Vista del puente que conecta Zhuhai con Macao y Hong Kong. (Zigor Aldama)
Las protestas pueden dejar a Hong Kong fuera del plan económico y de integración más ambicioso de China. Mientras tanto, ciudades como Zhuhai o Shenzhen crecen sin parar
"¿Qué revolución es esa que aboga por reducir el bienestar de la población en vez de aumentarlo?". Junius Ho, el diputado prochino más odiado por los manifestantes anticomunistas que llevan sacudiendo Hong Kong desde hace casi medio año, es muy crítico con la desconexión de China que promueven los más radicales. "La ciudad lleva ya mucho tiempo perdiendo peso específico en la economía del país. Ahora, las protestas solo van a ahondar en ese declive. Mientras tanto, al otro lado de la frontera, en la China continental, ciudades como Shenzhen o Zhuhai continúan creciendo sin parar y la primera ya genera más PIB que Hong Kong. No nos van a esperar", sentenció el político en una conversación con El Confidencial antes de que un hombre lo acuchillase mientras repartía octavillas para las elecciones locales que se celebrarán este domingo.
Ho, abanderado del pragmatismo que prima lo económico sobre lo político, se refiere al gran plan de China para el desarrollo del país: el proyecto de la Zona de la Bahía, una estrategia de integración territorial diseñada en torno a 56.000 kilómetros cuadrados del delta del Río Perla para que las dos excolonias, Hong Kong y Macao, colaboren con nueve ciudades de la provincia sureña de Guangdong y creen un gigante de 70 millones de habitantes que apueste sin fisuras por la innovación, las nuevas tecnologías, los servicios financieros, y la industria del entretenimiento.
La Zona de la Bahía suma el 37% de las exportaciones del país y el 12% del PIB chino, y cuenta con indudables fortalezas: Macao es el mayor exponente mundial del juego -muy por delante de Las Vegas- y adalid de la industria del entretenimiento, Hong Kong es el principal centro financiero de Asia, y Guangdong es una de las mayores bases manufactureras del globo. Según el gobierno central de Pekín, que aprobó el plan a mediados de 2017, una colaboración más estrecha de todas estas localidades podría acelerar su desarrollo y mejorar considerablemente el bienestar de la población. Por eso, en un inicio, Hong Kong no dudó en subirse al tren. Literalmente, porque la ciudad está ahora conectada con Guangzhou, capital de la provincia, a través de una nueva línea de alta velocidad.
Pero el elemento más visible de esta nueva vertebración es el faraónico puente que une Hong Kong con la excolonia portuguesa de Macao y la ciudad de Zhuhai. Con 55 kilómetros de longitud, es la obra de ingeniería sobre el mar más larga del planeta, y fue inaugurada el año pasado para facilitar el tránsito de personas y de mercancías entre las tres ciudades. Pero los recelos sobre el impacto demográfico que puede tener en la excolonia británica ya supusieron una mancha en su grandiosa puesta de largo, y su gestor, Li Jiang, reconoce a este periódico que está infrautilizado. De momento, solo lo recorren camiones, autobuses -cuyo número ha caído en picado desde que comenzaron las protestas-, y algunos automóviles autorizados.
Los días en los que solo Hong Kong ofrecía las condiciones adecuadas para entrar a China han acabado
Algo parecido sucede con el tren de alta velocidad, que provocó suspicacias por la gigantesca estación en la que operan agentes de inmigración chinos, y que ha estado en la diana de los manifestantes. La presencia de autoridades del continente nunca es bienvenida entre quienes temen que una mayor integración económica, inevitable porque el modelo 'un país, dos sistemas' caduca en 2047, resulta peligrosa para Hong Kong.
"Aunque es una estrategia para presionar al Gobierno, nuestro fin último no es destruir la economía de la ciudad, como apuntan los prochinos. Lo que sucede es que Pekín cree que puede ofrecernos dinero a cambio de las libertades que van muriendo", denuncia Stella Chen, una manifestante de la Universidad Baptista de Hong Kong. "El plan de la Zona de la Bahía es buena muestra de ello", apostilla.
Con o sin Hong Kong
El proyecto, no obstante, continuará avanzando. Con o sin Hong Kong. Buen ejemplo de ello es la isla de Hengqin, en Zhuhai. En este territorio de 106 kilómetros cuadrados, que en su punto más cercano se encuentra a solo 187 metros de Macao, se están desplegando las mismas armas que han convertido a Hong Kong en una potencia: si el centro financiero disfruta de una fiscalidad muy baja, Hengqin tiene su zona de libre comercio; si Hong Kong atrae inversión extranjera a raudales, Hengqin ya acoge la sede de más de 55.000 empresas; la multinacional Chimelong incluso ha construido un gigantesco parque temático que rivaliza con la Disneylandia de la excolonia y que alberga el acuario más grande del mundo.
"Tenemos la aduana abierta las 24 horas del día en el puerto, los vehículos con matrícula de Macao pueden circular libremente por Hengqin, hemos integrado nuestros sistemas de transporte público con los de Macao, y a finales de año entrará en vigor una nueva política que facilitará aún más la circulación de personas y de mercancías", avanza Yang Chuan, director administrativo de la Zona de Libre Comercio de Hengqin. "También damos facilidades a las empresas extranjeras que se quieren establecer aquí", añade.
Además, la isla de Zhuhai cuenta con algo que en Hong Kong ya ha desaparecido casi por completo: manufacturas. "Nuestro objetivo es incrementar la presencia de empresas de alta tecnología, por lo que hemos reducido su impuesto de sociedades hasta el 15% y hemos mejorado el suministro de energía hasta convertirlo en uno de los diez mejores del mundo", apostilla Yang, dejando en evidencia que los días en los que solo Hong Kong ofrecía las condiciones adecuadas para entrar a China han acabado. "De hecho, muchas compañías hongkonesas se han registrado aquí", informa el funcionario.
Zhuhai apuesta por industrias como la farmacéutica o la de electrodomésticos
Si bien Shenzhen concentra la mayoría de empresas de Internet, lo que le ha valido el apodo de 'Silicon Valley de China', Zhuhai apuesta por industrias como la farmacéutica o la de electrodomésticos, razón por la que allí tienen su base marcas como Gree, uno de los principales productores de aires acondicionados e incluso sistemas de refrigeración para centrales nucleares, o By-Health, el principal fabricante de suplementos nutricionales del país. La mayoría se ha embarcado en un rápido proceso de automatización para incrementar su productividad y subir peldaños en la escala de valor.
"Es evidente que China se está desarrollando mucho más rápido que Hong Kong y que está creando condiciones cada vez más atractivas para establecerse allí. Pero va a tener complicado arrebatarle el sector financiero, porque Hong Kong todavía disfruta del Estado de Derecho, que es clave para proporcionar confianza. Ya veremos qué sucede si la independencia judicial -cuestionada mucho últimamente- desaparece", señala un empresario vasco que prefiere mantenerse en el anonimato.
Nadie protesta en Macao
Curiosamente, frente a las reticencias de Hong Kong, Macao se ha volcado sin problemas en el proyecto. Su universidad incluso ha establecido un campus en Hengqin, mucho más extenso que el original, para continuar creciendo. Está separado del resto de Zhuhai por una valla y un río artificial, y solo se puede acceder a él desde la excolonia portuguesa, que este año celebra dos décadas desde que fue devuelta a China y que ve en el proyecto de la Zona de la Bahía una oportunidad para potenciar sus lazos naturales con los países de habla portuguesa como puerta al gigante asiático.
En Macao, muy pocos protestan. Y, a pesar de que se rige por un sistema similar al de Hong Kong, las manifestaciones no se han extendido a esta pequeña localidad de casi 700.000 habitantes. Hay quienes sostienen que eso se debe a su enorme dependencia de China, fuente inagotable de turistas que se dejan los cuartos en los casinos. Pero lo cierto es que Hong Kong también depende de China. Concretamente, la ciudad adquiere en el continente entre el 70% y el 80% del agua que consume, el 16% de su energía, y la mayoría de las verduras con las que se alimenta y el té y el café que bebe.
El responsable de Finanzas de Hong Kong ha advertido de que la ciudad sufrirá una recesión aún mayor que la de 1997
Estos recursos, sin duda, son potentes armas en manos de Pekín, que también está considerando la posibilidad de establecer un mercado de valores en Macao para diversificar su economía y servir de pilar al proyecto de la Zona de la Bahía. Por eso, el campo progubernamental de Hong Kong, que según todos los vaticinios sufrirá una debacle en las urnas el domingo, aboga por mantener unas relaciones cordiales con el Partido Comunista y no poner el modelo 'un país, dos sistemas' en tela de juicio.
El responsable de Finanzas de Hong Kong, Chan Mo-po, ha advertido de que la ciudad sufrirá este año una recesión aún mayor que la provocada por la crisis financiera de 1997, cuando Hong Kong se benefició del poderío de China para mitigar sus efectos. Pero no todos comparten ese pesimismo. Alibaba ha reafirmado su apuesta por el centro financiero con la salida a bolsa que protagonizará en Hong Kong el próximo día 26. Y, en el extremo más radical, quienes abogan por la independencia aseguran que la ciudad podría sobrevivir con sus propios recursos, o incluso incrementando su cooperación con Taiwán, a la que China considera su "provincia rebelde". “Nadie ha dicho que la libertad sea gratis”, sentencia Chen.
AUTOR
ZIGOR ALDAMA. ZHUHAI 23/11/2019
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