lunes, 25 de noviembre de 2019

Las democracias andinas se tambalean

Las democracias andinas se tambalean

Violencia en Santiago.Agentes antidisturbios en llamas después de ser alcanzados por cócteles incendiarios arrojados por los manifestantes antigubernamentales en Santiago de Chile la noche del viernes (JAVIER TORRES / AFP)


La fuerte desigualdad social y la corrupción generalizada encienden Latinoamérica La fuerte desigualdad y la corrupción generalizada encienden la región


Una ola de protestas sacude el mundo y la región andina de América Latina no es una excepción. En Bolivia, la sombra de fraude electoral ha obligado a Evo Morales a abandonar el país, en Perú el presidente ha disuelto el Congreso, en Chile han muerto 22 personas en cuatro semanas de protestas y en Ecuador la población se rebela ante las políticas de austeridad implantadas por el FMI.
¿Qué causa este descontento social? Un reparto desigual de los recursos, la percepción de que la clase política está desvinculada de la población, los privilegios de las élites y la corrupción en un sistema político ya de por sí poco transparente, coinciden varios expertos consultados por La Vanguardia .
Miles de ecuatorianos han ocupado las calles en protesta contra la austeridad que impulsó el Gobierno conservador de Lenín Moreno. El FMI, principal acreedor de Ecuador, le ha prestado 4.200 millones de dólares y ha impuesto un calendario de reformas que incluyen una reducción del gasto público, un incremento de los ingresos y una reforma laboral orientada a la productividad. Esto supuso eliminar los subsidios a los combustibles, medida muy impopular y detonante de las protestas. La población más vulnerable, de mayoría indígena, llevó el peso de las manifestaciones. El gremio del transporte, principal afectado por la subida de la gasolina, llegó a un rápido acuerdo con el Gobierno pero para entonces ya se había sumado a las protestas la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, que exigía un cambio del modelo económico.

Marta Lagos: “Lo que tenemos en América Latina son democracias terriblemente imperfectas”


El liberalismo de la escuela de Chicago, que ha sorprendido ahora a los ecuatorianos, funciona en Chile desde la década de los setenta. Allí, la gota que ha colmado el vaso ha sido la subida del billete de metro. “Piñera decía que Chile era un paraíso pero tiene un Gini muy elevado, de 0,46 (índice que mide la desigualdad, siendo 1 la cota máxima), y una deuda social muy importante, hasta el punto de que una pequeña medida ha terminado en violencia”, señala Omar de León, experto en desarrollo económico de América Latina en la Universidad Complutense.
Sebastián Piñera propuso reformar la Constitución –heredada de Pinochet– pero no fue suficiente porque las reivindicaciones ya no se limitan a reformas concretas sino que, al igual que en Ecuador, reclaman un cambio radical de las reglas del juego. El Congreso aprobó el viernes pasado redactar una nueva Carta Magna.
Marta Lagos, directora fundadora del Latinobarómetro, critica duramente a Piñera. “El presidente no entiende lo que esto significa. Vamos lento y mal. Cree que el problema se solucionará con políticas sociales cuando lo que hay que hacer es erradicar la corrupción, la falta de transparencia y solucionar el tema de quién ostenta el poder”. Y añade: “Lo que tenemos en América Latina son democracias terriblemente imperfectas. Existe la demanda de soberanía, que el Gobierno sea de la mayoría para la mayoría y de acciones sociales. En el momento en que un país tiene para dar, debe repartirlo justamente. En Chile ha habido desarrollo y crecimiento pero la riqueza se ha distribuido entre un grupo reducido”.
La corrupción es la otra gran lacra de los gobiernos latinoamericanos. La población ha perdido mucha confianza en sus dirigentes. “La corrupción ha hecho mella en muchos países y en la opinión pública –dice Anna Ayuso, investigadora de América Latina en el Cidob–. Además, es un fenómeno que traspasa las fronteras nacionales, como el caso Odebrecht”. Considerado el mayor ejemplo de sobornos internacionales de la historia, la trama implica a mandatarios de hasta diez países latinoamericanos.
La pérdida de fe en la clase política se refleja en las elecciones. “Antes se daban amplias mayorías, actualmente los resultados son estrechos y los partidos pierden fuerza. Antes la reelección era la norma y ahora, en los casos en los que se ha repetido este fenómeno, como en Bolivia, ha sido con acusaciones de corrupción”, sostiene Carlos Malamud, investigador del Real Instituto Elcano.
El Tribunal Superior Electoral de Bolivia detuvo el escrutinio de los comicios del pasado 20 de octubre cuando todo apuntaba a una segunda vuelta. Al reanudarse, Evo Morales llevaba una ventaja suficiente para repetir como presidente por cuarta vez.

La corrupción es la otra gran lacra de los gobiernos latinoamericanos y la población ha perdido mucha confianza en sus dirigentes


Los éxitos socioeconómicos de Morales —haber sacado de la pobreza a millones de personas y haber dignificado a los indígenas— no fueron suficientes para que una parte importante de la población tolerara esta manipulación electoral. Por el momento, la vicepresidenta de la Cámara AltaJeanine Áñez, se ha proclamado presidenta interina hasta que se convoquen nuevas elecciones, en un plazo máximo de 90 días.
El futuro de Bolivia es incierto. Omar de León opina que “habrá un intento de reversión de los recursos naturales hacia el sector privado y eso arrasará con todas las políticas que permitieron la mejora de la economía”.
La poca voluntad política para llegar a acuerdos entre los países de la región agrava aún más la situación, según los expertos consultados. “La integración regional atraviesa una profunda crisis –sostiene Malamud–. Los diversos líderes son incapaces de superar las diferencias ideológicas”. Las alianzas, en consecuencia, son efímeras y frágiles porque pueden desmoronarse en el momento en que haya un cambio de gobierno.
El caso de Mercosur, que abogaba por un espacio común que generara oportunidades comerciales, ha caído en desgracia. “Es un fantasma porque no hay consenso para aplicar políticas”, se lamenta De León.
Son muchos las causas del descontento en Latinoamérica. En países como Ecuador y Chile la violencia de las protestas ha forzado a los gobiernos a sentarse y escuchar a la población.
En cualquier caso, no habrá una solución a corto plazo.

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