Has oído muchas veces que Williamsburg, el barrio de moda en Nueva York, se ha convertido en la meca hipsterde la ciudad de los rascacielos, y te preguntas: ¿qué demonios es eso de hipster?
Aunque el término se originó en EEUU para denominar a los amantes del jazz, hoy en día dentro del fenómeno hipster cabe de todo: camareras tatuadas que toman la comanda en un iPad, modelos con camisa de leñador adictos al vintage y a los productos orgánicos del deli de la esquina, gafapastas que se desplazan en fixie a su tienda de discos de vinilo o anticuarios que calzan havaianas y se pirran por las hamburguesas ecológicas y la cerveza de Brooklyn Brewery...
En la zona sur de Williamsburg, el barrio que vio nacer a Al Capone, aún resiste una comunidad de judíos ortodoxos que siguen hablando yiddish e insisten en ignorar las oleadas de hipsters que han colonizado el barrio.
Bohemios, judíos ortodoxos, indies y mafiosos jubilados conviven plácidamente entre fábricas con chimeneas de ladrillo visto y vistas privilegiadas al skyline neoyorquino. Si a toda esa mezcla le aplicamos un filtro de Instagramnos queda Williamsburg, el barrio más cool de la ciudad. Así que si quieres saber qué hacer para no desentonar entre tanto hipster, toma nota.
Sal a comer por ahí
Williamsburg es un barrio foodie, o en otras palabras, un lugar donde la gastronomía importa y mucho. Lejos de la ostentación de los restaurantes de Manhattan, aquí lo que prima es el producto, ecológico a poder ser.
Si te apetece carne de la buena, nada mejor que Peter Luger (178 Broadway), todo un clásico en la ciudad. Marlow & Sons (81 Broadway)es uno de los locales con más encanto del barrio, con recetas de temporada, mientras que Diner (85 Broadway), ubicado en un antiguo vagón, sirve una de las mejores hamburguesas de Nueva York. Y si lo que queremos es darnos un homenaje podemos acercarnos hasta Dressler (149 Broadway), bendecido por la todopoderosa Guía Michelin.
Juega a los bolos
A los hipsters, con esa manía por lo retro, les encanta jugar a los bolos. De ahí que en barrio hayan surgido iniciativas como Brooklyn Bowl (61 Wythe Avenue), un local a medio camino entre las boleras de toda la vida, sala de conciertos y restaurante. Perfecto si vamos con niños
Y si lo que queremos es darnos el gustazo de echar una partida old style, nada mejor que The Gutter (200 N 14th St.), una bolera con el sabor de lo añejo que es toda una institución en el barrio.
Disfruta de la cerveza
La cerveza es la bebida oficial de Williamsburg. Aunque en 1962 Brooklyn fabricaba el 10 por ciento de la cerveza consumida en EE.UU, tras la crisis cerraron todas las fábricas que la elaboraban y no fue hasta 1996, coincidiendo con el resurgir del barrio, cuando se inauguró Brooklyn Brewery (1 Brewers Row) toda una institución en el barrio.
La cerveza de Brooklyn Brewery ha dado origen a una auténtica fiebre por las cervezas artesanales y a pesar de que han surgido otras marcas como Sixpoint o Kelso, la cerveza preferida por los neoyorquinos sigue siendo Brooklyn Brewery, cuya fábrica se puede visitar.
Cruza el puente
Aunque no es tan famoso como el de Brooklyn, el puente de Williamsburg es historia viva de Nueva York. Conecta el barrio con la isla de Manhattan y en su día fue el puente colgante más largo del planeta. Cuenta con un par de carriles para bicicleta, que es el vehículo oficial de cualquier hipster que se precie. Ideal para plantarnos en Manhattan en un visto y no visto.
El puente de Williamsburg fue pintado por Edward Hopper, aparece en muchas pelis (como Érase una vez en América, de Sergio Leone) y ha sido portada del disco World in my Eyes, de Depeche Mode.
Que corra el aire
En Williamsburg hay cantidad de sitios para disfrutar al aire libre cuando el tiempo acompaña. Si eres de los que por la mañana se calza las zapatillas para hacer jogging, McCarren Park es tu sitio. Correr entre campos de beisbol es toda una experiencia. Además en este mismo parque se celebra en verano el festival de cine al aire libre SummerScreen.
Es imprescindible la visita al East River State Park para disfrutar de las mejores vistas (y no exageramos) del skyline de Manhattan mientras a nuestro alrededor los hipsters toman el sol o se divierten con el hula hoop.
Este parque acoge cada sábado (desde abril) el Smorgasburg, un mercadillo gastronómico donde participan los productores y restaurantes locales. Ideal para probar de una vez muchos de los mejores platos de la ciudad.
Tiendas de barrio
En Williamsburg no podemos dejar de ir a Beacon's Closet (88 N 11th St.), una institución de la ropa de segunda mano donde siempre hay alguna joyita vintage. Catbird (219 Bedford Avenue), otro clásico en el barrio, es una encantadora tienda donde podremos comprar joyas, complementos y cualquier cosa que brille, como ellos dicen. Y en Miniminimarket (218 Bedford Avenue) encontraremos ropa de diseñadores locales y regalos de lo más original.
En Mini Jake (178 N. 9th St.) encontraremos los productos infantiles más cool de la ciudad, ideales para ese sobrino que espera que le llevemos algo de Nueva York; Spoonbill & Sugartown (218 Bedford Avenue) es una de esas librerías con encanto donde podemos pasar las horas muertas y en Earwax Records encontraremos ese vinilo (218 Bedford Avenue) que llevamos años buscando.
Los gourmets tienen cita obligada en Bedford Cheese Shop (229 Bedford Avenue), un paraíso para los amantes del queso, y en Marlow & Daughters (95 Broadway), una carnicería ecológica y cool que sirve a los principales restaurantes de la zona.
La noche es nuestra
Williamsburg es uno de los sitios con más bares y locales de música en directo de Nueva York. Muy recomendable el Union Pool (484 Union Avenue), un antiguo comercio de piscinas convertido en bar de copas, con fotomatón en blanco y negro, patio y sala de conciertos.
Maison Premiere (298 Bedford Avenue), un bar de ostras de estilo retro, es parada indispensable para los amantes de los cócteles clásicos y hasta en Nitehawk(136 Metropolitan Avenue), el cine del barrio, ofrecen combinados durante las proyecciones.
Si andamos justos de pasta, nada mejor que Alligator Lounge (600 Metropolitan Avenue), un bar canalla donde tienen una happy hour con precios de risa. Además, con cada cerveza te dan una pizza gratis. Sí, has leído bien: gratis.
Toma un brunch
Tras una noche de copas nada mejor que un brunch en condiciones. Y para eso, Williamsburg es el barrio perfecto.
El brunch más popular de la zona es el de Egg (135 North Fifth St.), a base de productos orgánicos. Algo tendrá cuando llega gente desde toda la ciudad para probarlo. Aunque si hablamos de sitios populares, Le Barricou (533 Grand St.) no le va a la zaga. Este bistró francés cuenta con auténticos adeptos que cada fin de semana peregrinan para probar sus huevos Benedict y su Croque Madame.
El brasileño Beco (45 Richardson Street) es según sus propietarios, un boteco, o sea, un local a medio camino entre bar y cafetería. Ofrecen brunch a precio fijo con el que podremos reponer fuerzas a base de feijoada y caipirinha de piña y menta, por ejemplo.
No podemos dejar de nombrar el brunch de Five Leaves (18 Bedford Avenue), un gastrobarque saltó a la fama cuando se supo que Heath Ledger era uno de sus socios. Es uno de los locales con más encanto de la zona. No te pierdas su lox(salmón ahumado) ni sus ostras. Si llegas con hambre, lánzate a por el big brekkie, un plato a base de alubias que haría las delicias de cualquier leñador.
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