registrado de los últimos diez años, que se situaba en 102 puntos.
Respecto a la diversificación de las fuentes de financiación, al margen de la inversión extranjera directa, que se ha visto reforzada en toda la región y cuya intensidad se ha mantenido en 2013, destaca Brasil, cuarto país receptor del mundo, con 63.000 millones de dólares.
Pero una de las enseñanzas más destacadas de la crisis económica a nivel mundial ha sido la convicción de la oportunidad de diversificar las fuentes de financiación. Al respecto, según la Federación Mundial de Bolsas, la Bolsa de Santiago (Chile) y Bovespa (Brasil) se encuentran situadas entre las que mayor financiación han canalizado a sus empresas en 2013. En términos agregados, las bolsas de la región han aportado a sus empresas más de 50.000 millones de dólares, cifra que ha duplicado la del ejercicio anterior. Esta representa una buena noticia, que marca el camino correcto y a cuya progresiva mejora debería aspirarse.
No obstante, al igual que ocurre en España y otros países europeos, el acceso de las pequeñas y medianas empresas a los mercados de capitales es limitado y se concentra en las empresas de mayor tamaño. Hay, por tanto, un objetivo común, como es poder brindar un acceso más amplio y profundo a la financiación de capital a través de los mercados de valores. De esta manera se les ayudaría a crecer y ser más competitivas.
Según el informe (BM 2014): El emprendimiento en América Latina. Muchas empresas y poca innovación, la creación de empresas es elevada, pero las que sobreviven, crecen a una tasa mucho más baja que sus similares en otras regiones de ingreso medio. En cuanto a su tamaño, como promedio, el sesenta por ciento de trabajadores latinoamericanos trabajan para empresas con cinco o menos empleados. El problema es que las empresas tienden a comenzar pequeñas y permanecer pequeñas. No hay nada malo por ser pequeño, pero mantenerse pequeño para siempre es un problema y más si quiere internacionalizarse y competir en un mundo global.
Además, las empresas latinoamericanas introducen productos nuevos a un ritmo menor que sus contrapartes en otros países en desarrollo. De hecho, en Ecuador, Perú, Jamaica, México o Venezuela, la tasa de creación de productos es menos de la mitad que en Tailandia o Macedonia. Consecuentemente, esta falta de innovación daña la competitividad, frena el crecimiento y repercute en la generación de puestos de trabajo de calidad, por lo cual no se produce el círculo virtuoso deseado.
Se trata de construir una clase empresarial innovadora, en donde las empresas de primera clase, aquellas que exportan bienes, servicios e incluso inversión extranjera directa, como es el caso de las multilatinas, ya no luzcan anodinas en comparación con las multinacionales de los países avanzados.
REUTERS / ELECONOMISTA.ES - 4:27 - 13/12/2014
http://www.economiahoy.mx/a-debate-mx/noticias/6323703/12/14/AMERICA-LATINA-ANTE-EL-2015.html#.Kku8QX3hvYJnOpx
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