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Charli XCX y Troye Sivan, reyes de lo 'cool'.
(Primavera Sound/Henry Redcliffe)
Repasamos cómo surgieron estos dos términos y a qué aluden para comprender por qué proclamarte a ti mismo como 'guay' o auténtico deslegitima cualquiera de tus acciones
Había mucha expectación por ver en directo a la artista del pop del momento en el festival más importante del mundo. Hace apenas unos días, la artista Charlie XCX subía al escenario Other de Glastonbury para interpretar los mejores temas de Brat y en un instante, presa de la emoción, gritó al público: "¡Muchísimas gracias! Sois super 'cool. Pero no tan 'cool' como yo, ¡zorras!". Este gesto deíctico hacia su público, pronunciado por una persona que se sabe en la cresta de la ola, revela mucho sobre la naturaleza de lo que se considera 'cool'.
Más allá de su manifiesta arrogancia, podemos afirmar que, a partir de ese día, Charlie dejó de ser 'cool' para siempre. A la vista está que, durante y después de su show, las redes ardieron contra ella y su música cuando hace unos meses todo el mundo la alababa. Los argumentos esgrimidos por los críticos fueron tan manidos como su uso desmesurado del Autotune y no llevar a una banda detrás. No le sentó nada bien (era de esperar) y acusó a sus 'haters' de ser unos 'boomers'. Menos 'cool' todavía. La gente 'cool' de verdad es elegante hasta recién levantada de la cama, en sus horas peores o en su mundana mediocridad.
Porque no hay nada menos 'cool' que vociferar a gritos que tú eres la que marca tendencia. Y Charlie lo hizo. Cometió ese pecado. No supo ver a tiempo que lo que más fastidia a los demás es situarte por encima de ellos, aunque sea de colegueo. De pronto y como por arte de magia, se dieron cuenta de que sus canciones están hechas con ordenador (como la del 90% de los artistas) y su voz pasaba por un programa informático, el Autotune, que falseaba su timbre y rango vocal. Y ya les dejó de hacer gracia.
Recientemente, un estudio de la Asociación Americana de Psicología ha resuelto que hay seis atributos que cumplen todas las personas que molan: extroversión, hedonismo, poder, espíritu de aventura, apertura social y sensación de autonomía. Charlie cumplía todas hasta su concierto en Glastonbury, porque no hay nada que baje más el 'molómetro' que describirse a sí mismo como genial. Sucede a la inversa con el concepto 'charca', el cual se ha vuelto muy popular los últimos meses en redes sociales: cuanto más señalas qué es o quiénes son los 'charca', más defines tus propias inseguridades o pecados culpables.
Ver la 'charca' te exime de ella
Una de las primeras personalidades en hablar del uso del concepto 'charca' en redes sociales fue la escritora Gema del Castillo, cuando en una de sus columnas lo definió así: "esas personas básicas -sin personalidad y sin remordimiento por ello- que llevan a cabo comportamientos demasiado típicos, sin cuestionarse siquiera por qué lo hacen", añadiendo una peculiaridad bastante interesante: "se supone que si haces todas esas acciones 'charca' performándolas, entonces dejas de serlo". Es decir, "todo depende del nivel de conciencia sobre el propio comportamiento".
Se puede ser rico y disfrutar de experiencias solo al alcance de unos pocos y estar ahogado en la charca como el más pobre.
Por tanto, lo que hace que algo sea 'charca' o no, no es la acción en sí, sino el señalamiento o la ironía de alguien externo. Lo 'charca' siempre son los demás. Es el término que se usa para designar a aquellos que llegan los últimos a una moda que repiten sin cesar. Ver la 'charca' te exime de ella.
Como describe de manera brillante del Castillo: "Siento que vivimos en una batalla dialéctica infinita que resulta tal que así: surge una tendencia. El sistema la emplea tanto que consigue consumirla. Como reacción, se la desprecia. Surge la 'charca'. Ahora todo es 'charca' y 'tiaxulismo'. Los propios conceptos agonizan. Los odiamos. Somos alternativos. Los reivindicamos. Somos 'mainstream'. Le damos veinte vueltas a la tortilla. Tenemos razón. La perdemos. Nos señalan. Asumimos que nuestra ignorancia es el primer paso del conocimiento. Y vuelta a empezar".
Solo es 'cool' quien esconde su genialidad
Se piensa que el significado de 'cool' al que alude el término viene de la palabra italiana 'sprezzatura', acuñada por el noble cortesano y diplomático Baltasar de Castiglione en su tratado Il Cortegiano ("El Cortesano", 1528). Mucho antes de que llegara la época de la modernidad a Europa, y con ella el espíritu de aspiración y distinción cultural que rodea lo 'cool', fue este noble italiano quien designó la actitud de despreocupación y seguridad de alguien que se siente muy seguro de sí mismo y de sus propios medios.
Lo 'sprezzante' es traducido al italiano como "desdeñoso" o "distante", de ahí que Castiglione lo viera como una forma de "disimular el arte y mostrar lo que se hace y lo que se dice sin esfuerzo, casi sin pensar en ello". Evidentemente, hay que avanzar al siglo XX y a Estados Unidos concretamente para ubicar el despunte de la palabra 'cool'. Chloe MacDonnell, periodista de The Guardian menciona en un artículo reciente que el término empieza a usarse con la explosión del jazz en la década de 1940, cuando el músico negro Lester Young desafió las normas raciales mostrándose impertérrito y sin sonreír durante un concierto. Es él también quien usó por primera vez gafas de sol en interiores, uno de los objetos más recurrentes para generar esa impresión de ser 'guay'.
Pero a la hora de la verdad, hay muy poco consenso sobre lo que de verdad es 'cool'. No son elementos concretos lo que hacen que una persona sea 'cool' de verdad, sino más bien una actitud. MacDonnell cita a Chris Black, un consultor y experto en moda, quien asegura que al final alguien 'cool' es simplemente una persona que "se siente cómoda con su identidad, es muy bueno en lo que hace o demuestra un nivel de dedicación y autoestima que es genial".
La 'charca' no entiende de clases
Volviendo al concepto de 'charca', merece la pena rescatar una lectura que hace Carmen S. en cuando ve el acto de señalar algo como 'charca' como un prejuicio elitista. "Siendo estrictos el término comprende a esas personas de bajas aspiraciones tanto culturales como económicas, cutres -o con poco sentido del gusto- y tacaños", asegura. "Es decir, un término clasista o elitista". Y sintetiza de una manera genial: "'Charca' se ha convertido en todo aquello que despreciamos cuando creemos estar mirando hacia abajo".
Esta tesis más tarde la compartió la quinqui del programa de podcast La pija y la quinqui: "Hay un clasismo intrínseco que dice: 'os ha llegado una cosa que a nosotros ya nos había llegado y ya la hemos quemado. Disfrutáis de las migajas que os hemos dejado'". Sin embargo, ciertos usuarios muy populares en X (anteriormente Twitter, que es la red social en la que empezó a despuntar el término), como Ma Wukong o Alex Chiner, respondieron a esta visión clasista del término argumentando que se puede ser rico y disfrutar de experiencias solo al alcance de unos pocos y estar ahogado en la charca como el más pobre.
Es muy interesante esta refutación de la 'charca' como prejuicio elitista, pues pone por delante el valor de una experiencia que se da por auténtica antes que por exclusiva o por lo mucho que te puede llegar a costar. Es decir, en la 'charca' no hay clases sociales, es la propia experiencia (no su coste o el nivel adquisitivo de los implicados) lo que hace de ella algo poco auténtico o real. En resumidas cuentas, como lo 'cool', es un fenómeno social que no tiene categorías firmes ni establecidas, simplemente se basa en una especie de sensibilidad que emerge aupada por lo social (generalmente la envidia o arrogancia) que hace que veamos la paja siempre en el ojo ajeno.
Cristiano Ronaldo y su baja 'Big Dick Energy'
Vale. Todos podemos ponernos unas gafas de sol aunque sea de noche, tener un perfil en Instagram de lo más envidiado o grabar un disco de pop irresistible a pesar de abusar del Autotune. Todos podemos pretender ser 'cool' en ciertos momentos de nuestra vida. Incluso, podemos hacer como Charlie y echarlo todo a perder a causa de nuestra propia arrogancia. Pero hay una 'energía' opuesta totalmente a la 'charca', una sensibilidad mucho más grande y auténtica: la 'Big Dick Energy' (BDE).
Si lo 'cool' y lo 'charca' no poseen una serie de categorías bien definidas, la 'big dick energy' ya es el colmo de la indefinición.
La 'BDE' nació con un malentendido de otra estrella de pop, esta vez Ariana Grande, en 2018, como explica la revista . En este caso, hablaba de una canción que había compuesto pensando en su novio, el cómico Pete Davidson, y una tuitera muy famosa se hizo eco del malentendido que asociaba centímetros con los minutos de la canción y el adjetivo "long". Así nació el siguiente peldaño del molómetro.
Aunque tiene una connotación cien por cien masculina (que podríamos traducir como "energía de pene grande"), en realidad sirve para designar a todo lo contrario: hombres (o mujeres también) que no necesitan hacer uso del canon masculino de fuerza, resistencia, poder o ambición para resultar fuertes, resistentes, poderosos o ambiciosos. Si lo 'cool' y lo 'charca' no poseen una serie de categorías bien definidas, la 'big dick energy' ya es el colmo de la indefinición. Existe un gran debate sobre qué personalidades públicas poseen esta cualidad (desde el actor Ryan Gosling hasta Rihanna, Cate Blanchett u Obama), pero lo cierto es que sí que se sabe muy bien quién carece de ella; esto es, aquellos que van de triunfadores por la vida, que presumen de músculo y que siempre están alardeando de lo mucho que les ha costado llegar hasta donde están.
Podríamos pensar que el máximo exponente de una baja BDE es el futbolista Cristiano Ronaldo, quien frente a las cámaras dijo en 2018 que los árbitros iban a por él porque el resto le tenían envidia al ser "rico y guapo". En un vídeo de apenas diez segundos, podríamos extrapolar estas declaraciones a la inversión de los valores morales sobre la que teorizó el filósofo Friedrich Nietzsche, cuando criticaba que el cristianismo vino a recompensar a los débiles y castigar a los fuertes.
Si Cristiano fue un pionero a la hora de encarnar esta especie de victimismo del matón de la clase, personajes de hoy en día como Llados o cualquier 'gymbro' de tres al cuarto que te ofrecen una vida plena, cargada de éxito económico y social, a cambio de sacrificio, ejercicio físico y vida ascética... se llevan la palma. Pero a ojos de los demás, eso será 'charca'; porque a fin de cuentas todo el mundo quiere aspirar a conseguir la mejor versión de sí mismo, y en ese viaje, mal que nos pese, estamos todos.