martes, 2 de julio de 2024

Los robots japoneses con rostros creados con piel viva que se parecen más a los humanos


Los científicos se inspiraron en los ligamentos de la piel humana para lograr un prototipo de robot que puede sonreir.

©2024 TAKEUCHI ET AL. CC-BY-ND


 Científicos japoneses encontraron una manera de unir piel viva a rostros de robots para obtener sonrisas y otras expresiones faciales más realistas.

El avance se produjo al copiar estructuras de tejido humano, según explican los investigadores de la Universidad de Tokio.

El prototipo divulgado puede parecerse más a un dulce que a un ser humano.

Pero los científicos señalan que el avance allana el camino para crear humanoides móviles, realistas y convincentes, con piel que se cura a sí misma y que no se rasga ni rompe fácilmente.


FUENTE DE LA IMAGEN,©2024 TAKEUCHI ET AL. CC-BY-ND

Pie de foto,Los científicos señalan que su nuevo método funciona en superficies complejas, curvas e incluso en movimiento.

La piel artificial se fabrica en el laboratorio utilizando células vivas.

No sólo es suave, como la piel real, sino que también puede repararse a si misma si hay un corte, afirman los investigadores.

Los intentos anteriores de adherir la piel a los robots resultaron difíciles.

El equipo probó utilizar miniganchos, pero estos dañaron la piel cuando el robot se movía.

En las personas la piel está unida a estructuras subyacentes mediante ligamentos: pequeñas cuerdas de colágeno flexible y elastina.

Para recrear eso, los investigadores perforaron numerosos orificios pequeños en el robot y los llenaron con un gel que contenía colágeno. Luego colocaron encima la capa de piel artificial.

El gel tapa los agujeros y sujeta la piel al robot.

Cirugía plástica

"Al imitar las estructuras de la piel y los ligamentos humanos, y al utilizar perforaciones en forma de V especialmente hechas en materiales sólidos, hallamos una manera de unir la piel a estructuras complejas", dijo el investigador principal, Shoji Takeuchi.

"La flexibilidad natural de la piel y el fuerte método de adhesión significan que la piel puede moverse con los componentes mecánicos del robot, sin rasgarse ni pelarse".

El avance fue publicado en la revista Cell Reports Physical Science.

Los investigadores señalan que aún se necesitarán muchos más años de pruebas para que esta tecnología se convierta en una realidad cotidiana.

"Otro desafío importante es crear expresiones similares a las humanas mediante la integración de actuadores o músculos sofisticados dentro del robot", agregó el profesor Takeuchi.


  • Michelle Roberts
  • Role,BBC News, editora digital de salud
  • 26/06/2024
  • https://www.bbc.com/mundo/articles/crggr8jrrl2o

Por qué Uruguay es el país más caro de América Latina y uno de los más caros del mundo

 


Las frutas y verduras son más caras en Uruguay que en su vecino Brasil, según un estudio.

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Cuando un habitante de Rivera, una ciudad fronteriza uruguaya, vaya al supermercado local esta semana, verá que el precio de un tubo de pasta de dientes de 180 gramos es de 243 pesos (US$6,20).

Si va a un supermercado brasileño -algo para lo que solo se necesita cruzar la calle, porque la ciudad continúa sin barreras con el nombre de Sant'Ana do Livramento-, esa misma pasta dental -igual marca, igual peso, igual versión, producida en la misma planta en São Paulo- la puede comprar por 6,99 reales (US$1,28).

La pasta de dientes es solo un ejemplo -tal vez uno de los más notorios- de que Uruguay es un país caro.

El importador la ingresa al país a un valor, pero cuando llega al público su precio promedio casi se triplica, de acuerdo a una investigación realizada por el Centro de Estudios para el Desarrollo (CED) a pedido del Banco Central de Uruguay y publicada en febrero.

Más pronunciada es la diferencia en una barra de jabón o un desodorante, cuyo precio en una tienda o supermercado se multiplica hasta por 6 respecto al valor al que entró en el país.

Con base en datos recopilados por el Banco Mundial, el CED comparó los precios de unos 600 productos en Uruguay y otros 43 países a lo largo del tiempo, y encontró que en promedio eran 27% más caros en el país sudamericano.

Más aún, países desarrollados europeos como Francia, Alemania o Reino Unido mostraron precios menores que los que se pagan en Rivera o Montevideo.

Solo nueve -Japón, Finlandia, Israel, Irlanda, Suecia, Dinamarca, Suiza, Noruega e Islandia- eran más caros.

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Montevideo es una ciudad cara, en parte por la escasa población; mientras que en Uruguay viven 3,5 millones de personas, en Inglaterra, que es más chico en superficie, habitan 56 millones.

Comparado con América Latina, los productos en Uruguay costaban más del doble que en Bolivia, 80% más que en México y 20% más que sus vecinos Brasil y Argentina, socios en el Mercosur y desde donde llega sin aranceles buena parte de las importaciones.

En productos de higiene y limpieza, Uruguay es 58% más caro que el promedio de países, según el estudio. En alimentos y bebidas no alcohólicas, 55%. Y en artículos de informática y electrónica, 43%.

"Efecto país"

Este fenómeno se da con mayor fuerza en rubros en los que prácticamente no hay producción nacional -o directamente no existe- y se deben importar, le explicó a BBC Mundo Ignacio Umpierrez, economista e investigador del CED.

Y la lista de artículos que no se producen en Uruguay es muy larga.

Umpierrez agregó que los precios más altos que pagan los uruguayos no tienen que ver con una cuestión coyuntural del valor del peso uruguayo frente a otras monedas, sino que es un hecho que ha perdurado a lo largo del tiempo.

"Es algo que responde a un efecto país", afirmó.

Por "efecto país" se refiere a algunas condiciones que hacen que el país sea caro.

El investigador y un grupo de colegas hallaron que el mercado uruguayo -que es pequeño porque en el país viven 3,5 millones de personas- se concentra en pocas empresas que suman gran parte de esas importaciones.

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El puerto de Montevideo es caro para los importadores en comparación a lo que se paga en otros países, dijo el economista Sebastián Fleitas.

"En mercados concentrados, el poder de fijación de precios de las empresas es mayor", señaló.

Como consecuencia de esa falta de competencia, encontraron que la ganancia por producto era casi siempre más de la mitad del precio que paga el consumidor final. Es decir, algo que se importó a 10, el ciudadano de a pie lo paga a más de 20.

Umpierrez calificó esos márgenes como "relativamente elevados", aunque dijo desconocer por cuántos intermediarios pasan los productos entre el importador y el consumidor final.

El economista uruguayo Sebastián Fleitas, profesor de economía de la Universidad Católica de Chile especializado en temas de competencia y mercados, señaló un aspecto del comercio internacional que el país no puede cambiar: "Uruguay está lejos del mundo, y por eso tiene costos de transporte y logística mayores" cuando los productos no provienen de sus vecinos.

Añadió que con la mayoría de países existen aranceles y tasas más altos que en otras regiones del mundo, además de la obligación de contratar a un agente de aduanas para cada importación.

Y todo va sumando.

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Barreras contra la competencia

Fleitas le dijo a BBC Mundo que Uruguay es caro por "dos problemas centrales": la falta de competencia y los sectores regulados por el Estado, "donde la regulación tiene serios problemas".

"Es un país chiquito, donde nos conocemos todos y donde hay muchísima interacción entre regulados y reguladores, que no es ilegítimo pero que pone algunos desafíos adicionales para la defensa de la competencia, en legislaciones de control de lobby y ese tipo de cosas que hacen que desarmar esto del país caro sea un conjunto de batallas chicas, pero que cada una demanda un montón de capital político", argumentó.

El experto dijo que hay mucho camino por recorrer, pero que existen cosas que se pueden hacer para que el país sea más barato.

Estas regulaciones generan barreras, como los registros sanitarios de alimentos, bebidas, productos de higiene y demás.

"Para poder ingresar un producto a Uruguay, tiene que estar registrado sanitariamente ante el Ministerio de Salud Pública", explicó Umpierrez. Pero las grandes empresas "básicamente son dueñas de su ficha técnica por temas de exclusividad o por acuerdos comerciales", agregó.

Eso implica que, por ejemplo, si una empresa uruguaya cualquiera quisiera importar esa pasta de dientes comprándola a US$1,28 a un supermercado o almacén mayorista brasileño, el Estado uruguayo no se lo permitiría porque la empresa no tiene la ficha técnica del producto.

Y no importa que sea exactamente la misma pasta de dientes que ingresa la filial de la multinacional.

"Si no estamos protegiendo una industria, no estamos protegiendo empleo, ¿acaso estamos protegiendo la renta monopólica de un importador?", se preguntó el economista Alfonso Capurro, de la consultora local CPA/Ferrere.

Capurro subrayó que hay regulaciones que "buscan genuinamente proteger al consumidor", pero que existe "inercia y hay un conjunto de acumulaciones de distintas regulaciones que se han ido construyendo en el tiempo en forma de sedimento".

"Nadie se aseguró de que ese conjunto de regulaciones se estaban solapando e impidiendo que el mercado funcionara mejor", sostuvo.

CPA/Ferrere elaboró otro estudio a pedido del Banco Central, en este caso respecto a los precios de frutas y verduras.

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Uruguay es 27% más caro en promedio que un conjunto amplio de países desarrollados y emergentes, según un estudio.

Capurro, uno de los economistas que trabajó en esa investigación, le explicó a BBC Mundo que la importación de algunos de estos alimentos está prohibida por reglas fitosanitarias, por lo que se debe comercializar solamente la producción local.

Pero según dijo, esa regulación no se utiliza con fines de salud sino como medida proteccionista, ya que en momentos de escasez interna los gobiernos han habilitado el ingreso.

"Eso hace que las frutas y verduras sean más caras en promedio de lo que podrían haber sido si se importaran, y eso es un precio en exceso que pagamos los consumidores", aseguró.

El estudio analizó el valor de determinadas frutas y verduras en los mercados mayoristas a lo largo del tiempo en Uruguay y Brasil. El tomate, por ejemplo, se paga el triple en Uruguay.

"Si a los productores les quitás esas protecciones, el sector desaparece. Es un subsidio encubierto", remarcó Capurro.

Al mismo tiempo, los productores uruguayos de frutas y verduras tienen que trabajar en un sistema con altos costos, puntualizó Capurro.

El sistema de impuestos y altos costos de los energéticos

Capurro explicó que otro de los factores que incide en los precios elevados es el sistema tributario uruguayo.

Además del IVA, algunos productos son gravados con otros impuestos que los encarecen.

"Nuestro sistema tributario es un poco antiguo, está muy basado en impuestos directos al consumo y no tanto en impuestos a las personas. Se paga menos en impuestos como el de la renta, pero se pagan directamente en los bienes que se consumen", explicó Capurro.

Un ejemplo de ello son los combustibles. Uruguay tiene el litro de gasolina más caro de América Latina y el decimoquinto en el mundo -casi la mitad del precio son impuestos-.

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La petrolera estatal uruguaya, Ancap, tiene el monopolio de la fabricación de combustibles en el país sudamericano; la distribución y expendio está repartida con otras dos compañías extranjeras, aunque el precio al consumidor es igual en cualquier estación de servicio del país.

También es caro el diésel, porque un porcentaje del precio por litro se destina a subsidiar el transporte público, algo que luego se traslada a los costos de transporte y distribución de cualquier producto.

A su vez, los márgenes de ganancia de distribución -transporte y expendio- son elevados porque "los camioneros y las estaciones de servicio no están dispuestos a competir", explicó Capurro.

Algo similar sucede con la electricidad; las tarifas están entre las más altas del mundo, en parte por las inversiones que se hicieron en la década pasada para aumentar la producción de energía de fuentes renovables por fuera de la hidráulica.

País de ingresos altos

Uruguay es el país de América Latina con mayor Producto Interno Bruto per cápita, de unos US$22.000, y eso lo coloca en la categoría de países de ingresos altos, según la clasificación del Banco Mundial.

En cada hogar uruguayo ingresan mensualmente unos US$2.500 en promedio, según el Instituto Nacional de Estadística.

Pese a lo alto de los salarios en la comparación regional, los uruguayos sienten que vivir en su país es muy caro.

En España, por ejemplo, ingresan unos US$3.200 al mes, y no es solamente que ganen más, sino que las compras cuestan 25% menos que en Uruguay, de acuerdo a la comparación del CED.

Incluso en la comparación con los países que son más caros que Uruguay, el sudamericano sale perdiendo.

"Copenhague es caro, pero por buenos motivos. La gente vive muy bien ahí, cobra muy buenos salarios y están contentos con eso", dijo Fleitas.

"Tenemos salarios bajos para el nivel de costo de vida, pero a su vez altos para los niveles de productividad", dijo Umpierrez.

El economista del CED señaló el factor salarial entre aquellos que hacen caro al país, porque los métodos para determinar los sueldos son "bastante más rígidos que en el resto de los países" de su investigación.

Lo que sí es más barato en Uruguay que en los países desarrollados es la vivienda. El precio medio de un alquiler en Uruguay es de unos US$500, mientras que en España es el doble, de acuerdo a cifras oficiales.

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Uruguay es considerado por el Banco Mundial como país de ingresos altos.

Los tres economistas coincidieron en que el Estado de bienestar que provee Uruguay tiene sus costos, y que eso se traslada a precios.

Pero que una parte es beneficiosa para la población y otra no.

"Lo que nos complica es que somos caros por cosas que no generan bienestar a la población, sino que son rentas que se las quedan unos pocos empresarios y unos pocos trabajadores que están en esos sectores" de grandes márgenes de ganancia, resumió Fleitas.


  • Felipe Llambías
  • Role,BBC News Mundo

Las razones por las que los aguacates son tan controvertidos y malos para el medio ambiente

 


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La creciente demanda de aguacates en Europa y América del Norte ha triplicado la producción mundial en poco más de 20 años.

Sin embargo, esta popular fruta es cada vez más controvertida debido a los impactos ambientales de su cultivo y distribución en todo el mundo.

Estos problemas no son inherentes a los aguacates en sí, que pueden ser parte de una dieta sostenible y saludable, sino que reflejan algunos de los problemas profundamente arraigados asociados con su producción.

Los aguacates son originarios de América Central y del Sur, donde el clima cálido y templado proporciona condiciones ideales para su cultivo.

Hay cientos de variedades, sin embargo, la que la mayoría de nosotros conocemos hoy es la variedad Hass, cuyo origen se remonta a un solo árbol plantado hace casi 100 años.

Parte del aumento de la popularidad del aguacate en las últimas décadas se debe a su comercialización como un "superalimento".

Aunque algunas afirmaciones sobre sus beneficios para la salud pueden haber sido exageradas, es cierto que los aguacates son una buena fuente de vitaminas, minerales y grasas no saturadas, que les dan su textura cremosa.

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La creciente demanda de aguacates en Europa y América del Norte ha triplicado la producción mundial en poco más de 20 años.

¿Por qué los aguacates son tan controvertidos?

Como ocurre con gran parte de la agricultura moderna, la mayoría de las plantaciones de aguacate dependen en gran medida de fertilizantes y combustibles fósiles, lo que contribuye al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Tienen rendimientos de cosecha menores que muchos otros cultivos y, por lo tanto, tienen una mayor huella de carbono por kilogramo de fruta.

En promedio, los aguacates tienen una huella de carbono de alrededor de 2,5 kg de CO₂ equivalente (kg de CO₂e) por kg; es decir, todos los gases de efecto invernadero resultantes de la producción y el transporte de aguacates, como el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso, incluidos en el equivalente de CO₂ del calentamiento.

La huella de carbono de los aguacates es más del doble que la de los plátanos (0,9 kg de CO₂e por kg) y más de cinco veces mayor que la de las manzanas (0,4 kg de CO₂e por kg), aunque solo es ligeramente peor que la de los tomates (2 kg de CO₂e por kg).

Pero estas cifras son pequeñas en comparación con la huella de carbono promedio mundial de la mayoría de los productos de origen animal.

Un kilo de huevos tiene una huella de carbono de 4,6 kg de CO₂e, un kilo de pollo tiene una huella de carbono de 9,8 kg de CO₂e y un kilo de carne de vacuno tiene una huella de carbono de 85 kg de CO₂e en promedio.

Para quienes viven fuera de América, las grandes distancias que suelen recorrer los aguacates pueden no ser tan importantes como se cree comúnmente, al menos en términos de carbono.

La gran mayoría de los aguacates se transportan por barco, lo que supone unas emisiones de carbono relativamente bajas debido a las enormes cantidades que se pueden transportar en un solo viaje.

Incluso cuando viajan miles de kilómetros, el transporte marítimo produce tan solo 0,2 kg de CO₂e por kilo de aguacate, lo que suele ser mucho menos que la huella de carbono que supone su cultivo.

El transporte marítimo conlleva otros problemas.

La excesiva dependencia del transporte marítimo ha creado un sistema alimentario vulnerable a los impactos y las perturbaciones. Los atascos y los cuellos de botella logísticos (por ejemplo, el bloqueo del canal de Suez por un buque portacontenedores en 2021), las hambrunas o las guerras en una parte del mundo pueden provocar perturbaciones o escasez de alimentos en muchos otros países.

Es probable que el problema se agrave a medida que se profundice la crisis climática.

Este problema no es exclusivo de los aguacates, pero pasar a una mayor producción de alimentos de origen local puede generar más resiliencia y ayudar a protegernos contra futuras escaseces de alimentos.

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La huella de carbono de los aguacates es más del doble que la de los plátanos.

Una carga ambiental

Los árboles del aguacate son plantas muy sedientas, que requieren una media de unos 1.000 litros de agua por kg.

Esta cantidad es superior a la de la mayoría de las frutas y verduras, pero inferior a la de algunos cereales como el arroz.

El principal problema es que los aguacates se cultivan en regiones que sufren estrés hídrico.

México, el mayor productor de aguacate del mundo, está atravesando períodos prolongados de sequía, por lo que el riego de las plantaciones de aguacate puede estar socavando el acceso de la población local al agua.

Este problema de la distribución justa del agua podría empeorar en las próximas décadas.

También hay que tener en cuenta los impactos sobre la naturaleza.

Tradicionalmente, los árboles de aguacate se plantaban en parcelas mixtas con otros cultivos y se cosechaban como alimento de subsistencia, exportándose solo el excedente.

Esta práctica cambió a medida que aumentaba la demanda en Estados Unidos y Europa.

Los aguacates se cultivan ahora principalmente como producto de exportación, y la producción se está trasladando a grandes plantaciones de monocultivo para maximizar la productividad.

Estos monocultivos han desplazado a otros cultivos nativos y son mucho más vulnerables a las plagas y enfermedades que las plantaciones mixtas.

Todo esto implica que es necesario utilizar mayores volúmenes de pesticidas químicos y fertilizantes sintéticos, lo que, a su vez, afecta negativamente a la biodiversidad, la calidad del suelo y la salud humana.

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Los árboles de aguacate son plantas muy sedientas, que requieren una media de unos 1.000 litros de agua por kg.

Peor aún, en algunas regiones las nuevas plantaciones de aguacate están impulsando la deforestación.

Cada año se talan hasta 25.000 hectáreas de bosque en el estado de Michoacán, la principal región productora de aguacate de México, que produce la mayor parte de los aguacates que se venden en Estados Unidos.

Michoacán tiene una rica cubierta forestal que es el hogar de varios animales en peligro de extinción, como jaguares, pumas y coyotes.

Por lo tanto, el aumento de la producción de aguacate en esta región podría ser una amenaza masiva para la biodiversidad.

Por último, hay que tener en cuenta los impactos humanos.

Si bien el comercio del aguacate puede ayudar a las poblaciones locales al proporcionar ingresos a los agricultores, también son ellos los que están sufriendo el peso de los problemas ambientales.

Además, las plantaciones de aguacate se han relacionado con el crimen organizado y los abusos de los derechos humanos, y algunas ciudades y pueblos están tan hartos de los problemas que han prohibido los aguacates por completo.

Lamentablemente, no hay respuestas fáciles.

La búsqueda de aguacates de comercio justo o producidos orgánicamente puede ayudar en términos de impactos humanos y de biodiversidad, pero los procesos de certificación están lejos de ser perfectos y a menudo son demasiado caros para los pequeños agricultores de los países en desarrollo.

Además, es posible que no generen menos emisiones que las plantaciones de monocultivo.

Los aguacates no son el único alimento con una carga ambiental.

Tienen una huella de carbono mucho menor que la mayoría de los productos animales y son solo uno de los muchos cultivos en los que una sola variedad domina el mercado.

Pero tampoco debemos desestimar el daño que la producción de aguacates está causando a la naturaleza y a las poblaciones locales.

El mejor consejo para los consumidores puede ser considerar variedades alternativas de aguacate siempre que sea posible para reducir la demanda de plantaciones de monocultivo.

Cuando no estén disponibles, la mejor opción probablemente sea tratar de ver los aguacates como un capricho en lugar de un alimento básico habitual.


*Thomas Davies es investigador honorario del Centro de Medio Ambiente de la Universidad de Lancaster, Inglaterra. Este artículo apareció en The Conversation. Puedes leer la versión original aquí.

  • Thomas Davies
  • Role,The Conversation *