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JPMorgan eliminará 12.000 empleos
Desde el otoño de 2008, fecha en la que Lehman Brothers dejó claro que estábamos en crisis, unos 400 bancos han tenido que echar el cierre en Estados Unidos. En total, han afectado a depósitos de clientes valorados en unos 600.000 millones de dólares. La quiebra de MF Global deja claro que la sangría no ha terminado.
El miedo está en la calle. Y no se trata de un disfraz por Halloween. La banca española (y la europea) no ha vivido todavía el último capítulo de su reestructuración. Que es una forma fina de decir desaparición de entidades en manos de otras más grandes.
Las cajas se han reducido a un tercio, los bancos medianos son objeto de deseo y a los menos apetecibles (como la CAM) se les busca dueño.
Más o menos esto último, lo de quedarse con los depósitos (aunque sin el lastre de la marca y los archivos tóxicos) es lo que ha ocurrido en Estados Unidos durante los últimos tres años, justo desde aquél mediados de septiembre que alumbró la quiebra de Lehman Brothers.
Desde entonces, alrededor de 400 bancos con sede en Estados Unidos han echado el cierre con unos depósitos de clientes que suman alrededor de 600.000 millones de dólares (430.00 millones de euros o, para centrar las cifras, algo menos de la mitad del Producto Interior Bruto de España).
No hay visos de que se detenga la sangría: aún en 2011 el número de quiebras es de 85 a falta de dos meses para terminar el año, según los datos de la Federal Deposit Insurance Corporation, la agencia federal similar al Fondo de Garantías de Depósitos español. Es decir, la que cubre las quiebras de la banca, en su caso, con un máximo de 250.000 dólares por cuenta y entidad.
Y a esta lista (por su proximidad temporal) no sumamos el cierre de MF Global anunciado el pasado lunes, con un volumen de unos 30.000 millones de euros, y que advierte que el goteo de problemas no ha terminado.
Efecto cascada
De regreso al pasado, al inicio de todo, Lehman, el gigante de inversión que sacudió el sistema financiero mundial en otoño de 2008, no era un banco en sí, pero su hundimiento se llevó por delante la mayor víctima hasta el momento del sistema puramente bancario: Washington Mutual, la segunda mayor quiebra de la historia de América.
La entidad atesoraba activos por valor de 327.000 millones de dólares (233.000 millones de euros o, traducido a España, algo menos de lo que suma Caixabank, la cuarta entidad nacional) el día de su bancarrota y el Gobierno americano se las arregló para que JP Morgan parase el golpe haciéndose cargo.
Sin embargo, el golpe de Lehman era mucho más intenso que eso. De allí a finales de año, otras 13 entidades de menor tamaño (aunque alguna con depósitos valorados en unos 10.000 millones de dólares) tuvieron que declararse en quiebra.
Caso por caso, una segunda entidad se hacía cargo del dinero de los clientes aunque no de los activos más tóxicos. En total, en los primeras semanas tras el crac de 2008, desaparecieron bancos con una cartera conjunta de 30.000 millones de dólares.
La situación fue empeorando durante 2009, cuando se registraron 157 nuevas quiebras, siempre según los datos de la agencia oficial americana. En ese caso, el total de dinero en depósitos de clientes ascendía a 85.000 millones de dólares (unos 60.000 millones de euros).
Al año siguiente, en 2010, las cifras empeoraron ostensiblemente en dinero pillado por un cierre: hasta 145.000 millones (105.000 en euros) tuvieron que cambiar de manos de bancos para salvaguardar su integridad. La lista de bancos en quiebra fue de 140.
Obviamente, con estas cifras también queda en evidencia que el sistema financiero de la primera potencia mundial es muy distinto al europeo. A finales de 2010, había unos 6.500 bancos comerciales en Estados Unidos, muchos de ellos (como gran parte de los que han quebrado) de ámbito local y con un par de oficinas en el mejor de los casos.
Todo ello no quita para que los 6.500 bancos de hoy día sean menos de la mitad de los 13.000-14.000 que siempre ha sostenido el país desde 1934. La situación empezó a cambiar a mediados de los ochenta, cuando se acercaba el fin de la Guerra Fría.
Desde entonces, el número ha bajado de media en casi 500 entidades al año, aunque se estabilizó en torno a los 8.000 durante la década pasada... y hasta que Lehman Brothers inició una nueva era.
Las cajas se han reducido a un tercio, los bancos medianos son objeto de deseo y a los menos apetecibles (como la CAM) se les busca dueño.
Más o menos esto último, lo de quedarse con los depósitos (aunque sin el lastre de la marca y los archivos tóxicos) es lo que ha ocurrido en Estados Unidos durante los últimos tres años, justo desde aquél mediados de septiembre que alumbró la quiebra de Lehman Brothers.
Desde entonces, alrededor de 400 bancos con sede en Estados Unidos han echado el cierre con unos depósitos de clientes que suman alrededor de 600.000 millones de dólares (430.00 millones de euros o, para centrar las cifras, algo menos de la mitad del Producto Interior Bruto de España).
No hay visos de que se detenga la sangría: aún en 2011 el número de quiebras es de 85 a falta de dos meses para terminar el año, según los datos de la Federal Deposit Insurance Corporation, la agencia federal similar al Fondo de Garantías de Depósitos español. Es decir, la que cubre las quiebras de la banca, en su caso, con un máximo de 250.000 dólares por cuenta y entidad.
Y a esta lista (por su proximidad temporal) no sumamos el cierre de MF Global anunciado el pasado lunes, con un volumen de unos 30.000 millones de euros, y que advierte que el goteo de problemas no ha terminado.
Efecto cascada
De regreso al pasado, al inicio de todo, Lehman, el gigante de inversión que sacudió el sistema financiero mundial en otoño de 2008, no era un banco en sí, pero su hundimiento se llevó por delante la mayor víctima hasta el momento del sistema puramente bancario: Washington Mutual, la segunda mayor quiebra de la historia de América.
La entidad atesoraba activos por valor de 327.000 millones de dólares (233.000 millones de euros o, traducido a España, algo menos de lo que suma Caixabank, la cuarta entidad nacional) el día de su bancarrota y el Gobierno americano se las arregló para que JP Morgan parase el golpe haciéndose cargo.
Sin embargo, el golpe de Lehman era mucho más intenso que eso. De allí a finales de año, otras 13 entidades de menor tamaño (aunque alguna con depósitos valorados en unos 10.000 millones de dólares) tuvieron que declararse en quiebra.
Caso por caso, una segunda entidad se hacía cargo del dinero de los clientes aunque no de los activos más tóxicos. En total, en los primeras semanas tras el crac de 2008, desaparecieron bancos con una cartera conjunta de 30.000 millones de dólares.
La situación fue empeorando durante 2009, cuando se registraron 157 nuevas quiebras, siempre según los datos de la agencia oficial americana. En ese caso, el total de dinero en depósitos de clientes ascendía a 85.000 millones de dólares (unos 60.000 millones de euros).
Al año siguiente, en 2010, las cifras empeoraron ostensiblemente en dinero pillado por un cierre: hasta 145.000 millones (105.000 en euros) tuvieron que cambiar de manos de bancos para salvaguardar su integridad. La lista de bancos en quiebra fue de 140.
Obviamente, con estas cifras también queda en evidencia que el sistema financiero de la primera potencia mundial es muy distinto al europeo. A finales de 2010, había unos 6.500 bancos comerciales en Estados Unidos, muchos de ellos (como gran parte de los que han quebrado) de ámbito local y con un par de oficinas en el mejor de los casos.
Todo ello no quita para que los 6.500 bancos de hoy día sean menos de la mitad de los 13.000-14.000 que siempre ha sostenido el país desde 1934. La situación empezó a cambiar a mediados de los ochenta, cuando se acercaba el fin de la Guerra Fría.
Desde entonces, el número ha bajado de media en casi 500 entidades al año, aunque se estabilizó en torno a los 8.000 durante la década pasada... y hasta que Lehman Brothers inició una nueva era.
From lainformacion.com 02/11/2011
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