Todos nos hemos alejado con discreción de un compañero de trabajo al verlo estornudar o toser, por temor a enfermarnos.
Resulta que es bastante difícil evitar los gérmenes de los colegas, incluso con los que no interactuamos o siquiera conocemos. Una sola puerta contaminada con un virus esparce el germen a cerca de la mitad de las superficies y las manos de alrededor de la mitad de los empleados en la oficina en un plazo de cuatro horas, según un estudio de la Universidad de Arizona, en Tucson. Los gérmenes viajaron a través de la oficina con la misma rapidez cuando los investigadores infectaron una sola persona con el virus artificial.
“La mano es más rápida que el estornudo”, dijo Charles Gerba, profesor de microbiología de la Universidad de Arizona que presentó la investigación en la Conferencia de Interciencias sobre Agentes Antimicrobiales y Quimioterapia en Washington el mes pasado.
Los investigadores de la Universidad de Arizona realizaron su estudio en un edificio de oficinas con 80 empleados. Contaminaron una puerta en la entrada del edificio con un virus llamado bacteriophage MS-2. No infecta a las personas pero es similar en forma, tamaño y supervivencia a virus comunes de la gripe y el malestar estomacal.
En dos horas, el virus había contaminado la sala de descanso —la cafetera, el botón del microondas, la manija del refrigerador— y luego se extendió a los baños, oficinas individuales y cubículos. Allí, descubrieron los investigadores, el virus había contaminado teléfonos, escritorios y computadoras. En cuatro horas, encontraron el virus en más de 50% de las superficies tocadas habitualmente y en las manos de cerca de la mitad de los empleados en la oficina.
“Fue sorprendente porque la mayoría de estas personas no se conocía entre sí”, dijo Gerba. Los estudios, financiados por Kimberly-Clark Corp. , fabricante estadounidense de marcas de consumo como Kleenex y Huggies, actualmente son revisados para su publicación. Gerba se ha desempeñado en juntas de asesoramiento científico y como consultor para una varias de empresas incluyendo a Kimberly-Clark.
En una intervención, los investigadores de Arizona luego les dieron a alrededor de la mitad de los empleados alcohol en gel para las manos y toallitas desinfectantes. Luego de la intervención, la detección del virus en las manos de los empleados bajó de 39% a 11%.
Los resultados fueron similares en un experimento en el cual los investigadores infectaron empleados con un virus artificial no que causaba enfermedades. En cuatro horas, la mitad de las superficies que todos tocaban en la oficina y las manos de la mitad de los empleados estaban infectadas con al menos un virus.
Estudios indican que el adulto promedio se lleva los dedos a la nariz, la boca o los ojos unas 16 veces por hora. Para los niños de entre 2 y 5 años, la cantidad asciende hasta 50 veces por hora.
Los investigadores calcularon que los empleados tenían una probabilidad de 30% de infectarse, indicó Kelly Reynolds, una microbióloga y profesora asociada en la Universidad de Arizona que trabajó en los estudios y se ha desempeñado como consultora para empresas, pero no para Kimberly-Clark.
Aquellos que le tienen fobia a los gérmenes no deben entrar en pánico. Sólo porque uno está expuesto a un virus o bacteria no significa que se enfermará. Los microbiólogos afirman que mucho depende de la dosis, o la cantidad de partículas de virus a las que uno está expuesto; si ha estado expuesto al germen antes, y la susceptibilidad y salud general.
Mucha gente ha desarrollado métodos sencillos para evitar los gérmenes. Eloise Laird, de 51 años y madre de tres hijos que vive en Dallas, dice que su sistema inmunológico débil la obligó a convertirse en una fóbica a los gérmenes. Lleva consigo su propio bolígrafo y se niega a tocar los botones de los elevadores; en cambio usa sus codos o nudillos. Usa una toalla de papel para abrir la puerta de cualquier baño público.
Cada virus tiene una vida promedio diferente, y además dependen de factores como la temperatura (algunos virus mueren a altas temperaturas) y el material donde está alojados. Algunos virus son más infecciosos que otros.
“Nuestro cuerpo alberga virus todo el tiempo”, indicó Martin J. Blaser, director del Programa de microbioma humano del Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York. “La persona promedio tiene billones (millones de millones) de especies de bacterias y decenas de especies de virus viviendo en su organismo. Se pueden realizar estudios que muestran cómo se mueven los gérmenes pero, ¿significa que son un peligro? En general, no”.
Los materiales también son relevantes. Los microbios sobre superficies porosas, como alfombras o tapicería, tienen mejores tasas de supervivencia en fibras sintéticas como el poliéster, que en el algodón. Los patógenos se transfieren fácilmente en superficies de acero inoxidable, aunque ciertos metales como el cobre suelen tener un efecto antimicrobios y allí los gérmenes probablemente no sobreviven más de unas horas, dice Reynolds. Comparativamente, los microbios tienen una buena tasa de supervivencia en plástico o fórmica. Y cualquier cosa con ondas texturadas o puntos de conexión, como un teclado o el juguete de un niño, tenderán a recolectar suciedad, que puede ayudar a la supervivencia.
No todos los expertos concuerdan en que el uso de alcohol en gel para las manos y toallitas desinfectantes puede reducir la propagación de los virus. Blaser, de NYU, dice que en general no los recomienda porque matan las bacterias buenas, que pueden ayudar a proteger contra las bacterias malas. Las excepciones, señala, son en hospitales y durante la temporada de gripe.
Los investigadores de la Universidad de Arizona realizaron experimentos en hoteles, escuelas e instituciones de salud. Su próximo paso es realizar estudios más detallados en baños públicos.
http://lat.wsj.com/news/articles/SB12555689437384833539804580216733547812108?tesla=y&mg=reno64-wsj&url=http://online.wsj.com/article/SB12555689437384833539804580216733547812108.html
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