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Muchas personas se preguntan una y otra vez “¿por qué estamos como estamos?” No es una respuesta sencilla, por ello corremos el riesgo de buscar soluciones fáciles echándole por ejemplo la culpa a los salarios de los trabajadores como viene siendo habitual. Y ciertamente en algunos casos será el problema, pero normalmente no es así. Ahí están los datos de ayer mostrando que los trabajadores actualmente en activo tienen una productividad razonable, mejorable sí, pero mejor de lo que se nos dice. Aprovechando el excelente feedback, que agradezco a todos, trataré de dar mi opinión sobre la respuesta que contesta a la pregunta que encabeza este artículo.
¿Por qué estamos como estamos? Por la competitividad. Este concepto que da lugar a interpretaciones podríamos definirlo de forma coloquial como “eso” que hace que las empresas escojan un país u otro para operar. Si eres un país competitivo se pelearán por instalarse en tu territorio, creando trabajo en muchos casos y haciendo que incluso puedas elegir los mejores modelos de negocio o el sector que más proyección creas que va a tener. Ser competitivo como podemos ver es fantástico, por la contra no serlo no trae más que problemas, deslocalizaciones, paro y en último término el empobrecimiento del país.
Ahora bien, ¿cómo se mide algo tan subjetivo? No existe una forma exacta, lo que se hace es comparar entre países diversas características que se creen determinantes para alcanzar el éxito. Es el caso de la educación, las infraestructuras, la innovación, la macroeconomía, el mercado laboral, etc. No existe una lista oficial, pero en cualquier caso el sueldo de los trabajadores sería en el mejor de los casos una única variable del conjunto, luego parece aventurado echarle la culpa existiendo todo un conjunto de factores que observar.
En el caso que nos ocupa cobra especial atención la Unión Monetaria Europea. Debido a este hecho existe una convergencia en marcha entre sus miembros llevada a cabo por la inflación, tal y como funciona nuestro sistema parece lógico pensar que poco a poco los precios de los países más pobres se irán pareciendo a los de los países ricos. Claro, si todo aumentase en proporción, un español al cabo de los años sería tan rico como un alemán, pero eso no funciona así. La convergencia se producirá en precios pero los salarios deberán ser ganados en base a la productividad, si eres tan productivo como un alemán cobrarás lo mismo y en caso contrario la inflación irá mermando poco a poco tu remuneración en términos reales, de modo que, cuando se da la convergencia los más ricos siguen siendo los más productivos igual que al principio del proceso.
¿Qué ocurre cuando no se desligan los salarios de los precios? Debido a la convergencia inflacionaria el país pobre tenderá a acercarse al rico, pero poco a poco irá perdiendo competitividad. ¿Por qué? Porque todo el mundo prefiere una empresa alemana a una española si cobran lo mismo (una simplificación didáctica, que no real, obviamente sí hay empresas españolas mejores), salvo que esto se compense con otras variables que no se dan en nuestro país. Y ese es el motivo por el cual la Sra. Merkel no para de repetirnos que esto de los convenios indexados no va a ningún lado, que o cobramos según la productividad o en unos años aquí no queda nadie trabajando.
Asimismo, el diferencial de inflación, hace que “los países que emergen” tengan un enemigo extra en su competitividad, por lo que no solo deben mejorar para igualarse a los grandes, también tienen que compensar este hecho.
La burbuja inmobiliaria, el crédito fácil y demás historias para no dormir de la última década han supuesto una distorsión al proceso, o al menos un telón que no nos ha permitido ver lo obvio. No estamos en la Champions League. No lo estamos porque en vez de apostar por la competitividad o la productividad apostamos por el ladrillo, y en vez de buscar la riqueza real de los ciudadanos apostamos por la deuda, hedonismo presente a cambio de esfuerzo futuro.
Cuando el grifo se cierra el sueño se viene abajo y se produce un ajuste inevitable, millones de parados y crisis gracias a un país que caminaba en dirección contraria con los ojos cerrados. Se produce una especia de darwinismo económico injusto que echa del mercado laboral a los más baratos hasta que los sueldos se corresponden con la productividad. No por ello los que quedan son mejores, pero la media de ellos es lo que cuenta en la estadística.
¿Ahora vamos a bajar los salarios? Pues de media no tendría mucho sentido, el ajuste en esto ya ha sido realizado. Es cierto que debemos “premiar” a los productivos y “castigar” a los improductivos en una reforma del mercado laboral, es cierto que el único modo de converger tal y como son las cosas es ligando los salarios a la productividad y no al IPC, que el 20% de parados tendrá que bajar sus pretensiones si quiere trabajar… y es que vivimos tiempos duros. Pero si pretendemos salir de la crisis empobreciendo al trabajador, un trabajador que hoy por hoy de media es productivo fruto de la “limpieza” que se ha producido, caminaremos de nuevo por el camino equivocado.
Como decía al principio el problema de que estemos como estamos es de la competitividad, en el que la productividad es uno de los factores pero no el único. ¿Por qué innovar, por qué mejorar la justicia, por qué mejorar la política de este país, por qué mejorar la educación, por qué incentivar el emprendimiento, por qué hacer nada si podemos echarle la culpa de la competitividad al trabajador? Y aquí está el problema, bajar más los sueldos solo nos llevará a un peor desempeño, a un menor talento y en definitiva a empobrecerse porque esa es la única manera de competir en costes: ser pobre. Mientras nos asustan no nos preguntamos por qué no se produce un inevitable ajuste inmobiliario que no permite la rentabilidad de miles de negocios existentes o futuros, por qué con nuestros ahorros no se dan préstamos a empresas que lo necesitan para crear trabajos y productividad, por qué algunos políticos calientan la silla (en el mejor de los casos) sin aportar nada para el ciudadano o por qué nuestro sistema educativo crea televidentes de telebasura. Eso es competitividad, pero parece que no solo hay que arrimar el hombro, también llevarnos el problema a cuestas porque otros no cumplen con su parte. Así claro, no queda más remedio que bajar salarios, qué remedio. El resultado ya lo conocen.
Por Kike Vázquez from Cotizalia.com 29/03/2011
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