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Una alimentación saludable no consiste en seguir el 'hashtag' del momento popularizado por un famoso que no ha estudiado nutrición o dietética. Los profesionales saben cuidar de nosotros, las 'celebrities' nos ponen en peligro
En determinadas ocasiones, el uso 'erróneo' de las palabras puede ser peligroso. Querer decir una cosa no es lo mismo que decirla. Ahora, por presión de las tendencias que vienen desde el otro lado del charco, se está popularizando una nueva de tipo alimentario, el 'clean eating', que en español sería algo así como 'comer limpiamente'. Como seres humanos, tendemos a relacionar 'limpio' con bueno y, como es lógico, sucio con malo. Pero en algo que afecta tantísimo a nuestro bienestar como la comida, debemos entender que 'limpio' no es, ni de lejos, saludable. A esta misma conclusión llegaron las investigadoras Suman Ambwani, Meghan Shippe, Ziting Gao y S. Bryn Austin del Dickinson College, en el estado de Pensilvania, en Estados Unidos.
"Los participantes tuvieron actitudes positivas ante el 'clean eating' extremo, que es peligroso"
El problema, según explican las investigadoras, es que el simple uso de la palabra 'limpio' pueda desembocar en que asociemos dietas claramente insanas, ya sea por carencia de nutrientes o por la presencia de sustancias nocivas para nuestro organismo, al concepto 'saludable'. Para llevar a cabo su estudio, las científicas hicieron que 150 estudiantes del campus definiesen, con sus propias palabras, lo que era el 'clean eating'. Además, se les pidió que leyesen 5 definiciones de dietas, que pusiesen nota a cada una de ellas en la 'escala saludable' y que dijesen si estarían dispuestos a seguirlas o no. Al parecer, como explica la investigadora Suman Ambwani, “las respuestas variaron, pero los participantes eligieron masivamente las 'dietas limpias', independientemente de si pudieran causarles problemas en el trabajo, en sus relaciones sociales o, incluso, en su bienestar psíquico o físico".
“Es preocupante que los participantes tuvieran actitudes positivas acerca de las dietas 'clean eating' extremas, capaces de provocar estrés y trastornos”, señala la científica. “Sabemos que una dieta en sí misma puede aumentar el riesgo de sufrir trastornos alimentarios, por lo que necesitamos entender con urgencia cómo dietas en principio sanas pueden desembocar en este tipo de enfermedades”, apostilla la investigadora.
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Dado que 'limpio' es una palabra que, en el mundo de la alimentación, se refiere a cosas extraordinariamente específicas, como 'limpiar' un pescado o 'limpiar' la tierra de unos champiñones, su uso como sinónimo de 'sano' se basa en su asociación a otras palabras. Lo que los sujetos de estudio relacionaron con el término 'clean' hacía referencia a comida 'real', orgánica, de proximidad, vegetal, hecha en casa… Hasta este punto parece una dieta saludable. Pero los participantes continuaron enumerando conceptos que asociaban a 'limpio', y estos ya pasaban de castaño oscuro: sin gluten, sin cereales y sin lácteos. Estos tres componentes (aunque los dos primeros están muy relacionados entre sí) son fundamentales en una dieta equilibrada, sobre todo en una vegetariana, en la que multitud de nutrientes han de provenir de los huevos y la leche (como las vitaminas B12 y D). Además, ser reacio no solo al consumo de gluten (que es inocuo siempre y cuando no pertenezcamos a ese 2% de la población española que sufre enfermedad celiaca, intolerancia al gluten no celiaca o alergia al gluten), sino también al consumo de otros cereales como el arroz, el maíz, el trigo sarraceno, centeno, avena…, limita en gran medida tanto nuestro consumo de fibra alimentaria (presente en las variedades integrales de estos cereales) como el acceso a hidratos de carbono de calidad, que forman parte de una dieta verdaderamente sana y que suponen el grueso de nuestro aporte energético diario.
Como apuntan las investigadoras, a día de hoy, todavía nadie se ha puesto de acuerdo en qué significa exactamente 'clean eating' o 'comer limpio'. Como subraya la autora del estudio, Suman Ambwani, “los resultados de este trabajo evidencian que es necesario entrenar a los consumidores para que sean capaces de distinguir entre fuentes de información de confianza y entre otras con un claro carácter fraudulento, en lo que a hábitos de alimentación y nutrición se refiere”.
Por
Álvaro Hermida
19/01/2021 - 05:00
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