Cuando a los 15 años de edad Eric Rash se suicidó, en 2011, su
familia y amigos querían saber por qué.
Tratando de encontrar respuestas, acudieron a la página de Facebook de Eric,
pero tras intentar sin éxito adivinar su contraseña, apelaron al gigante de las
redes sociales para que les otorgara acceso.
se negó.
Darle acceso no autorizado a alguien que no sea el titular de la cuenta, la
empresa dijo, va en contra su política de privacidad.
Los Rash, que viven en Virginia, trataron de imponer su voluntad en los
tribunales, pero pronto se dieron cuenta de que no había ninguna legislación que
cubriera la gestión de "activos digitales".
La trágica batalla de la familia es sólo uno de muchos ejemplos que
demuestran que en internet estamos tremendamente mal preparados para lidiar con
la muerte.
En los dos años desde el caso de la familia Rash -que llevó a la introducción
de una propuesta para una ley federal relativa a los datos de los menores de
edad- pocos países han emitido claras directrices sobre los derechos de las
familias a acceder a los datos de sus difuntos.
Y a pesar de que cada vez ponemos más de nuestras vidas en la nube, pocos de
nosotros nos estamos preparando para nuestra vida digital de ultratumba.
Alcanzando la madurez
"Acumulamos más registros digitales en nuestras vidas que físicos", le dice a
la BBC Evan Carroll, quien dirige el Digital Beyond, una página web que explora
el tema de la muerte digital.
"Pero todavía no hemos entrado en la etapa en la que tomamos en serio la
pregunta de qué pasa con esos registros".
Desde que Carroll y su amigo John Romano plantearon por primera vez la
cuestión de la vida digital tras la muerte en el festival South by Southwest
(SXSW) en 2009, algunas compañías prominentes han desarrollado políticas para
tratar con clientes fallecidos.
Google tiene un proceso que les permite a los usuarios planificar lo que
quieren hacer con su cuenta y en ocasiones proporciona el contenido de cuentas
de correo electrónico para las que no se han dejado instrucciones específicas,
después de una "revisión cuidadosa".
Facebook y Yahoo han adoptado una postura más estricta y no entregan datos
sin una orden judicial, pero el primero permite que los familiares elijan si
quieren cerrar la cuenta o convertirla en una página conmemorativa.
Sin embargo, muchas empresas web están quedando rezagadas.
Servicios basados en la nube que almacenan nuestros datos financieros,
correos electrónicos, colecciones de música, las interacciones de los medios
sociales, fotos y muchos otros artículos potencialmente valiosos tienen
políticas diferentes sobre la propiedad de datos, si es que efectivamente las
tienen.
Como resultado, es más difícil legarle una colección de iTunes a un ser
querido que dejarle la colección de CDs en una caja de zapatos.
Testamentos digitales
¿Por qué estamos dejando a nuestras identidades digitales a merced del
azar?
Parte del problema es que los usuarios de internet han tendido a ser
demasiado jóvenes para preocuparse de su mortalidad.
Sin embargo, a medida que el navegador promedio envejece, la idea de redactar
un "testamento digital" está tomando fuerza.
"Miles de miembros nuevos se han suscrito", asegura en conversación con la
BBC Paul Golding, quien hace un año lanzó El legado Cirrus, un servicio que
permite registrar los datos de inicio de sesión de todas las cuentas en línea y
dejarle instrucciones a un tutor designado.
"La gente está comenzando a darse cuenta de lo que podrían perder".
Poner los detalles de su voluntad respecto a su vida en línea no es una
opción pues esos documentos son accesibles al público, pero señalar dónde se
pueden encontrar es una apuesta más segura. Aunque con las contraseñas y nombres
de usuario cambiando todo el tiempo, el desafío es mantener la información
actualizada.
La planificación de patrimonio digital, como se conoce el proceso de
presentación de sus datos con terceros, es un negocio cada vez más popular y
varios servicios en línea ofrecen mucho más que simplemente ayudar a acceder a
las cuentas.
Algunos, como Mi vida maravillosa, permiten que los miembros le escriban
mensajes a sus seres queridos desde la tumba. Otros, como la aplicación ifidie
de Facebook, dan la oportunidad de compartir un chiste póstumo o grabación un
vídeo confesional para que se publique tras el fallecimiento.
Costo de la inacción
Pero son los servicios más convencionales ofrecidos por estas empresas que
están demostrando ser vitales para las familias de duelo.
La mayoría de las veces, las familias no saben qué cuentas online tenía su
pariente, sin mencionar los detalles como el nombre de ingreso.
Y el costo de no saber siquiera una contraseña de correo simple puede ser
enorme, explica Evan Carroll.
"El correo electrónico sirve muchos propósitos y sólo uno de ellos es el
equivalente digital de nuestros buzones", afirma y declara: "Es la llave maestra
para muchas otras cuentas".
Aunque hay que anotar que dejar una lista de sus cuentas en línea y
contraseñas con un servicio digital es una solución arriesgada.
Poner todos los datos personales de seguridad en línea en un solo lugar lo
deja a uno a merced de un ataque pirata. Además, como Golding admite, si
recibiera la "información correcta" de un tribunal de justicia, requiriendo que
entregue una lista de contraseñas, él "tendría que cumplir".
Además, utilizar los datos de inicio de sesión de un familiar muerto es
potencialmente ilegal. Los términos y condiciones de la mayoría de los servicios
online establecidos declaran que nadie que no sea el propietario está autorizado
a utilizar la cuenta.
Por otro lado, es posible que sus seres queridos ni siquiera agradezcan que
se les leguen algunas revelaciones póstumas. Detalles de aventuras
extramaritales o adicción al juego, que se hubieran ido a la tumba, podrían
quedar disponibles para los deudos.
Sin embargo, mientras se afinan los detalles sobre el patrimonio digital,
Carroll insta a hacer algo, incluso si sólo es escribir una lista a mano y
ponerla en un lugar seguro conocido solamente por una persona de confianza.
"Muchas personas dicen 'no tengo nada importante en línea', pero nunca se
sabe qué será de valor para tu familia en el futuro", advierte.
Tres pasos para un testamento digital
Carroll y Romano ofrecen un proceso de tres pasos para preparar un testamento
digital, que son:
Conciencia - escriba un inventario adecuado de todas las
cuentas en línea, así sus seres queridos sabrán que existen
Acceso - detalle lo necesario para poder acceder a las
cuentas
Deseos - especifíque qué personas quiere que tengan acceso,
y si desea que los datos se destruyan, se le pasen a otro o se le envíen a un
tercero
Joe Miller BBC Última actualización: Sábado, 12 de octubre de 2013
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