Los billonarios son un colectivo singular que ha multiplicado los actos de filantropía (iStock)
Los más ricos del planeta han multiplicado la filantropía, y también su fortuna en conjunto, con la Covid-19
Esto es lo más parecido a la Gran Depresión de 1929 a 1933”, lamenta Ray Dalio, icono de los fondos de inversión desde que fundase Bridgewater en un apartamento neoyorquino allá por 1975. Sus pérdidas iniciales han sido notorias y ocupa el puesto 61 en la lista de los más ricos del planeta, elaborada por Forbes .
Los billonarios son un colectivo singular que ha multiplicado los actos de filantropía. El virus ha reducido su número: ahora son 2.095 personas, 58 menos que en abril del 2019. Pero no su riqueza conjunta, que aumenta con la pandemia…
No estamos ante un bloque compacto. Sus reacciones han sido dispares. Y nada sorprendentes. Quienes aparecían en los medios han seguido haciéndolo. La mayoría opta por callar y, a lo sumo, divulgar sus contribuciones a investigación, causas sociales o fondos caritativos. En el horizonte se perfila tormenta: son señalados por los extremos ideológicos en EE.UU. o Europa como el problema. Y son abono fértil para los populismos que les acusan de debilitar los sistemas públicos de salud por culpa de su alergia a pagar impuestos (o más impuestos de la cuenta).
A raíz de la pandemia, 226 fortunas de todo el mundo han bajado a la categoría de millonarios
“Algunos han aumentado generosamente su caridad pero esto no soluciona la fragilidad de nuestras sociedades a causa de la desinversión que resulta de las políticas neoliberales”, señala a este diario Chuck Collins, el académico especializado en desigualdad del Institute for Policy Studies (IPS) de Washington, un think tank pionero de la izquierda progresista: desde la oposición a la guerra de Vietnam al apoyo activo en el procesamiento del general Pinochet.
Según estimaciones del IPS, “entre el 18 de marzo y el 30 de abril, la riqueza conjunta de los multimillonarios de EE.UU. se incrementó en un 13%”. En buena parte debido a los “pandemics profiteers”, cuyas compañías luchan contra reloj para dar con una vacuna contra el coronavirus. Bienvenidos sean sus beneficios, pensarán algunos. El barómetro de Forbes constata que en paralelo al desembarco de los pandemics profiteers hay un menor número de billonarios en el mundo (en los doce días previos a la última actualización de abril, “desaparecieron” nada menos que 226 nombres).
Desde la sensación de estar de vueltas de todo, George Soros ha acentuado su perfil filantrópico de billonario atípico. Ha divulgado su receta: imitar el modélico ejemplo alemán de la recesión del 2008 –el Kurzarbeit , la reducción de jornada y salario para evitar el desempleo, con el erario cubriendo hasta dos tercios de los salarios–. “En primer lugar lo mejor es gastar el dinero para evitar que la gente no se quede sin trabajo. Los estados ahorrarán un dinero que de otra forma tendremos más pronto que tarde que gastar en desempleo y asistencia médica”, ha escrito en T heNew York Times . Una fórmula que puede parecer muy progresista en Estados Unidos, en un año electoral dominado por el afán poco disimulado del presidente Donal Trump por la reelección, cuya llave ha sido tradicionalmente el estado de la economía. Y su percepción.
“Soros lleva preocupado décadas por las desigualdades y ha invertido en luchar contra las mismas. Ahora mismo, es más creíble que muchos jefes de Estado y presidentes de Gobierno”, estima Chuck Collins.
A diferencia de Soros, las primeras fortunas mundiales –como Jack Dorsey, Bill Gates o Jeff Bezos– han concentrado su reacción –y sus donaciones– en activar la investigación contra la pandemia y sus efectos, sin entrar a dar consejos a los gobiernos. A muchos no les parece apropiado. O son conscientes de sus limitaciones.
Vincent Bolloré recuerda que su grupo familiar “existe desde 1822... así que nos adaptaremos”
“Hemos vividos situaciones catastróficas estos años en EE.UU. Huracanes, por ejemplo. La gente puede perder todas sus propiedades pero en un mes, más o menos, vuelven al trabajo y hay una reconstrucción en marcha. Aquí y ahora lo que la gente está perdiendo es su capacidad de hacer dinero y esto no parece tener un final. Sobre el tipo de filantropía, creo que hay que dedicarla a garantizar que todo el mundo tenga comida y disponga de un mínimo de efectivo. Hay cosas que uno sabe que tiene que saber pero hay otras ya sabe que no quedarán cubiertas”, ha señalado David Tepper, cuya fortuna asciende a 12.000 millones de dólares, con equipo de la NFL, la liga de fútbol estadounidense, incluido.
El club de los billonarios tiene similitudes con la NFL: resulta ciento por ciento norteamericano, es poco exportable y apasiona más en EE.UU. que en el resto del mundo, donde la discreción es la norma. En parte, por la percepción sobre la riqueza que parece exigir a los multimillonarios silencio a cambio de tolerancia.
Resulta significativo el patinazo de la segunda gran fortuna de Egipto, Naguib Sawiris, el hombre fuerte de las telecomunicaciones, con amplios intereses en el sector a escala mundial, cuando al principio de la pandemia se opuso a cualquier confinamiento de la población y propuso que los asalariados durmiesen en las propias empresas con tal no de parar la economía. Le llovieron críticas y apareció como un insensible.
El patrimonio conjunto de los billonarios ha aumentado un 13% en semanas, estima el IPS
¿Quién es la primera fortuna de Egipto? Su hermano Nassef, con un patrimonio de 5.500 millones de dólares. Ambos figuran entre las mil fortunas del planeta. Los multimillonarios europeos han hablado poco. No son dados a recetar consejos. Interrogado sobre la pandemia y su capacidad de devastación empresarial, el francés Vincent Bolloré, presidente del grupo familiar homónimo, se limitó a comentar: “Nuestro grupo ha existido desde 1822. Hemos pasado revoluciones, dos guerras mundiales… así que nos adaptaremos”.
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