martes, 2 de agosto de 2022

Machhapuchhare, la montaña sagrada de Nepal que está prohibido escalar

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na mujer nepalí señala el Machhapuchhare Bartosz Hadyniak




Desde finales de los años cincuenta del siglo pasado, la montaña de la cola de pez, de 6.997 metros, solo puede ser admirada desde la distancia


El Machhapuchhare se mira pero no se toca. Nepal está plagada de montañas altivas, intimidantes, hermosas. Ese país del Himalaya reúne ocho de los catorce picos más altos del planeta, los que sobrepasan los 8.000 metros de altura. De manera que hay dónde escoger. Sin embargo, a veces la elección no es posible. Si se trata del Machhapuchhare, el acceso está vedado. No se puede molestar a los dioses que viven en su cumbre.

Este monte de carácter aislado y silueta característica se halla situado en la región del Annapurna. Su hermoso nombre, con esa redundancia de haches, significa, en nepalí, “montaña de la cola de pez”. Es por el aspecto que presenta la cumbre, horquillada y con dos puntas muy marcadas.

Los montañeros la miran con codicia. Y los naturalistas, con satisfacción, pues consideran que podría tratarse de una de las zonas más vírgenes de la Tierra, ya que nunca se ha alcanzado su punto más alto, situado a 6.997 metros. Parece una coquetería haberse dejado seis pasos para no estar clasificado en la categoría de los sietemiles.

Si la política oficial de Nepal no lo impidiera, atacar el Machhapuchhare sería muy fácil, logísticamente hablando. Se encuentra tan solo a 25 kilómetros al norte de Pokhara, la segunda ciudad más importante del país, que cuenta con aeropuerto y todo tipo de servicios. Plantarse a sus pies es cuestión de solo un día. De hecho, en los días despejados de otoño e invierno, la silueta de la montaña de cola de pez se distingue muy claramente sobre el resto del santuario del Annapurna incluso desde las calles de Pokhara.

Vista del Machhapuchhare desde Pokhara

Vista del Machhapuchhare desde Pokhara

 Getty Images/iStockphoto

Pero es que la cima de ese monte tiene inquilinos. Incluso podría decirse que están un tanto apretujados. En lo más alto del promontorio de roca y hielo residen dos de los principales dioses del panteón hindú, Shiva y Vishnu. Además, los campesinos locales dan por supuesto que también es morada de la divinidad local Pujinim Barahar. Y el budismo tibetano fija aquí la residencia de Tara, el avatar de la Compasión. Y de Amitabha, el Buda mahayana de la Luz Infinita.

Y aun con esa retahíla de distinguidos habitantes, los occidentales tuvieron el atrevimiento de intentar la ascensión al Machhapuchhare. James O. Merion Roberts, teniente coronel del ejército británico, comenzó a subir la montaña de la cola de pez en el año 1957. Y a punto estuvo de conseguirlo, pues la expedición llegó hasta los 6.952 metros de altitud. Sin embargo, una furiosa tormenta de nieve y viento hizo desistir a la cordada. Los montañeros se quedaron a tan solo 45 metros de la cumbre, lo más cerca que se ha estado de visitar a Shiva y compañía.

Existe la leyenda de que en 1980 se produjo una escalada ilegal en solitario por parte de Bill Denz

Tras ese intento fallido, Roberts hizo una petición formal al Gobierno nepalí de que prohibiera la escalada en el Machhapuchhare, no se sabe si pensando que si no había podido subir él que ya no lo hiciera nadie más. Y Katmandú aceptó. Desde entonces, el Machhapuchhare está vedado.

En el mundillo alpinístico, sin embargo, existe la leyenda de que en 1980 se produjo una escalada ilegal en solitario por parte de Bill Denz, un himalayista especializado en expediciones sin compañía a lugares prohibidos. Él no ratificó el rumor, y murió en 1983 tras sufrir una avalancha escalando. Hay quien ve en ello el posible castigo divino a su atrevimiento.

El Machhapuchhare en todo su esplendor

El Machhapuchhare en todo su esplendor

 Bartosz Hadyniak

Técnicamente, el Machhapuchhare estaría reservado a alpinistas con gran nivel técnico, pues las paredes cercanas a la cumbre son extraordinariamente verticales y repletas de hielo, muy propicias para los aludes. Se sea bueno o no, el asunto queda zanjado, no se puede ascender.

De manera que la forma de gozar de esa montaña tan especial es acercándose a ella con algunos de los populares trekkings que se adentran en la región del Annapurna. El de Mardi Himal permite llegar a lo que habría sido el campamento base, con una visión de la pirámide final que resulta irreal, parece un monolito de hielo dejado por extraterrestres.

La forma de gozar de la montaña es  acercándose con algunos de los trekkings que se adentran en la región del Annapurna

Si uno no es muy partidario de pegarse una palizita caminando una semana, puede esperar a orillas del confortable lago Phewa, en la ciudad de Pokhara, a que aparezca un amanecer despejado y gozar de la visión de toda la cresta del Himalaya, entre la que se distingue a la perfección la sagrada montaña con forma de cola de pez.

Pokhara se halla a seis horas de la capital, Katmandú, por carretera. La ciudad dispone de aeropuerto, por lo que ambas conurbaciones se unen en apenas una hora.


Sergi Ramis