La reina Isabel II aceptó la petición del gobierno de Boris Johnson de suspender temporalmente el Parlamento británico.
La respuesta de la reina fue casi inmediata.
Poco después de que el primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, pidiera la suspensión temporal del Parlamento británico, la reina Isabel II dio su visto bueno.
La iniciativa de Johnson se produce en un momento en el que los parlamentarios británicos se disponían a regresar al trabajo tras el receso de las vacaciones y pocas semanas antes de que se cumpla el plazo para que se produzca el Brexit, el proceso de salida de Reino Unido de la Unión Europea, establecido para el 31 de octubre.
¿Podía haber dicho no la monarca?
El rol de la reina
Boris Johnson explicó que la suspensión del Parlamento es necesaria para que su gobierno pueda diseñar su "muy emocionante plan".
Pero la interrupción de la actividad parlamentaria se traduce en un importante recorte del tiempo que tendrán los legisladores que así lo deseen para detener una salida de Reino Unido de la UE sin acuerdo, lo que se conoce como Brexit duro.
La reina Isabel II no tenía margen de acción, como explica el corresponsal de la BBC para temas reales Jonny Dymond.
"La reina tiene que seguir el consejo de su primer ministro", señala Dymond.
El corresponsal añade que, por más que muchas personas puedan estar molestas ante el hecho de que el Parlamento no sesione en estos momentos, existen precedentes que respaldan la posición de quienes tomaron esta decisión.
La idea es que estos asuntos se resuelven en el palacio de Westminster (sede del Parlamento), no el de Buckingham.
La reina no podía tomar una decisión política.
La británica es una monarquía constitucional con gobierno parlamentario, con lo que se puede decir que el rey o la reina reinan pero no gobiernan.
Los monarcas son más que nada una figura de unidad nacional para los británicos, además de representar a Reino Unido y sus valores tradicionales ante el resto del mundo.
¿Ahora qué?
En la particular terminología de la política británica, el Parlamento será "prorrogado" para que se pueda celebrar el discurso de la reina, un acto en el que la monarca lee un texto elaborado por el gobierno donde se marcan los objetivos, proyectos legales y ambiciones políticas del ejecutivo.
La lectura del discurso da lugar a un nuevo periodo de sesiones.
Los parlamentarios de la Cámara de los Comunes y sus colegas de la Cámara de los Lores no pueden evitar la prorrogación o aplazamiento del período de sesiones.
Así las cosas, se prevé que el Parlamento suspenda su actividad el 10 de septiembre y regrese el 14 de octubre, 17 días antes de la fecha limite para el Brexit.
Los críticos de la decisión del gobierno británico opinan que la medida tiene como objetivo impedir que algunos legisladores intenten evitar que Reino Unido salga de la Unión Europea sin un nuevo acuerdo sobre comercio y fronteras.
Quienes apoyan al gobierno afirman que la suspensión del Parlamento es necesaria para que tenga lugar el tradicional discurso de la reina, que no se ha celebrado desde 2017 por la incapacidad de la ex primera ministra Theresa May de cerrar el período de sesiones durante dos años.
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