Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo. Foto: Dreamstime
El incremento del precio de la vivienda en la mayoría de países desarrollados ha puesto a prueba a los bancos centrales. Estas instituciones se han visto inmersas en una encrucijada: retirar los estímulos paulatinamente, con el riesgo de que se inflen aún más los bienes raíces, o acelerar el fin de la política acomodaticia para controlar la inflación, lo que amenazaría la recuperación económica tras la crisis sanitaria provocada por el Covid-19.
Los responsables de la política monetaria son conscientes de que el mundo viene de otra crisis global reciente, que precisamente derivó del problema inmobiliario. Teniendo en cuenta este precedente, la manera de controlar el incremento de los precios de la vivienda se convierte en un dilema. De hecho, una de las soluciones que manejan unos pocos bancos centrales es frenar la compra de inmuebles elevando los tipos de interés.
Por su parte, algunos de los componentes de la Reserva Federal de EEUU que defienden el tapering citan el auge de los precios de la vivienda como uno de los motivos, especialmente por los valores respaldados por hipotecas.
Algunos países se reunirán para establecer una política que garantice el acceso a la vivienda
Los responsables de los bancos centrales de Nueva Zelanda, Corea del Sur y Canadá se reunirán la semana que viene para establecer una política que garantice que las viviendas sean asequibles para el trabajador medio. En este sentido, estos tres países se erigen como los más dispuestos a frenar la sobrevaloración del bien inmueble tomando medidas concretas.
Por su parte, como parte de su estrategia financiera, el Banco Central Europeo (BCE) ha flexibilizado su objetivo de inflación y comenzará a considerar los costes de las viviendas en sus mediciones complementarias de inflación.
En una línea similar, el Banco de Pagos Internacionales (BPI) ha advertido de que los precios de la vivienda han subido durante la pandemia más de lo que cabía esperar, lo que deriva en el aumento de la vulnerabilidad del sector si se incrementan los costes de endeudamiento.
Kazuo Momma, antiguo encargado de la política monetaria del Banco de Japón, considera que el verdadero desafío de las economías mundiales es intervenir en este mercado sin perjudicar a los titulares de hipotecas. "Restringir las actividades del mercado de la vivienda podría conllevar otros problemas, como frenar la recuperación económica", dijo a Bloomberg.
Sin embargo, desde Bloomberg Economics advierten de que el número de viviendas que superan la capacidad adquisitiva de los compradores ya ha sobrepasado el nivel de 2008, por lo que se encienden las alarmas de una burbuja inmobiliaria.
Para estos expertos, dado que muchas economías todavía están luchando por frenar el coronavirus, a lo que se suma el lento crecimiento de los préstamos, los banqueros centrales deberían focalizarse en otras alternativas al aumento de los tipos de interés. Por ejemplo, cambios en los límites de préstamo a valor o ponderación de riesgo de las hipotecas.
No obstante, estas medidas podrían no surtir efecto, ya que dependen en gran medida de la política fiscal que implemente cada país, así como de la propia oferta de cada mercado.
Así, Gunter Schnabl, de la Leipzig University, considera que la mejor aproximación al problema sería "parar la expansión de las hojas de balance de los bancos centrales" y, posteriormente, "subir los tipos de interés de una forma lenta y diligente durante un largo plazo".
Además, Alicia García Herrero, de Natixis, advierte de que "los precios de los inmuebles seguirán inflándose mientras la liquidez mundial siga siendo tan amplia", lo que tendría implicaciones muy graves que el encarecimiento de otros activos, puesto que "afecta a los hogares de una forma mucho más amplia", pudiendo poner en riesgo las economías domésticas muy ajustadas.