Cada vez más empleados consideran la conciliación y el teletrabajo como factor determinante para su felicidad laboral. (iStockphotos)
La flexibilidad horaria es la principal variable a la hora de evaluar la satisfacción en el trabajo
La elección entre el tiempo y el dinero es un dilema tan viejo como cruel. Decidir entre disponer de horas para llevar adelante tus proyectos personales–pero sin dinero para hacerlo–, o, por el contrario, lograr el capital necesario a costa de sacrificar horas libres. Pero, ¿es posible combinar ambas cosas?
Cada vez son más los trabajadores que opinan que sí, y por ello apuestan por la flexibilidad horaria incluso por encima del sueldo a la hora de elegir un puesto de trabajo. Se trata de una tendencia impulsada por los cambios en nuestra sociedad, la desaparición del modelo tradicional de familia, la entrada de la mujer en el mercado laboral y, sobre todo, un cambio en la forma de entender la vida, donde el trabajo y el éxito profesional han perdido peso.
Según un reciente estudio, la conciliación es más importante que el sueldo o el éxito para un 37% de los trabajadores, un porcentaje que la sitúa como la principal variable a la hora de evaluar la satisfacción que se siente en el puesto de trabajo. Por detrás quedarían otros aspectos como la realización personal y el éxito, o contribuir a un buen objetivo, aspectos favoritos para el 19% y el 14% respectivamente. De esta encuesta, publicada por la firma Udemy for Business, también se deriva que seis de cada diez empleados aceptarían un sueldo más bajo a cambio de trabajar en una compañía cuya meta compartan, un dato que vuelve a incidir en el hecho que el sueldo no lo es todo a la hora de valorar un empleo.
A la misma conclusión llega la encuesta de Adecco sobre la felicidad en el trabajo, que en su última edición sitúa la conciliación laboral y personal como el factor determinante para alcanzar la felicidad en el trabajo. Este estudio valora con un 8,22 sobre 10 el hecho de disfrutar de un horario que permita conciliar vida persona y familiar. Los otros factores que determinan el bienestar en el trabajo son tener un buen ambiente laboral (8,21), tener un buen jefe (7,98) y, cómo no, un buen salario, preferencia situada en cuarto lugar, con un 7,94.
Seis de cada diez empleados aceptarían un sueldo más bajo para trabajar en una compañía cuya meta compartan
“Una vez que tenemos trabajo y que es más estable, empezamos a valorar cosas cómo poder dedicar tiempo a los hobbies o la familia” explica Iria Vázquez-Palacios, directora de formación y desarrollo del grupo Adecco. “Adecco lleva ocho años lanzando la encuesta sobre felicidad, y este es el primero en el que la conciliación laboral alcanza la primera posición. Antes ya había aparecido pero se ha colado en primer lugar por delante del salario, que cuando comenzamos la encuesta era de los puntos más valorados”.
Este cambio tampoco es ajeno a la crisis económica sufrida años atrás, que cambió drásticamente las prioridades de los asalariados. Pero más allá de esa cuestión estacional, explican los expertos en recursos humanos que hay un factor que ha venido para quedarse: el envejecimiento de la población. “Nos estamos haciendo mayores, la natalidad cada vez es inferior y la población activa de más de 45 años incrementa puntos cada año. Y a más edad, más valoramos el tiempo libre, tenemos más responsabilidades familiares y más valoramos que la empresa nos ofrezca opciones de conciliar, y esto es lo que asemejamos más a la felicidad”.
Que la preferencia por la conciliación es una cuestión de edad lo demuestra la encuesta de Udemy, que destaca la preferencia de los millenials por un trabajo que les ofrezca un aprendizaje constante, así como posibilidades de crecimiento y desarrollo. La posibilidad de conciliar sólo es importante para un 25% de esta franja, comparada con el 48% de baby boomers que la ven como una prioridad.
Estos datos no sorprenden a Teresa Torns, doctora en Sociología y profesora de la Universitat Autònoma de Barcelona, que recuerda que para poder decir que algo no te gusta, que no lo quieres, “primero lo has de tener”, una posibilidad difícil de lograr para las nuevas generaciones. “Muchos ya querrían tener el problema de la conciliación cuando hay tanta precariedad”.
Los millenials valoran más el aprendizaje constante que la conciliación; los baby boomers, la ven como prioridad
Eso no significa que no exista el deseo de disponer de más tiempo libre, pero éste se detrae de otros ámbitos. “Una manera de ver por qué hay pocas criaturas es porque las mujeres han aprendido que un hijo cuesta mucho, pero no solo dinero, sino tiempo”, sentencia Torns.
“La idea de carrera individual, exitosa, en la que no te puedes distraer ni un solo minuto, ha entrado en la mentalidad de muchas mujeres jóvenes, que piensan que si no están plenamente disponibles no solo ponen en riesgo su carrera profesional, sino que se sienten frustradas, sobre todo si hacen el trabajo que les gusta”. La solución pasa por “aprender a regular el horario laboral siguiendo los momentos del ciclo de vida”, explica. “Es muy diferente la disponibilidad laboral que tienen las personas jóvenes que están entrando en el mercado laboral, que las de más de 40, o las que están pensando ya en jubilarse”.
“Es diferente la disponibilidad laboral de los jóvenes que la de los de más de 40 o la de quienes piensan en jubilarse”
¿Es posible llevar a cabo esta conciliación? Para un 86,7% de los encuestados por Adecco, una mayor racionalización de los horarios o la posibilidad de teletrabajar en ocasiones aumentaría su felicidad laboral. Unos criterios que comparte Iria Vázquez-Palacios tras experimentarlos en primera persona en su propia empresa.
“Esta posibilidad nos parecía una utopía porque pensábamos que íbamos a perder en productividad, pero la realidad está siendo todo lo contrario”, afirma. “Lo que estamos viendo es que la gente es muy responsable; evidentemente cuando estás de cara al cliente tienes que cubrir unos horarios, pero luego te das cuenta que para cada persona la flexibilidad tiene un nombre y un apellido distinto”, destaca.
Y lo ejemplifica: “Uno valora más hacer deporte a partir de las 6 de la tarde, otro dejar a sus niños en el colegio a las nueve de la mañana… Al final esto redunda en más felicidad, más motivación, más productividad, y los resultados son mejores, incluso en menos tiempo”. No es cuestión de número de horas de trabajo “sino que en el tiempo en que trabajas estés bien organizado, que esté bien pautada la organización de tareas, cuáles son los resultados que la empresa espera del trabajador”.
Estas medidas de flexibilización pueden, además, servir para equilibrar la balanza en cuestión de géneros. “Algunas mujeres que tradicionalmente veían que la única opción de conciliar era reducirse la jornada, si les das opciones de hacer una jornada distinta, que empiece a las ocho y acabe a las tres, ven que pueden compatibilizarla con el cuidado de los hijos.” Estas medidas ayudan a que las mujeres tengan más facilidades en su carrera profesional “y esto lo veremos en el medio plazo, no tanto en el corto”.
Para llevar adelante las propuestas de flexibilidad hay un elemento fundamental, que es la confianza. “Es la palabra clave, si no confías, te da igual que el trabajador esté delante de ti que en su casa, el resultado va a ser el mismo”, razona Iria Vázquez-Palacios. “Las personas que tienes en tu equipo están allí porque confías en que van a sacar los resultados. Si facilitas la posibilidad de conciliar con sus circunstancias personales, incluso la posibilidad de trabajar desde sus casas, eso redunda en felicidad y la felicidad es productividad”.
Y ante los temores por un posible fracaso de la idea, recomienda probar primero en diferentes partes de la empresa, “y no conozco ningún caso donde los resultados no hayan sido positivos”. Cada vez son más las empresas que implementan políticas de flexibilidad, porque de lo contrario “va a ser prácticamente imposible atraer a determinados perfiles”. En este sentido, apuesta porque sean las empresas las encargadas de introducir estas medidas sin esperar a la administración pública, pues “desde el punto de vista empresarial se pueden hacer muchas cosas”.
“Si no confías, te da igual que el trabajador esté delante de ti que en su casa, el resultado va a ser el mismo”
La apuesta por la flexibilidad puede tener, por otra parte una contrapartida costosa en determinadas situaciones laborales, como el trabajo por proyectos, “que significa que has de poner todas las horas del mundo, porque si no, no lo conseguirás”, advierte Teresa Torns, que ve en esta tendencia “una ultraflexibilización del tiempo de trabajo, porque si no te muestras totalmente disponible no hay posibilidades de estar bien situado, e incluso de promocionar”.
Torns no es muy optimista y cree que conciliar es muy difícil porque “es la propia organización del trabajo la que no lo permite”. Se trata, por tanto, de “un problema colectivo que debe abordarse de forma colectiva”, y no de cualquier forma, sino teniendo presente “que no vale la pena cambiar sólo tiempo por dinero en el puesto de trabajo, porque sólo tienes esta vida. Es interesante ver que se comienza a cuestionar la idea de trabajar solo por dinero”.
“Si facilitas conciliar con las circunstancias personales, eso redunda en felicidad, y la felicidad es productividad”
Y es precisamente en este cambio de perspectiva donde Torns enfatiza el papel de las administraciones públicas, sobre todo para “que esté bien visto”. En este sentido, destaca proyectos como el Pacte del Temps del Ayuntamiento de Barcelona, un proyecto que engloba numerosas medidas encaminadas a hacer compatible el tiempo de trabajo y el tiempo de vida cotidiana, por ejemplo adaptando los usos y horarios de los equipamientos públicos, o potenciando la administración electrónica con el objetivo no sólo de facilitar la vida de la ciudadanía, sino de impulsar un cambio en las prioridades vitales. Porque si es cierto que el tiempo es oro, entonces no hay salario que lo compense.
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