Parque Nacional Thingvellir en islandia (terrababy / Getty Images/iStockphoto)
El parque nacional de Thingvellir es el punto donde coinciden las placas tectónicas de Euroasia y América formando una enorme falla con senderos visitables
Thingvellir es uno de los parajes más amados y reverenciados por los ciudadanos islandeses. Allí, en el año 930 se fundó una de las instituciones parlamentarias más antiguas del mundo. En plena naturaleza, no en un palacio con escaños de maderas nobles. Las decisiones se tomaban junto a la Roca de la Ley.
Cada mes de agosto tenía lugar la reunión en que los islandeses llegados desde todos los rincones de la isla aprobaban nuevas normativas, juzgaban los casos pendientes y, llegado el caso, ajusticiaban a los condenados en la Deskkingarhylur o piscina de los ahogamientos (para ser exactos, solo a las mujeres adúlteras, infanticidas o “brujas”).
Thingvellir fue sede del parlamento islandés durante 900 años
Además de estos actos punitivos y legislativos, también se acordaban alianzas entre clanes y matrimonios. Thingvellir fue sede del parlamento islandés durante 900 años y. a finales del siglo XVIII, se trasladó a la capital.
¿Intuyeron los vikingos islandeses dónde se reunían exactamente? ¿O el lugar se escogió solo por la evidente belleza y potencia telúrica del paraje? El caso es que Thingvellir es el punto donde las placas continentales americana y euroasiática se fracturan, y uno de los mejores lugares del mundo donde apreciar este fenómeno geológico.
Un amplio y rectilíneo camino de lava deja a lado y lado grandes escalones rocosos. Justo ese camino abierto para los paseantes en lo que es hoy (desde 1930) un parque nacional conecta los dos continentes. Es un paisaje en el que es imposible no creer en elfos y troles, tan queridos por la cultura del país. La oscura lava granate está moteada de líquenes blanquecinos, las rocas del fondo del valle se protegen de la pertinaz lluvia con chubasqueros de acolchado musgo.
Paralelo al inquietante cañón Almannagjá discurre el hermoso río Öxará. Se puede tocar con la mano la pared occidental –la placa americana– y con tan solo recorrer unas docenas de metros hacia oriente hacer lo propio con la euroasiática.
Islandia es el territorio más joven del planeta gracias, precisamente, a estar sobre esa fisura geológica. El constante aporte de lava de los volcanes submarinos que allí existen acabó apareciendo por encima de la superficie del agua y formando esta isla casi redonda adornada en su litoral occidental con la península de Vestfirdir a modo de cornamenta de caribú.
Amantes de la geología y de las caminatas tienen en Thingvellir una cita obligada. Aquí se puede apreciar mejor que en ningún otro sitio la teoría de la deriva de los continentes.
Y los senderos son abundantes, bien señalizados y sencillos para recorrer algunos de los parajes más insólitos de esta isla única modelada a la vez por elementos tan dispares como el fuego de los volcanes y el hielo de los glaciares. Thingvellir fue declarado en el año 2004 patrimonio de la Humanidad.
Thingvellir fue declarado en el año 2004 patrimonio de la Humanidad
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