Es la combinación perfecta entre yate privado, residencia de vacaciones de lujo y pertenencia a un club exclusivo, que solo las 150 familias propietarias, de 19 países, pueden disfrutar. Desde su botadura en el año 2002 ha estado dando la vuelta al mundo. Hasta 2020, que dejó de navegar debido a las restricciones impuestas por la pandemia. Ahora, los propietarios vuelven "a casa" tras la aplicación del exhaustivo programa Covidshield, que asegura la vacunación de todos sus residentes y tripulantes, y tras introducir nuevas medidas de salud y seguridad a bordo.
Ahora mismo va camino del Piero, en Grecia, desde donde zarpará a finales de julio en un viaje por los cinco continentes, con un itinerario que incluye más de 93 puertos de escala que se prolongará hasta finales de 2022.
Pasará el verano navegando por el Mediterráneo antes de poner rumbo hacia el Caribe. Los residentes pasarán la última parte del año disfrutando de las islas Bermudas, las Bahamas, las Islas Vírgenes Británicas, las Islas de Sotavento, la República Dominicana y las Islas Caimán. A lo largo de 2022, The World recorrerá las costas del sur y centro de América y realizará tres expediciones a lo largo del archipiélago de Tuamotu y las Marquesas de la Polinesia Francesa, las Islas Australes e Islandia.
Cuando la compañía propietaria del superyate, de 196 metros y 12 cubiertas, puso a la venta sus 165 residencias de lujo, no se vendieron automáticamente. Ahora hay lista de espera, y otros cuatro superyates más en construcción: MS Utopia, MV Narrative, Somnio y Njord. No revelan datos sobre sus dueños, pero se comenta que Arnold Schwarzenegger y Madonna poseen suites en él.
Solo por recomendación
Los precios de los apartamentos oscilan entre los 3 millones de euros de los estudios a 13,5 de la suite penthouse de seis dormitorios. Es uno de los precios inmobiliarios más caros por metro cuadrado que se pueden pagar en la actualidad. Y además hay que añadir los gastos de mantenimiento anuales, que rondan el millón de euros.
Pero hace falta más que dinero para acceder a una propiedad en The World, ya que solo es posible previa recomendación de un propietario, después de obtener la aprobación del resto y de demostrar que se tiene un patrimonio neto que supere los 10 millones de dólares.
A cambio, es posible disfrutar de experiencias exclusivas en lugares que no están al alcance de las rutas turísticas comerciales. El hecho de ser un barco respetuoso con el medio ambiente, que quema diésel marino, no combustible pesado, le permite hacer escala en áreas restringidas y acceder a rincones naturales inaccesibles a otro tipo de cruceros. Así, el barco estableció en 2016 un récord de navegación al ser la expedición más al sur en la Bahía de las Ballenas en el Mar de Ross de la Antártida.
La posibilidad de viajar sin fin alrededor del mundo, en tu propia casa, con todo tipo de servicios de lujo privados y comunitarios trasciende los estándares del viaje de lujo. Tiene una ocupación promedio de 150 a 200 ocupantes, entre propietarios e invitados, lo que garantiza un ambiente tranquilo y privado. Y son los propios residentes, propietarios del barco, los que organizan los itinerarios que les llevan a dar la vuelta al mundo cada dos o tres años. Una prueba de que han recorrido literalmente el mundo entero -y varias veces- es que han llegado incluso a hacer escala en Corea del Norte.
The World ofrece experiencias de destino absolutamente personalizadas y extraordinarias, como fue su paso por El Bulli justo antes de su cierre. Es la esencia del lujo, una exclusividad y autenticidad que el dinero no puede comprar, pero que cuestan mucho dinero. "Se trata de conocer las preferencias personales de los residentes y brindar los más altos niveles de servicio. El lujo es que cada uno obtiene lo que desea, cuando lo desea, sin tener que pedirlo, y sin siquiera saber que lo desea -explican desde la compañía-. "Es un sommelier que conoce las preferencias de vino de cada residente o un asistente personal que sabe cómo le gusta a cada familia tener su propio frigorífico abastecido cada vez que regresan al barco, sin olvidar sus flores favoritas".
Respecto a los servicios comunes, todo lo que se pueda imaginar, incluida la única cancha de tenis reglamentaria en un barco en alta mar, excepcionales instalaciones de golf y un spa Clinique La Praire. Sin duda, un dinero bien gastado.