Cada vez dormimos menos horas de las que nos corresponden. (Fox)
Los expertos consideran que cada vez dormimos menos por culpa de las pantallas. Sin embargo, el uso de dispositivos que analizan el sueño está ayudando a solucionar el problema
Decía Homer Simpson que el alcohol es la causa y a la vez la solución de todos los problemas de la vida. Lo mismo podríamos afirmar de la tecnología en muchos ámbitos, entre ellos, un problema de salud creciente: las pocas horas que dedicamos a dormir. Los expertos consideran que en parte se puede achacar a nuestra intensa relación con las pantallas. Sin embargo, el uso de dispositivos que monitorean la actividad diaria está ayudando a tomar conciencia de la escasa calidad de nuestro sueño y esto podría ser el primer paso para cambiar de hábitos.
La Encuesta Nacional de Salud de Estados Unidos, a la que responden 400.000 personas, indica que casi un tercio de los adultos de este país duerme menos de seis horas. Con respecto a 2004 se han incrementado en un 28,6% y esta falta de sueño afecta más a la minoría negra e hispana. Entre las causas, los expertos apuntan a la influencia de las nuevas tecnologías y el estrés.
En España, los datos del Instituto Nacional de Estadística de 2005 decían que la media de horas de sueño se situaba exactamente en 7,78. El 7% no llegaba a las seis horas. Apenas una década más tarde, el barómetro del CIS –que además de pasar por la cocina también lo hace por el dormitorio- bajaba esa media a 7,12 horas diarias y subía el porcentaje de los que duermen menos de seis hasta el 10,6%.
“Cuando viajes en AVE o en avión es habitual encontrarte con que hasta un tercio de la gente va dormida”, reflexiona para Teknautas Alejandro Iranzo, especialista de la Unidad del Sueño del Hospital Clínic de Barcelona y presidente de la Sociedad Española del Sueño. “De hecho, muchos de nuestros pacientes acuden a consulta porque nos dicen que se duermen durante el día, pero eso no es más que un indicio de que el sueño nocturno es insuficiente”.
En parte, se explica por las patologías del sueño. El insomnio es habitual e incluso crónico para muchas personas especialmente sensibles a las preocupaciones diarias; mientras que las apneas, relacionadas con la respiración anómala, no impiden el sueño pero sí hacen que sea de mala calidad.
Marcados por la sociedad de consumo
Sin embargo, la principal causa de la disminución del tiempo de descanso son los malos hábitos. Alex Ferré Masó, neurofisiólogo de la Unidad del Sueño del Hospital de Vall d'Hebron, asegura que la tendencia a dormir menos está marcada por la sociedad de consumo. “Dormir es perder tiempo y dinero, así que le quitamos horas aunque suponga jugarse la salud”, afirma.
De hecho, “a medida que nos hacemos mayores, vamos perdiendo horas de sueño, pero lo vamos tolerando”. Un caso especialmente llamativo es el de los adolescentes, que necesitan dormir más de nueve horas de media: “Les tratamos como adultos cuando en el ámbito del sueño aún no lo son”.
El neurocientífico y divulgador José Ramón Alonso ha abordado este problema argumentando que los centros educativos deberían comenzar las clases más tarde. El cronotipo (la variación de los ritmos circadianos) de cada persona es distinto y el de los adolescentes es especialmente nocturno, lo que explica que no tengan sueño a altas horas y sean incapaces de levantarse por las mañanas, justo lo contrario que les ocurre a los niños pequeños.
Lo normal es que pasados los 20 años se vaya corrigiendo esta tendencia hacia la media de la población, pero hasta entonces la adolescencia se convierte en el periodo de la vida en que tenemos menos posibilidades de dormir lo que necesitamos. Un experimento en Estados Unidos mostró que retrasar el comienzo de las clases hasta las 10 de la mañana mejoraba los rendimientos académicos y la salud de los estudiantes.
Algunos expertos sugieren retrasar el inicio de las clases para ajustar al ritmo circadiano adolescente
Ferré Masó se muestra crítico con la muy extendida idea de que todo el mundo debe dormir 8 horas. “Es una media, como si decimos que la estatura de los españoles es de 1,70, eso no quiere decir que no haya personas de dos metros”, afirma. Los expertos dicen que 6,5 horas puede ser suficiente para gran parte de la población, pero otros necesitarán nueve o 10 y más en el caso de los niños. Sin embargo, “cuando les digo a algunos padres que su hijo debe irse a la cama a las ocho me dicen que eso es imposible, tal y como está estructurado el mundo, entre trabajos y actividades extraescolares”, añade.
Por qué la tecnología es parte del problema
Al margen de esas obligaciones, el ocio actual tampoco se lleva bien con el descanso. Ver películas, series, leer y estar pendientes de las redes sociales no es lo más recomendable para conciliar bien el sueño, pero no sólo por la actividad intelectual en sí, sino por el hecho de mirar las pantallas LED de móviles, tabletas y televisores.
La luz que emite, de tonos azules y verdes “tiene una longitud de onda que inhibe la melatonia”. Esta hormona, que producimos en condiciones de oscuridad, es la que le indica a nuestro organismo que es momento de dormir. De hecho, estamos biológicamente preparados para el sueño “cuando han pasado dos horas desde que se pone el sol”, indica el experto del Hospital de Vall d'Hebron. Por eso es mala idea ponerse a trastear con el móvil justo antes de dormir. “Aunque sean cinco minutos, necesitaremos al menos media hora para estar en condiciones óptimas para quedarnos dormidos”, señala.
“Deberíamos meternos en la cama para dormir, no para leer, ver una serie o ponernos a comprar cosas en Amazon, al menos si se tienen problemas de sueño”, apunta su colega del Clínic, “porque mantenemos activo nuestro sistema nervioso central”.
Por qué puede ser el inicio de la solución
A pesar de esta falta de “cultura del sueño” entre la población, Ferré Masó cree que existe una mayor concienciación sobre su importancia. Uno de los elementos que, en su opinión, está contribuyendo a ello son las pulseras inteligentes, también llamadas 'smartbands' o pulseras de actividad, que se asocian a aplicaciones para medir diversos parámetros, como los pasos que damos a lo largo del día, el ritmo cardiaco y, en este caso, también cómo dormimos. “En la consulta vemos que con estas monitorizaciones de moda hay pacientes que empiezan a ser conscientes de que su sueño es escaso o de poca calidad”, destaca.
En realidad, según explica Alejandro Iranzo, este tipo de dispositivos no son muy fiables. “Para saber si una persona está o no dormida, es necesario colocar electrodos en el cráneo”, asegura. Por lo tanto, los resultados que muestran son meras estimaciones basadas en los movimientos. A pesar de que, una vez procesados los datos, pueden indicar cómo las distintas fases del sueño, los expertos consideran que esta información no es muy exacta y menos si el usuario sufre insomnio o algún otro trastorno del sueño.
No obstante, parece que en la diferencia entre sueño y vigilia suelen acertar y para más de uno esa información, al menos, evidencia el poco tiempo real que le dedica al descanso. De hecho, los autores de las encuestas sobre hábitos de sueño creen que la gente sobreestima las horas que duerme, así que probablemente, son aún menos de las que se dicen. Algunos proyectos de investigación sobre hábitos de vida ya incorporan las 'smartbands' y, según los expertos, es probable que estos datos sean más fiables que la palabra del paciente.
Consecuencias
En cualquier caso, es recomendable tomarse en serio la importancia del descanso. No dormir afecta a la salud, el rendimiento, el comportamiento y las relaciones. Los expertos señalan aspectos concretos de nuestra vida que se pueden ver afectados, como la concentración, la memoria y la convivencia. En el plano psicológico la falta de sueño causa mayor irascibilidad, depresión, ansiedad y déficit de atención. A largo plazo en el aspecto orgánico los estudios también ven vínculos con tensión arterial, exceso de peso e incremento de la mortalidad. “Vives más ahora y menos más tarde”, resume Ferré Masó.
Y no sirve de mucho tratar de recuperar en vacaciones o en fin de semana lo que no se duerme a diario. “Hay personas que se levantan a las seis y el sábado no lo hacen hasta las diez, pero tu cuerpo no sabe que es sábado, así que en realidad se está levantando a las seis y las cuatro horas adicionales no descansa con la misma intensidad, sería mucho mejor dormir media hora más cada día que todo ese tiempo acumulado de golpe”, propone el experto.
AUTOR
JOSÉ PICHEL 02/01/2019
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