miércoles, 9 de diciembre de 2020

Cómo ser resilientes sin caer en los tópicos de la industria de la felicidad

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Nunca hemos necesitado ser tan resilientes como en este momento a raíz de la crisis del coronavirus. De ahí que haya que distinguirla del tan manido concepto de felicidad



Si hay una palabra que ha ido ganando peso en los últimos años hasta estar en boca de todos esa es "resiliencia". No solo por su sonoridad verbal y significado tan amplio, que luego explicaremos, sino también como respuesta a una industria de la felicidad en declive que viene suministrada en base a libros de autoayuda y profesionales del ámbito de la psicología que venden humo y esperanzas a gente que lo está pasando mal a cambio de dinero. Este término ha ganado aún más vigencia e importancia este año, ya que nos hemos tenido que enfrentar a una grave crisis sanitaria mundial sin precedentes que ha puesto todo patas arriba. Y hasta la Unión Europea lo ha incluido en el nombre su plan de recuperación económica y social. 

Pero, ¿qué es realmente la resiliencia? ¿Cómo podríamos definir esta capacidad que hace referencia a la idea de superación personal frente a la adversidad? ¿En qué se distingue del concepto de felicidad o de alegría? ¿Podemos ser más resilientes y esto a su vez está reñido con ser más felices? Selda Koydemir, una psicoterapeuta con sede en Londres, ha publicado un interesante artículo en 'Aeon' en el que intenta despejar todas estas preguntas. "La resiliencia se define como la capacidad para hacerse camino con éxito y recuperarse de las circunstancias estresantes o situaciones de crisis", asevera. 

No se trata de salir indemnes, sino también saber cómo hacerlo y ser conscientes de cuáles son los principios y valores que nos rigen


"No se trata solamente de la facultad de recuperarse y ya está, sino también encontrar un significado y un propósito a lo que hacemos, una autoconciencia de uno mismo y experimentar una mejora en la calidad de nuestras relaciones interpersonales", señala Koydemir. Por ello, no se trata solamente de salir indemnes de las amenazas, sino también saber cómo hacerlo y ser conscientes de lo que necesitamos y lo que no, de cuáles son los principios y valores que nos rigen así como las líneas rojas que no podemos cruzar.
¿Una capacidad hereditaria?

Uno de los aspectos más curiosos de la resiliencia es que la mayoría de las personas la poseen en mayor o menor medida. Al fin y al cabo, como seres vivos, nuestra más primera tarea siempre ha consistido en sobrevivir y coexistir con los demás, de ahí que llevemos impreso en nuestro ADN la facultad de sobreponernos a los problemas o conflictos, por muy grandes que estos sean. Lo que hay que considerar es la forma, pues no todas son buenas y algunas pueden engañarnos y, a pesar de hacernos salir del entuerto, meternos en otro al cabo del tiempo. 

"La resiliencia consiste en estar en contacto con la adversidad, no mantener una actitud positiva todo el tiempo o huir siempre de las dificultades" 

"La resiliencia también depende de los factores contextuales, es decir, los recursos sociales, sanitarios y económicos que tenemos a nuestra disposición", explica la psicoterapeuta. Esta es una de las diferencias que guarda respecto al concepto de felicidad, ya que esta última tiene un sesgo individualista que también es precisamente una de las razones por las que cuesta tanto alcanzar, como una especie de promesa inalcanzable que se nos vende. "Las personas que luchan por recuperarse de un hecho negativo en su vida pueden pensar que hay algo mal con ellos, lo cual no es cierto: el acceso a ciertos recursos externos es un factor importante en la capacidad de cualquier persona para mostrar resiliencia". 

Otra de las diferencias respecto al concepto de felicidad es que la resiliencia habla de superación, pero eso no quiere decir que niegue o elimine los sentimientos negativos. En este sentido, la persona resiliente aprende a vivir con ellos y le sirven de aprendizaje. Por ello, otro de los engaños del dogma de la felicidad estriba en que es percibida como una meta, y no como un proceso largo y duradero en el que siempre hay recaídas y baches. Un estudio realizado a más de 200 viudos y viudas reflejó que la inmensa mayoría, incluso las más resilientes, seguían teniendo sentimientos de duelo. Por ello, la resiliencia no significa cerrar las heridas y que estas no vuelvan a sangrar, sino más bien saber sobreponerse a estas y, de algún modo, contar con recursos para curarlas en caso de que vuelvan a abrirse."

Puede sonar paradójico, peroLa resiliencia consiste en estar en contacto con la adversidad, no mantener una actitud positiva todo el tiempo o huir siempre de las dificultades de la vida", concluye Koydemir. "A muchos de nosotros se nos enseña desde pequeños que debemos evitar los conflictos o el estrés que generan, y es cierto que la ansiedad es uno de los factores para desarrollar algún trastorno mental. Pero la exposición a cierto nivel de extrés te brinda el desafío para volverte más fuerte ante las dificultades, siempre que puedes sobrellevarlo. Si evitas con frecuencia los problemas, cuando surja una dificultad, no habrás desarrollado las habilidades necesarias para afrontarla". Cabe recordar aquí la mítica frase de Friedrich Nietzsche: "lo que no te mata, te hace más fuerte".



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08/12/2020 - 05:00
https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2020-12-08/felicidad-psicologia-depresion-ansiedad-resiliencia_2855951/