Los bancos centrales tiraron del carro en el 2020 con sus estímulos, lo que ha provocado que los activos financieros se eleven hasta niveles insostenibles
Ayer noche, sábado 2 de enero, el bitcoin hizo muy felices –más, si cabe– a miles de inversores y especuladores en todo el mundo. La moneda virtual superó los 31.700 dólares para confirmar en este inicio de año lo que fue un 2020 absolutamente espectacular. El 16 de diciembre, el bitcoin había roto la barrera de los 20.000 dólares. El año pasado, el bitcoin multiplicó por cuatro su valor, pero en poco más de dos semanas se ha revalorizado más de un 50%. Un 50% en diez días es una barbaridad. ¿Quién da más?
Nadie sabe explicar realmente los motivos de esta eclosión más allá de la invocación clásica de la ley de la oferta y la demanda, impulsada esta última por la ilimitada liquidez que no dejan de proporcionar los bancos centrales. Hay pocos bitcoins y, en estas circunstancias, la avalancha de órdenes de compra de un activo financiero escaso provoca el incremento exponencial de su precio. ¿Fin de la historia? En absoluto. El bitcoin ha hecho ya muchos millonarios y sigue atrayendo enormes flujos de capital. Se ha consolidado ya como el ejemplo perfecto de la exuberancia irracional de los mercados.
El bitcoin es el ejemplo perfecto de lo que ha sido un 2020 marcado por la pandemia y la exuberancia irracional
El bitcoin no está solo en el mundo. La bolsa de Frankfurt terminó también en sus máximos históricos el 2020, el año del crac bursátil más rápido de la historia, el vivido en el primer trimestre. El año uno de la pandemia más devastadora en décadas. El ejercicio, en suma, de la peor recesión global desde la Segunda Guerra Mundial. Ese mismo año, el DAX alemán, aupado por el acuerdo entre la Unión Europea y el Reino Unido, tocó el cielo.
Allí, en alturas nunca vistas con anterioridad, estaban ya las cotizaciones de miles de empresas, sobre todo estadounidenses, lo que ha llevado al Dow Jones y al Nasdaq a vivir instalados en la conquista continua de cotas jamás exploradas durante todo el 2020. Especialmente, el índice de los valores tecnológicos, que se ha disparado un 44% en el 2020, su mayor avance anual de la historia. El Nasdaq parece intocable, aunque algunos recuerdan que, tras el estallido de la burbuja de principios de este siglo, el índice cayó casi un 80% y tardó 15 años en volver a conquistar un nuevo máximo histórico. Esa es la amenaza que hoy pocos, muy pocos, quieren tener presente en los mercados.
Wall Street y bolsas como la de Frankfurt están en máximos históricos a pesar de la severísima recesión
Robert Farrell, una leyenda entre los analistas bursátiles de Wall Street en la segunda mitad del siglo XX, tiene entre sus famosas diez reglas de inversión un par que parecen pensadas para momentos como el actual. “Los excesos en una dirección conducirán a un exceso contrario en la otra dirección”, decía Farrell, quien también avisaba de que “no existen las nuevas eras: los excesos nunca son permanentes”.
¿Pinchará la burbuja este año? Roberto Scholtes, estratega jefe de UBS en España y Portugal, niega la mayor. “En UBS no creemos que haya una burbuja, ni en las acciones estadounidenses, ni en los bonos corporativos ni en el mercado inmobiliario”. Por lo tanto, no puede esperarse ningún pinchazo este año, pero sí más adelante, según Scholtes: “Es posible que en el 2021 se hinche una burbuja si la recuperación económica progresa según lo esperado y los bancos centrales no cambian su política. El detonante podría ser una oleada de fusiones y adquisiciones”. Este experto avisa de que las condiciones son propicias, con bajos tipos de interés, abundante liquidez y capital sin invertir de particulares y, sobre todo, por parte de los fondos de capital riesgo.
Los bancos centrales van a seguir adelante con su política hasta que la inflación haga acto de presencia
Aparentemente, nada va a cambiar a medio y largo plazo por lo que respecta a los grandes animadores de los mercados: los bancos centrales. Con la excepción de Turquía –con una inflación galopante del 14% y una crisis cambiaria–, que acaba de subir los tipos al 17%, todos los grandes países desarrollados y emergentes apuestan por la laxitud y los estímulos. Y eso asegura la paz en los mercados. “Mientras los bancos centrales sigan con sus programas de compra de bonos –y más si son corregidos y aumentados–, todo seguirá subiendo, aunque con retrocesos transitorios, que pueden ser provocados por acontecimientos políticos u otras causas que irrumpan. Cuando la liquidez escasee, si llega el caso, entonces veremos pinchar las burbujas”, dice Juan Ignacio Crespo, asesor del fondo Multiciclos Global FI de Renta 4.
Este escenario parece hoy más lejano. El recrudecimiento de la pandemia, que está provocando ya más restricciones en muchísimos países y hace planear nuevos confinamientos y cierres como los del pasado año, afectará a las previsiones de crecimiento del 2021. El primer trimestre puede traer de nuevo caídas fuertes de la actividad..., lo cual forzará a los bancos centrales a seguir imprimiendo dinero. O a poner más.
Las burbujas son cada vez más grandes si no se combaten y nadie avisa de su formación ni de sus peligros
Alberto Roldán, socio de Divacons-Alphavalue, advierte de que antes de valorar si puede estallar la burbuja habría que entender bien donde están los principales riesgos y qué puede evitar que pinche. Por ejemplo, en el caso de las bolsas, Roldán cree que se han visto soportadas por una acción concertada sin precedentes entre los gobiernos y los bancos centrales. “Una inmensa bola de liquidez ha impactado de forma descarada en las bolsas y las valoraciones siguen subiendo producto de una desigual relación entre precios al alza y beneficios a la baja”.
Después del pavor que se desató en marzo y de la reacción fulgurante de la Fed, el BCE y el resto de bancos centrales y gobiernos, todo está en subida libre. “El inversor obvia las sobrevaloraciones de manera casi resignada porque la triste ironía es que el mayor riesgo que existe hoy es estar fuera de las bolsas”, concluye el análisis de Roldán.
La crisis sanitaria aún tardará en disiparse y eso asegura, en teoría, que los estímulos van a perdurar este año
En el mundo financiero suele decirse que no se puede ir contra los bancos centrales. Pese a eso, el vértigo de las alturas y la posibilidad exponencial de que los últimos en vender sean los últimos en evitar el desastre son factores que tener en cuenta. Las grandes correcciones llegan muchas veces de repente. Hay que estar atentos...
Pero, como si se tratara del fin de los tiempos, la pregunta es: ¿cuál será la señal? ¿cómo identificar el toque de trompeta del Apocalipsis bursátil, cuando llegue? Kai Torrella, consejero delegado de Gesinter, opina que el inicio de año apunta de forma favorable a las bolsas. Y que nada apunta a un cambio brusco del sentimiento de los inversores, pero que hay que vigilar. “Los riesgos pueden ser, por un lado, las valoraciones de determinados segmentos de mercado y por otro, que una recuperación más fuerte de lo previsto haga aparecer, finalmente, una inflación superior a la esperada”, apunta Torrella.
La inflación no está y, de momento, no se la espera. Parece complicado que llegue en un contexto de contracción económica o crecimiento débil, un mercado laboral poco tensionado y una demanda interna –consumo e inversión– lastrada por la desconfianza en el futuro. Pero el volumen de estímulos es tan brutal que la expansión de la masa monetaria acabará redundando en una aceleración de los precios. No es necesario que se materialice. Según los expertos, la corrección empezará cuando el mercado empiece a ver las primeras señales de cambio. ¿Será en el 2021? Pocos apuestan por ello. Los poderosos siguen ahí, moviendo el mercado con sus manos.
LALO AGUSTINA
BARCELONA
03/01/2021 00:05Actualizado a 03/01/2021 13:42
https://www.lavanguardia.com/economia/20210103/6162900/madre-todas-burbujas-resistira.html