El CEO de Apple Tim Cook (c). BLOOMBERG NEWSEXPANSION
Al igual que a muchos propietarios de iPhone, a Tim Cook le preocupa pasar demasiado tiempo pendiente del dispositivo que lleva en el bolsillo.
"Pensé que era muy disciplinado con el tema, pero me equivoqué", reconoce este ejecutivo que nació en Alabama hace 57 años. "En cuanto tuve acceso a datos, me percaté de que pasaba mucho más tiempo pendiente del móvil del que debería".
Aunque este problema les resultará familiar a muchas personas, él está en una posición más fácil para resolverlo. Como consejero delegado de Apple, Cook tiene que hacer un delicado equilibrio entre resolver el exceso de tiempo que pasa pendiente de sus dispositivos y reconocer la responsabilidad de su empresa en este tema. El mes pasado declaró a la CNN que quería que los clientes de Apple se sintieran "satisfechos" con sus dispositivos, pero insistió en que "nunca hemos querido que la gente les dedique demasiado, o todo el tiempo".
Sus declaraciones coinciden con el anuncio de Apple de que introducirá una serie de controles a su sistema operativo iOS para que los usuarios controlen cuánto tiempo pasan en sus apps y reduzcan las notificaciones que reciben. "Cuando la gente tenga esta información, podrá decidir mejor", opina Cook. Sin embargo, cuando Apple celebró el décimo aniversario del App Store del iPhone hace unas semanas, en su comunicado de prensa se congratuló de la popularidad de Angry Birds, la saga Candy Crush e Instagram sin reconocer el papel que han desempeñado las notificaciones en hacer que los consumidores estén constantemente pendientes del móvil.
Este tipo de comportamiento puede generar trastornos como la ansiedad y la depresión, incidir negativamente en las citas importantes, afectar a los hábitos de sueño y a la educación de nuestros hijos. En junio, la Organización Mundial de la Salud creó una nueva clasificación de trastorno para describir a la gente cuya vida personal o profesional se ve afectada por su adicción a los videojuegos. Las sociedades asiáticas llevan tiempo intentando resolver este problema.
En 2015, el Gobierno surcoreano obligó a todos los usuarios de smartphone de menos de 19 años a instalarse una app que permitiera a los padres controlar su actividad. En China, los adictos a Internet son destinados a campos de entrenamiento para rehabilitarse.
Ahora Silicon Valley ha dado lo que se considera el primer paso para tratar una adicción: reconocer que tiene un problema. Pero los ingresos por publicidad de empresas como Google, Facebook y Twitter dependen de captar la atención de los consumidores. Algunos grupos tecnológicos intentan abordar por su cuenta el problema. Evan Sharp, cofundador de Pinterest, asegura que desde la aplicación se invita a la gente a pasar más tiempo desconectada.
El botón "probado" de la red social anima a sus seguidores a descargar fotos en las que se vea que han elaborado una receta o han hecho trabajos de bricolaje, para evitar que se dediquen a deambular por Internet soñando con una vida mejor. Sin embargo, las compañías tecnológicas tienen un límite a la hora de invitar a sus miles de millones de usuarios a que aparten la vista de sus apps, ya que los accionistas comenzarían a preocuparse sobre el impacto en los ingresos.
Dado que los smartphones son el dispositivo desde el que más gente se conecta a Internet, los profesionales que hacen campaña en contra de la adicción al móvil han centrado su atención en Apple y Google, que fabrica el sistema operativo Android presente en casi todos los smartphones del mundo, asegurando que pueden ser los salvadores del mundo.
En enero, una pareja de inversores de Apple escribió al fabricante del iPhone invitándole a que piense en las posibles "consecuencias a largo plazo de las nuevas tecnologías" cuando estén en su fase de desarrollo. "Apple puede desempeñar un papel decisivo enviando un mensaje al sector de que preocuparse por los hábitos y la salud de la próxima generación es bueno para la empresa y es lo más conveniente", escribieron.
Amenazas
Aunque todavía no han surgido amenazas legales relacionadas con la adicción a los smartphones, Google y Apple están tomando medidas para abordar el asunto. Las dos empresas tienen herramientas -Digital Wellbeing y Screen Time respectivamente- que calculan cuánto tiempo pasan los usuarios delante de una app y ofrecen la posibilidad de establecer límites de tiempo, para adultos y niños.
Las dos compañías también estudian cómo hacer que sus smartphones gestionen alertas y notificaciones para que sean más fáciles de silenciar. Esas herramientas se lanzarán este año, y son parte de las próximas versiones de Android y iOS. Cook, de Apple, sostiene que estas nuevas herramientas ya estaban en fase de desarrollo antes de que los accionistas comenzaran a exponer el problema.
Dado que las grandes tecnológicas están sometidas a un intenso escrutinio por parte de los reguladores, el sector intenta tomar la delantera para poner freno a la adicción a las pantallas. Pero las familias opinan que tardará en llegar una respuesta seria desde Silicon Valley. Jean Twenge, autor de iGen, un libro que habla de "niños superconectados" opina que los padres llevan mucho tiempo pidiendo que se introduzca esta clase de controles.
Apple, que, a diferencia de Google obtiene casi todos sus ingresos de la venta de dispositivos en lugar de la publicidad, tiene en esta ocasión una oportunidad de mejorar su imagen. Twenge cree que "los padres estarán más dispuestos a comprar un iPhone a sus hijos si el móvil tiene mejores controles parentales. Facebook, Instagram y Snapchat, en cambio, lo tienen más difícil, ya que sus modelos de negocio se basan en que la gente pase conectada cuanto más tiempo mejor.
Lynn Perkins, consejero delegado de la empresa de servicios de canguro UrbanSitter, reconoce que la responsabilidad última del manejo que hagan los hijos de los dispositivos reside en los padres, no en las empresas tecnológicas. En casa de Perkins, los martes son el día "sin pantallas" y toda la familia guarda los móviles.
Apple se ha ganado el reconocimiento por sus últimas iniciativas. Los inversores que se escribieron a la empresa en enero han alabado la iniciativa que tomó Apple en junio para frenar la adicción. Sin embargo, algunos activistas quieren que las empresas de Silicon Valley vayan más allá. David Greenfield, un psicólogo que fundó el Centro para la Adicción a Internet y las Tecnologías, insiste en que es necesaria una mayor educación. "Internet es adictivo y los smartphones todavía más. Todo lo que hagamos en la etapa educativa ayudará", insiste.
Greenfield también cuestiona si las empresas están introduciendo medidas para mejorar su imagen de cara a los accionistas y a la opinión pública. "Es difícil no ser escéptico con respecto a sus intenciones", sostiene. En su libro sobre adicciones a la tecnología, publicado en 1999, Greenfiel ya advertía de que el problema no era nuevo. Las empresas han tardado veinte años en responder. Las técnicas que utilizan las empresas son bastante claras y estas saben cómo funcionan. El uso de los likes de Facebook hacen que los usuarios estén constantemente pendientes de la red social.
Greenfield cree que sería buena idea que cuando la gente se conecta a sus smartphones salte un aviso que advierta sobre los peligros de la adicción o de conducir con los móviles en la mano. "En su día pasó lo mismo con los cigarrillos, el alcohol y el juego, que no estaban regulados. Después empezó a controlarse y el problema se abordó incluso desde la educación pública", recuerda.
Educación
Ante esta nueva adicción a la tecnología, los padres no saben responder a preguntas como cuánto tiempo es demasiado y a qué edades debería limitarse el acceso a los móviles. Cook cree que los clientes que consultan su iPhone cada cinco minutos podrían tener un problema, aunque no sabe la frecuencia que se puede considerar normal. Pero no es sólo un asunto de frecuencia. La cuestión es si juegos como Minecraft, destinados a niños mayores de 7 años, se pueden considerar educativos pero potencialmente adictivos.
Linsly Donnelly, madre de tres hijos y residente en San Francisco, recuerda que en 2015, se sintió frustrada por las pocas opciones disponibles para que los padres filtraran los miles de apps y videos a los que podían tener acceso sus hijos. Fue entonces cuando creó la start-up, SmartFeed, con la idea de desarrollar un sistema de etiquetado para apps y videos para ayudar a los padres a evitar apps que pueden favorecer un comportamiento compulsivo.
Donnelly está convencida de que "hacer lo correcto para los niños y ganar dinero no tienen por qué excluirse". A pesar de la aparente atención que algunas empresas de Silicon Valley dedican a este asunto, a SmartFeed le ha resultado difícil encontrar financiación de empresas de capital riesgo y tecnológicas.
Según Donnelly, sus inversores potenciales cuestionaron el modelo de negocio, asegurando que sería muy difícil ganar dinero fuera de los App Stores de Apple y Google. Donnelly cita el ejemplo de la comida orgánica, que hace veinte años se consideraba un nicho de mercado. Cuando los agricultores y activistas medioambientales crearon una normativa, surgieron empresas como Whole Foods con un modelo sostenible. Pero, con tantos usuarios pendientes de sus apps y una industria tecnológica con una fuerte dependencia de los ingresos publicitarios, no queda claro quién exactamente de Silicon Valley tiene el aliciente de convertirse en el Whole Foods del consumo digital.
TIM BRADSHAW / HANNAH KUCHLER/FT
29 JUL. 2018 - 23:06
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