'Primer Acción de Gracias en Plymouth', cuadro de Brownscombe, 1914. (Dominio público)
En el ‘Thanksgiving’, que se celebra hoy en Estados Unidos, prácticamente todo el país consumirá pavo. ¿Hay un motivo?
Es una fiesta que también se celebra en Canadá, Brasil o Liberia, pero el cine nos ha llevado a relacionarla básicamente con Estados Unidos. Thanksgiving, o Acción de Gracias, colapsa aquel país cada año a finales de noviembre. Muchos toman el aeropuerto o la carretera para reunirse con la familia y compartir a la mesa el famoso pavo asado.
La tradición norteamericana remonta Acción de Gracias a un encuentro entre colonos ingleses y un grupo de indios wampanoag en Plymouth en 1621. Los europeos, que habían llegado a suelo americano el año anterior, conmemoraban el buen resultado de la cosecha cuando se presentó ante el asentamiento el conjunto de nativos.
Parece que acabaron confraternizando y compartiendo el banquete, al que cada cual aportó algo. Los ingleses, entre otras cosas, contribuyeron con aves que habían cazado, aunque nada indica que tuviesen que ser pavos. Los expertos creen más probable que fuesen ocas o patos.
Hay quienes defienden que el primer día de Acción de Gracias tuvo lugar medio siglo antes, en 1565, en la Florida española . En cualquier caso, los ingleses que emigraron al Nuevo Continente celebraban días de acción de gracias desde antes de aquel encuentro y por todo tipo de razones.
Lo cierto es que, en algún momento, el pavo se impuso en esa festividad por razones prácticas. El animal, por su tamaño, bastaba para alimentar a grandes familias, y además era un ave que se criaba específicamente para su consumo, a diferencia de las vacas o las gallinas, que generaban leche y huevos y convenía conservarlas.
Religión y nacionalismo
Acción de Gracias no se convirtió en una fiesta nacional en Estados Unidos hasta 1789, por iniciativa del primer presidente del país, el general George Washington. La religión y el nacionalismo iban de la mano, puesto que se instaba a los ciudadanos no solo a conmemorar el origen de su país: había que agradecer a Dios que velara por los norteamericanos, de la misma forma que antes había protegido a los peregrinos del Mayflower.
Pero, en la práctica, unos estados celebraban el gran día y otros no. Fue la escritora Sarah Josepha Hale –autora, por cierto, de la popular canción Mary had a Little Lamb– quien inició una campaña para conseguir que el Thanksgiving llegara a ser un patrimonio de todo el país, convencida de que sería un punto de unión entre el norte y el sur.
En esos momentos existía una fuerte división en torno al tema de la esclavitud, antagonismo que desembocaría en la guerra civil. Finalmente, los esfuerzos de Hale tuvieron éxito: desde 1863, Estados Unidos celebra ese día el cuarto jueves de noviembre.
En la actualidad, la jornada presenta todavía un fuerte sentido patriótico. El presidente Barack Obama, por ejemplo, aprovechó la ocasión en 2013 para enaltecer la unidad nacional: “Somos un pueblo que es más grande cuando estamos unidos que cuando estamos por nuestra cuenta. De eso trata el día de hoy”.
Tras el retiro familiar llega el momento de desmelenarse con la tarjeta de crédito. El día inmediatamente posterior es el Black Friday , o Viernes Negro, en el que la gente se congrega para celebrar otro ritual: las rebajas.
Este artículo se publicó en el número 620 de Historia y Vida.
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