- Ambas superpotencias quieren dejar de depender de la otra
- La fragmentación dará lugar a un comercio menos eficiente
Tras advertir hace escasas semanas del "trilema" al que se enfrenta la economía estadounidense tras la caída del Silicon Valley Bank y la crisis de Credit Suisse que propició su compra por parte de UBS, Nouriel Roubini pone el foco de atención ahora en el peligro que supone para la economía mundial que la nueva guerra fría entre EEUU y China "se congele día a día". Un escenario que amenaza con "balcanizar" el crecimiento mundial y que alimenta "una dolorosa recesión".
Tanto EEUU como China son claros en cuanto a sus intenciones: quieren dejar atrás una dependencia que los hace vulnerables ante situaciones como las vividas durante la pandemia y desde que estalló la guerra en Ucrania. Así, mientras el plan de la primera superpotencia es cerrar las rutas comerciales existentes y sustituirlas por otras nuevas con sus aliados, el de la segunda pasa por desvincularse gradualmente del dólar estadounidense y evitar posibles sanciones económicas por parte de Occidente. Sin embargo, esta ruptura sin precedentes con sus socios sistémicos podría dar lugar a "un comercio global menos eficiente", asegura el hombre que predijo la crisis financiera mundial de 2008.
Para la economía mundial, el precio de desmantelar las cadenas de suministro mundiales actual será elevado, dice Roubini en una entrevista concedida a Yahoo Finance Live. De materializarse, supondrá abandonar el sistema de libre comercio, la democracia liberal y el Estado de Derecho creado tras la caída de la Unión Soviética en la década de 1990 que permitió la globalización y el auge económico, pero que también ha servido para alimentar el poder de China sobre determinados recursos críticos necesarios para la transición ecológica. La fragmentación de los mercados es algo costoso, reduce el crecimiento global y aumenta el coste de producción, recalca el economista.
Las consecuencias para EEUU
La ruptura de todos sus lazos comerciales con China no será fácil para EEUU. Aunque ya ha tomado medidas para reducir su dependencia de las exportaciones chinas -como impulsar una industria nacional de tierras raras, entre otras cosas-, lo cierto es que el país todavía está lejos de alcanzar su objetivo.
El mejor ejemplo son los microchips esenciales para llevar a cabo la transición digital y alcanzar una economía neutra en emisiones de gases de efecto invernadero. Al igual que el resto de países de Occidente, EEUU depende de Taiwán, que en la actualidad es el único proveedor de estos dispositivos. De ahí que el país norteamericano tenga tanto interés en evitar una posible invasión por parte de China.
Asimismo, EEUU tendría serios problemas si China consigue establecer el yuan como segunda moneda de reserva mundial. El motivo es que gran parte de la economía estadounidense se sustenta en el interés del resto de naciones por comprar activos denominados en dólares estadounidenses a cambio de sus bienes. Por ello, si el país norteamericano deja de ser el emisor de la única divisa que actúa como refugio para el exceso de capital extranjero y se ve obligado a competir con China, significará "menos financiación de nuestros propios déficits gemelos fiscal y por cuenta corriente cuando todavía tenemos grandes reservas de deuda privada y pública", sostiene el director ejecutivo de la consultora Roubini Macro Associates. A lo que añade que "eso puede hacer subir el coste de financiación para EEUU".