Me gusta, corazones, retuits, followers… Bienvenidos al siglo XXI y a la dictadura del like y del reconocimiento instantáneo virtual, un universo ante el que los adolescentes son especialmente vulnerables
Me gusta, corazones, retuits, followers… Bienvenidos al siglo XXI y a un nuevo fenómeno: la dictadura del like. El mundo actual se rige por estos nuevos barómetros de medición social que se han convertido en sinónimo de reconocimiento, aceptación y popularidad, especialmente para los adolescentes. Tanto es así que el like es ya una moneda de cambio y un fin en sí mismo: todo vale para conseguir el mayor número de me gusta, de seguidores y dejar huella digital.
Cada día se dan 4.200 millones de likes en redes sociales como Instagram, a la que sus 500 millones de usuarios activos mensuales suben más de 95 millones de fotos y vídeos al día.
Estos datos dan cuenta de la importancia que han adquirido las redes sociales, especialmente para los más jóvenes, y de cómo se han erigido como el principal baremo para medir la aceptación en su entorno social que, además, ahora es más amplio y no se reduce solo a su centro educativo o a los amigos del barrio.
De hecho, conseguir likes en Instagram suponen un motivo de satisfacción para el 70% de los millennials, según un encuesta reciente realizada por Kaiku Caffè Latte. Estos jóvenes nativos digitales pasan más de cuatro horas diarias en las redes sociales, que se han convertido para ellos en un medio natural para relacionarse y mostrarse a los demás. Por eso, no es de extrañar que más del 75% de los encuestados cuide el contenido que sube a Instagram y que a más del 38% le preocupe bastante no tener una amplia comunidad de seguidores, ya que a más followers y likes, más éxito social.
El problema de este mundo de estrellas fugaces virtuales es que se corre el riesgo de vivir en una pose constante para gustar a los demás. No está permitido enfadarse, tener un mal día o no ser el más cool e interesante de tu comunidad porque eso no queda bien en nuestro perfil social. Necesitamos seguidores que nos valoren positivamente, porque nos hace sentir triunfadores. Esto es un arma de doble filo que puede derivar en una adicción a las redes sociales y al refuerzo instantáneo, o en otros síndromes como el FOMO (Fear of Missing Out), es decir miedo a sentirse fuera del núcleo social y a perderse algo si no se está permanentemente conectado. Un temor que se puede convertir en una obsesión, llegando a provocar estrés, ansiedad y hasta depresión.
Si esto es así para los adultos, mucho más para los menores ya que son más vulnerables e influenciables y que están justamente en esas etapas de formación de su personalidad. Para ellos, la ecuación “a más seguidores o likes, más popularidad y más éxito” se puede tornar en una auténtica tiranía que modifique no ya sus hábitos de vida sino que también puede provocar otros problemas de baja autoestima o, incluso, influir en su identidad.
Tal y como recuerda la iniciativa Por un uso Love de la tecnología, con la que Orange pretende sensibilizar a adultos y menores de la importancia de hacer un uso responsable de internet y las redes sociales, a las grandes ventajas de la tecnología se suman también riesgos como este de la ‘adicción’ al reconocimiento virtual. Ser preso de la dictadura del like puede hacer que los adolescentes construyan una identidad falsa o cambien sus gustos personales, musicales o ideológicos para adaptarse a la moda. En los casos más extremos, pueden llegar a plantearse acciones arriesgadas o ponerse en situaciones de peligro con el solo fin de llamar la atención y aumentar su cuota de me gusta.
Otro riesgo, menos visible y silencioso pero más potente y duradero, es que esta generación se está acostumbrando al refuerzo inmediato y mide su satisfacción en función de esos estímulos positivos que les llegan de las redes sociales. Esto tiene una causa física, según los expertos, ya que cada me gusta es una pequeña dosis de euforia que, al generar dopamina, se puede llegar a convertir en adictiva. “En el pasado, los adolescentes formaban sus propios juicios en base a cómo respondían las personas de su alrededor, pero cuando se trata de likes, no hay ambigüedad”, dice Lauren Sherman, autora de un estudio de UCLA que analiza cómo los likes influyen directamente en los adolescentes al ‘sobre activar’ el área cerebral relacionada con el procesamiento de recompensas, la imitación y la atención.
Consejos para que no caer en la dictadura del 'like'
Habla con tus hijos. La comunicación es un pilar fundamental de cualquier relación y mucho más en la adolescencia. Eso sí, han de ser conversaciones distendidas e informales, no una discusión que les lleve a ponerse a la defensiva. Para conocer que influencias exteriores reciben, es importante que conozcas cómo ven sus relaciones, qué personas tienen más ascendiente sobre ellos, a quién siguen en redes sociales o qué contenido suelen compartir.
Trabaja sobre su autoestima. Los jóvenes están en plena formación de su carácter y son muy vulnerables a los estímulos externos, positivos y negativos. Por ello, necesitan reconocimiento y valoración, ya que así se refuerza su autoestima. Una buena forma de ayudarles en este sentido es destacar las cosas que hacen bien sin que se lo esperen.
Amigos, muchos y variados. Procura que tus hijos tengan varios grupos de amigos con los que experimentar distintas formas de pensar y relacionarse. De este modo serán menos vulnerables a la influencia de un único grupo.
Siempre con su consentimiento y, sobre todo, si son pequeños, supervisa las fotografías que comparten en sus redes sociales, y presta atención si éstas empiezan a ser atrevidas, si tus hijos se muestran en situaciones arriesgadas o reflejan su participación en algún reto peligroso en la red.
No todo es inmediato. La dictadura del like impone el refuerzo inmediato. Por eso, es fundamental que pongas a tus hijos retos y planes a medio o largo plazo, de forma que se acostumbren a hacer cosas sin obtener un resultado inmediato, sin esfuerzo y de una forma artificial. Solo así aprenderán que lo más significativo siempre requiere esfuerzo y dedicación, que la vida en realidad no se mide por el número de aplausos virtuales y que es tan importante alcanzar una meta como perseguirla.
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