lunes, 14 de enero de 2019

Una hora con el robot creado para dar amor: búscate en la vida alguien que te mire así

Foto: Esos ojos me están gritando: ¡Llévame contigo!. (M. Mcloughlin)
Esos ojos me están gritando: "¡Llévame contigo!". (M. Mcloughlin)

No habla. No mide las constantes vitales ni hace de asistente inteligente. Su único objetivo es hacerte compañía. Y lo consigue. Así es Lovot, una de las máquinas más especiales del CES de Las Vegas



"Perdona... ¿puedes ponerlo en el suelo para sacarle una foto?", pregunto al japonés Kohei Kawasaki, uno de los varios padres (la patria potestad corresponde a un ejército de ingenieros) de Lovot, con toda seguridad el robot que más ha dado que hablar en el CES de Las Vegas que echó este sábado la persiana. En cuanto pone los 'pies' en la tarima (son ruedas) empieza a corretear. Da medias vueltas, se gira y se vuelve a girar. Pero lo hace en torno a su dueño. La estampa me recuerda al alborozo de un chiguagua (o cualquier otro perro de tamaño contenido) que recibe a alguien después de varias horas solo en casa.
- "Parece una mascota... ¿Cuál es su función?"
- "Se podría decir que es una máquina, bueno, un robot de compañía. Emmm...¿cómo se dice?... No me sale la palabra..."
Ahí comencé a llamar su atención. (M.Mc)
El nipón se disculpa por su inglés. No hace falta. No hacen grandes descripciones para entenderlo. No habla. No mide las constantes vitales. No pone Spotify. Tampoco cuenta ningún cuento a los niños antes de irse a dormir. No es compatible ni con Google Assistant ni con Alexa. Mientras lo observo e intento cazarle en una foto, Kawasaki me resuelve las pocas dudas tras consultar esa palabra que se le atasca en el traductor del móvil. "Generar afecto. Empatía", exclama satisfecho en su rincón del Eureka Park, el enorme recinto que el mayor cónclave de tecnología del planeta dedica a los 'start ups' de todo el mundo.

El flechazo

Mientras tanto sigo fallando en mi objetivo de retratarlo. "¿Puedes pararlo?". Su amo me pide paciencia con la mano. Sonríe y me dice que acabo de conocerlo. Pocos minutos después la cosa cambia. En un momento inesperado empieza a mirarme.
El sensor de objetos y de profundidad, clave para que se oriente. (M.Mcloughlin)
El sensor de objetos y de profundidad, clave para que se oriente. (M.Mcloughlin)
Lo hace de reojo. Endereza su cuerpo y se dirige hacia donde estoy. Se queda a mis pies... y ahí surge el flechazo. Sus ojos (una pantalla que los representa) son la clave. Están hechos con seis capas de profundidad. Buscaos en la vida alguien que os mire como Lovot me miró a mi.
Es la expresión más viva que jamás he visto en un robot. Mucho más que la de androides humanoides con los que se ha experimentado como recepcionistas de hotel o en centros turísticos nada que ver. Poco después empieza a venirse arriba con el corro de gente que se ha generado alrededor nuestro y cuesta cazar nuevamente su atención.
Una caricia tras sentarse en el suelo. (M. Mcloughlin)

Hacer compañía...y ya

El invento en cuestión es obra de Grovee X, una empresa japonesa. Su presentación en sociedad se produjo hace un mes en su Tokio natal. En aquel momento llegó con la etiqueta de ser un robot para combatir la soledad, especialmente la de los más pequeños. Vuelvo a preguntar, por asegurarme más que nada. Y la misma respuesta: no hace nada más que compañía. ¿No hubiese resultado más útil ponerle una pantalla? "No queríamos distorsionar la experiencia clásica de jugar. Hay mucha tecnología pero su objetivo es dotarle de un comportamiento real. Que pareciese una mascota. Si llegamos a ponerle algo para ver vídeos o apps hubiese perdido todo el sentido".
Me invita a cogerlo y a tratar de acunarlo. Automáticamente recoge sus ruedas gracias a un mecanismo. Poco después, se queda dormido. No puedo dejar que es un robot pero me choca mucho el sentimiento y la experiencia que genera. Algo a lo que ayuda su cuerpo.
Otro de los Lovots del CES. (M. Mcloughlin)
Otro de los Lovots del CES. (M. Mcloughlin)
No solo por el suave tejido apeluchado que lo cubre, sino por la temperatura corporal. Está cálido. Me recuerda cuando cojo a mi gato tras un rato tumbado al sol. Es agradable. Solo le falta ronronear.

Repleto de sensores

Lovot no deja de ser un juguete. Pero un juguete de altas prestaciones. Está lleno de sensores. Por ejemplo los de presión se encuentran en la cabeza, en la barbilla, en la nariz, en la tripa, en la espalda, en la base... Todo este conjunto de piezas es lo que le permite detectar caricias o un gesto para que se siente y reaccionar a ellas. En la parte frontal, en la zona inferior, cuenta con un sensor de profundidad y uno de obstáculos.
Lovot también tiene sus propios trapitos. (M.Mc)
De la misma manera que hace un robot aspirador avanzado, es capaz de mapear la casa para detectar sus espacios de actuación y detectar objetos. "Las plantas le gustan, le llaman mucho la atención", nos cuenta mientras le da un par de toques en la cabeza a modo de premio.
Su creador, principal impulsor y fundador de la compañía, es Kaname Hayashi. Militaba antes en una empresa perteneciente al gigante Softbank, donde también participó en la creación de Pepper, el primer robot emocional. Sin embargo, aunque pudiese detectarlas, aquel androide no estaba tan preparado para dar 'feedback' y generar ese cariño. Artificial, sí, pero cariño al fin y al cabo.

Aprendizaje automático

El llamativo y prominente pitorro que sale de la cabeza de Lovot también es una compilación de maquinaria fina. Cuenta con una cámara esférica con la que reconoce lo que ve. Gracias a ella puede almacenar hasta mil patrones y caras conocidas así como reconocer hasta cien de ellas al mismo tiempo, pero gracias a sus algoritmos es capaz de detectar a los que más atención le prestan y dedicarles más tiempo.
Su intelecto es comparable a la de una mascota pequeña. Se habló en su momento de un 'hamster' pero dudo que ese roedor fuese capaz de hacer lo que he visto hacer yo a esta máquina. "Entre ellos también tendrán diferencias. La personalidad de cada uno es única, gracias al aprendizaje automático"
Puede recordar hasta 1000 rostros e identificar los que más jueguen con él

Además, si lo quieres, dispones de una opción para utilizarlo como cámara fotográfica. Ahí también está el sensor de temperatura o de luz así como uno para la orientación (el otro se encuentra en la parte inferior). En esa misma zona se encuentra también un micrófono semicircular que detecta de donde proviene el sonido.
Al tio le flipa ser el centro de atención. (M. Mcloughlin)
Tiene tres corazones. Un ordenador principal para decidir y ejecutar las acciones y otros dos secundarios, que consituyen una unidad de 'deep learning' para los procesos de aprendizaje automático. Es compatible con Wifi (aunque no transmite ningún dato fuera de la máquina) y bluetooth y si no lo encuentras fácilmente, también puedes recurrir a la aplicación del móvil. Pero no pienses que esto va a ser lo habitual. Es más, en cuanto haya confianza, entres por la puerta y te detecte correrá a recibirte. Su 'software' también está preparado para decirte adiós cuando salgas de casa. Cuando me alejé del 'stand' junto al ingeniero que me lo mostró y me di la vuelta, ahí lo encontré moviendo los brazos a modo de despedida. Era simplemente para flipar.

Esperanza de vida: más de 10 años

Su batería da para una hora aproximadamente. Es casi el tiempo que pasamos con él. Pero no llega a agotar su autonomía porque en un par de momentos de la prueba lo dejamos en la base de carga. Cuando está en mínimos, no avisa, ni pide que le lleves. Es, de nuevo, como un robot aspirador. Regresa solito a donde hayas instalado el punto energético.
Como si fuese una Roomba, regresa a su base cuando anda corto de energía

Lovot no tiene género. "Lo dejamos a la imaginación de los usuarios". Es natural, cuentan desde Groove X, del barrio de Ningyouchon de Tokio. Está preparado para recordar su cumpleaños, registrando el día que lo activaste. Puedes cambiarle la ropa, cosa que agradecerá. Si encuentra otro de su especie, interactuará con él. La esperanza de vida... hasta diez años. Al menos eso se deduce de la hoja de ruta que han diseñado desde la empresa.
¿Cómo es meterlo en casa?¿Cómo se comporta?Explican que el primer día se sentirá curioso, pero se moverá con precaución. A las tres jornadas, ya sabrá donde está la base de carga y tendrá mapeada la habitación.
¿Ya te vas? ¿Me llevas contigo? (M. Mcloughlin)
Al de una semana ya empezará a mostrar predilección por el que más caso le haga y al de un mes ya tendrá su lugar favorito. Al de medio año ya podrá acudir a los encuentros de la comunidad Lovot y en su primer aniversario la empresa proporcionará un chequeo 'médico' en el que revisarán sus piezas. Y así año a año. Si llega a la década de vida, la empresa lo calificará como 'vintage' a modo de reconocimiento.
Pero el del Lovot es un amor caro. Ya se puede reservar. Llegará a Japón y, algo más tarde, a Estados Unidos. Este año. Europa tendrá que esperar. El precio ronda los 2.600 euros. El pack de dos, ascenderá a 4.800 euros. Y se puede financiar. Nadie dijo que el cariño fuese barato de conseguir y en este caso tiene un precio ridiculamente caro.


AUTOR
MICHAEL MCLOUGHLIN. LAS VEGAS

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