La granja de criptomonedas Bitfarms en Quebec (Canadá) (Christinne Muschi / Bloomberg)
Los grandes bancos hacen pruebas con lanzar su propia moneda virtual
Ha transcurrido una década desde el lanzamiento de la criptomoneda bitcoin y, pese a sus altibajos en la cotización bursátil y las alarmas que ha encendido en el mundo financiero tradicional, esta tecnología ha sumado en los últimos dos años más adeptos que nunca.
Basta con echar un vistazo a las métricas de la plataforma blockchain para comprobar cómo el número de transacciones está marcando un récord, al alcanzar los 456 millones, la cifra de usuarios también –está en 42 millones de carteras– y la cotización bursátil, aunque no registra los máximos de hace unos meses, otorga al bitcoin un precio que ronda los 9.000 euros por moneda. El mercado de las criptomonedas también está viviendo un buen año, apunta un estudio realizado por el Observatorio de Digitalización Financiera (ODF) de Funcas y Finnovating. La capitalización del criptomercado en su conjunto aumentó un 159% en el primer semestre del 2019 y pasó de 125.000 millones de dólares al cierre del 2018 a 325.000 millones a finales del pasado mes de junio.
Bitcoin
La moneda virtual tiene cerca de 42 millones de usuarios en todo el mundo
Los analistas señalan que la expectativa generada en torno a la criptomoneda libra de Facebook ha animado a los inversores. Siguiendo la tendencia de los últimos años, Singapur, Hong Kong y Reino Unido han sido las tres regiones con mayor actividad durante este primer semestre del 2019. En cuanto a España, el país se encuentra en el puesto decimoctavo respecto al número de usuarios con cuentas en casas de cambio de criptomonedas.
Dejando de lado la especulación en los mercados, Miguel Caballero, ingeniero especializado en blockchain y director de la escuela online Tutellus, comenta que estos datos confirman la robustez de la tecnología. Sin ir más lejos, el pasado 12 de septiembre, el banco Santander emitió un bono por 20 millones de euros en la criptomoneda ethereum y hace unos meses, este mismo banco se alió con una decena de grandes entidades financieras para crear la criptomoneda fnality. El mayor banco de Estados Unidos, JP Morgan, ha anunciado este año planes para lanzar su propia criptomoneda. Aunque estas iniciativas son de pequeño tamaño y a modo de prueba, demuestran el interés que despierta esta tecnología. Este año, países como Suiza, Finlandia o Brasil han anunciado medidas para regular formalmente las criptomonedas.
Caballero comenta que en la mayoría de países del mundo, como sucede en España, el sector no goza de una regulación específica y opera en ocasiones en limbos legales.
Aunque el sector financiero es el que más actividad genera dentro de la tecnología blockchain, otros sectores como el inmobiliario o la logística también están presentando grandes avances. Según un estudio de la consultora Markets and Markets, el sector de la blockchain –la tecnología que está detrás de las criptomonedas y todas aquellas transacciones de bloques que se hacen de forma descentralizada– ha atraído una inversión de 2.500 millones de euros a nivel mundial. La perspectiva de crecimiento es elevada. En el 2023, se pronostica que el sector llegará a captar casi 16.000 millones de dólares.
Europa sienta los estándares
España y una treintena de países europeos más han reconocido la vital importancia de la cadena de bloques en el futuro de las transacciones, la industria y múltiples áreas como la salud, la administración y los seguros. En el seno de el Comité Europeo para la Estandarización (CEN) y el Comité Europeo para la estandarización eléctrica (Cenelec), han publicado un libro blanco sobre el blockchain que sienta los estándares para el correcto funcionamiento de esta tecnología. El propósito no es otro que evitar normativas dispares o contradictorias que dificulten el funcionamiento de esta tecnología en Europa. La Unión Europea ha declarado legales las criptomonedas pero la regulación de las transacciones compete a los países. Entre las principales recomendaciones, los estados instan a la Comisión Europea fomentar la adopción de intercambios de datos bilaterales, establecer protocolos de comunicación y datos abiertos especialmente en el ámbito de la industria, abordar la identidad digital y la gestión de firmas. El libro también aboga por la sostenibilidad, limitar el uso de blockchain al mínimo necesario ya que considera que el consumo de energía es muy elevado.
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