Una mujer teletrabaja en Barcelona. (EFE)
La crisis del covid aceleró el auge de trabajar desde casa. Los beneficios se han notado en los empleados, pero a su vez ha crecido la brecha entre los empleados con profesiones 'teletrabajables'
Hace algo más de tres años, el mundo entero se paralizó por la pandemia de covid. Los niños dejaron de ir al colegio y pasaron a estudiar desde casa. Con los adultos pasó algo similar: se acabaron los desplazamientos al trabajo, el pasar toda la jornada fuera de casa y llegar tarde para, al día siguiente, volver a empezar. Como consecuencia, el teletrabajo se volvió una práctica más o menos habitual para dos de cada diez europeos en el año 2020 y se incrementó en cuatro puntos porcentuales al año siguiente.
De esta forma, tener la oficina en casa se impuso como "un componente esencial del mundo laboral en el siglo XXI", tal y como observa la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y de Trabajo (Eurofound) en un estudio publicado en diciembre de 2022. Hoy en día, esta fórmula es rutina para unos 40 millones de personas en la UE.
Sin embargo, la crisis sanitaria también ahondó la brecha entre los países del norte, en los que el teletrabajo era ya una práctica habitual, y los del sur, donde su presencia era bastante residual. En 2019, solo un 8,3% de la población española ejercía su profesión desde casa alguna vez o con frecuencia. Esta cifra se encontraba seis puntos por debajo de la media de la UE y 29 puntos por debajo de Suecia, el país donde esta modalidad estaba más extendida.
Estas son algunas de las conclusiones de una investigación de la Red Europea de Periodismo de Datos (EDJNet) sobre cómo ha cambiado la pandemia el mercado laboral. Junto a Alternatives Economiques, Voxeurop (Francia), Il Sole 24 ore, Openpolis (Italia), Pod črto (Eslovenia), y Divergente (Portugal), El Confidencial ha participado en la elaboración de una serie de varios artículos para analizar la nueva era del empleo poscovid.
Aunque la pandemia introdujo muchos cambios en el panorama laboral, en las zonas más al sur del continente la situación no cambió tanto. Mientras en Países Bajos o Luxemburgo, más del 40% de la población ocupada trabajaba desde casa de forma más o menos habitual, en Rumanía y Bulgaria más del 96% de los empleados seguían obligados a asistir a su empleo de forma presencial. En algunos países sí que se registraron cambios algo más significativos durante este periodo. Es el caso de Luxemburgo, donde el porcentaje de personas que teletrabajan se incrementó un 14,4% entre 2019 y 2020, o el de Malta, con una variación del 14,2%.
Eurostat, que ofrece datos pormenorizados por regiones para 2020, muestra cómo la variación de empleados que pudieron acceder al empleo en remoto no fue uniforme y se concentró principalmente en las grandes ciudades y sus zonas metropolitanas. El único país que experimentó un cambio generalizado en su territorio fue Alemania, aunque las regiones en que el incremento fue mayor también son las más ricas del país.
En el caso de España, las comunidades que mayor variación experimentaron durante el año de la pandemia fueron Madrid y Cataluña, con incrementos del 14,6% y del 8%, respectivamente. En la cola se sitúan Canarias y Cantabria. En esta última, el cambio fue de solo un 0,3%.
En 2021, todavía con una situación sanitaria un tanto convulsa, aunque entrando a la nueva normalidad, la incidencia del teletrabajo se estabilizó en prácticamente todos los países europeos. La única gran excepción fue Países Bajos, que sumó un 13,7% de profesionales a esta modalidad de empleo respecto a 2020 y se convirtió en el primer país de la UE en tener más trabajadores en remoto que de forma presencial, con un 53,8% del total. Suecia quedó desplazada a la segunda posición, con un 46,2%. En España las cifras de 2021 se mantuvieron constantes, situadas en torno al 15% del total y por debajo de la media de la UE, del 24,5%.
Los países con salarios más altos son también los que mayores índices de teletrabajo registran. En Luxemburgo, Países Bajos, Irlanda o Dinamarca, el sueldo medio está en todos los casos por encima de los 20.000 euros y más del 30% de los empleados tiene opción de quedarse en casa, al menos de forma ocasional. A la cola se encuentran Hungría, Rumanía y Bulgaria que, con rentas más bajas, son los que cuentan con tasas más altas de presencialidad.
La investigación de la fundación europea muestra que casi tres cuartos de las personas pertenecientes a la quinta parte superior de los salarios pueden potencialmente teletrabajar. No obstante, apenas un 5 % de las personas pertenecientes a la quinta parte inferior pueden hacerlo. De esta manera, esta opción se convierte en un nuevo privilegio concedido a una población ya pudiente en cuanto a la calidad del empleo y la remuneración. De la misma forma, la investigación recalca que "un 37 % del empleo asalariado [en Europa] es teletrabajable en la actualidad".
La situación en España no difiere de la del resto de Europa si se tiene en cuenta que, en los hogares donde los ingresos son inferiores a los 1.600 euros mensuales, solo un 18,7% de sus miembros tienen posibilidad de teletrabajar. Por el contrario, si los ingresos son superiores a los 3.000 euros mensuales, las probabilidades de trabajar desde casa aumentan hasta el 60,6%. Las diferencias son aún más acusadas si se analiza el nivel de estudios del trabajador: mientras un 63,5% de las personas con estudios universitarios tienen acceso al teletrabajo, aquellos con un nivel educativo inferior a la primera etapa de la ESO solo optan a esta práctica en el 5,3% de los casos.
El empleo a distancia, históricamente reservado a los "de cuello blanco con remuneraciones elevadas", se democratizó durante la pandemia, alcanzando también a "los trabajadores administrativos de nivel inferior o intermedio", observa Eurofound. Sin embargo, sigue siendo inaccesible a toda una gama de profesiones físicas o de interacción social: salud y cuidado, industria manufacturera, agricultura, logística, comercio minorista… Profesiones esenciales que hicieron funcionar la sociedad durante el confinamiento, pese a que no suelen estar bien reconocidas.
La cara B del teletrabajo
La implementación de esta modalidad podría suponer "un desafío importante en el contexto de la crisis energética", opina Aude Cefaliello, investigadora en Terapia Ocupacional y Seguridad en el European Trade Union Institute. Y pone como ejemplo el caso de Italia donde, por trabajar desde casa, cada empresa se ahorra 500 euros y cada asalariado, unos 600. Además, Eurofound también asegura que el empleo en remoto tiene un efecto positivo sobre la productividad y la labor general de los trabajadores.
Siguiendo a Eurofound, aquellas personas que trabajan desde casa con regularidad tienen más probabilidades de hacer horas extra que el resto de trabajadores que lo hacen de forma presencial. La mayor diferencia se encuentra en España, donde más de un 20% de los empleados ya dedica un tiempo adicional a su trabajo de forma habitual. En el caso de los que lo hacen desde casa, las probabilidades aumentan un 10%. Otro aspecto recogido por la investigación es que los empleados que teletrabajan experimentan mayor ansiedad y con mayor frecuencia que la media nacional.
Cefaliello explica que los desafíos de salud y seguridad derivados de esta práctica ya están identificados y que "en junio, los interlocutores sociales europeos acordaron entablar discusiones sobre este tema con el objetivo de realizar una directiva al respecto". La investigadora también explica que “la idea es lograr crear una legislación jurídicamente vinculante para todos los Estados miembros de la UE. Pero esto llevará tiempo”.
Distintas regulaciones en la Unión Europea
En la mayoría de países europeos, el teletrabajo cuenta con una regulación vigente. En casos como el de Austria, Grecia, Letonia, Portugal, Rumanía, Eslovaquia o España, con índices por debajo de la media de la UE, las medidas se han impulsado por el incremento de empleados que comenzaron a trabajar desde casa en la pandemia y la esperanza de que estas cifras se mantengan, principalmente por “la digitalización y la creciente flexibilidad de los puestos de trabajo”.
En España se regula a través de la Ley del Teletrabajo, que entró en vigor en julio de 2021. El texto no obliga ni a la empresa ni al trabajador a seguir esta modalidad, pero sí que precisa que si ambas partes optan por esta opción, debe establecerse por escrito en el contrato. Otros aspectos destacados de la ley son que el horario debe estar pactado con la empresa, que esta debe proporcionar los medios informáticos necesarios para poder trabajar y que el empleado tiene derecho a desconectar fuera del horario laboral, aunque tenga acceso a los medios para llevar a cabo sus tareas.
Por el contrario, los países en donde el teletrabajo tiene una mayor incidencia no tienen una legislación que regule esta práctica, sino que son los agentes sociales y las propias empresas las que llegan a acuerdos. Este es el caso de Chipre, Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia. Sin embargo, el documento de Eurofound concluye que el rol activo de las negociaciones colectivas a nivel sectorial y local en estos países pueden tener un impacto positivo sobre la regulación de actividades y empresas concretas y que las características de sus gobiernos hacen que estos estén más preparados para ajustar las regulaciones del empleo en remoto a la realidad de los sectores y las compañías.
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09/04/2023 - 05:00
www.elconfidencial.com/mundo/2023-04-09/teletrabajo-europa-espana-suecia-tras-pandemia_3606141/