Después de varias décadas de un crecimiento económico a tasas del 10 por ciento, China enfrenta una desaceleración que provoca miedo en todo el mundo. Del 7,7% del primer trimestre, descendió a 7,5% en el segundo y se estima que este descenso continuará. Barclays y Nomura se han sumado a la reciente previsión de Societé Generale sobre el “considerable riesgo” que está implicando China para la economía mundial con su “aterrizaje forzoso”, y hablan de tasas de crecimiento en torno al 5 por ciento.
Esto justifica los miedos si pensamos que la desaceleración en conjunto de Estados Unidos, Europa, China y los países emergentes, puede ser una tormenta perfecta para la economía mundial. Barclays y Nomura señalan que el crecimiento del PIB chino podría caer al 3% en algún momento de los próximos tres años. Esto sería menos de un tercio de la tasa media de crecimiento que tuvo China en las últimas tres décadas.
China se enfrenta a una compleja reforma estructural impulsada por el gobierno del primer ministro Li Keqiang, que en la práctica ha significado el retiro de los estímulos que se han aplicado desde 2008/2009, y un intensivo desapalancamiento bancario. Con esto, el gobierno se ha encargado de pinchar las burbujas y dar una clara señal que nada será como antes para el mundo. Este escenario está significando una desaceleración de las exportaciones e importaciones chinas, y no es un aterrizaje forzoso para China pero bien puede serlo para el resto del mundo. De ahí la caída en los precios de los commodities y las materias primas, que complicará el escenario de los países productores de estos recursos debido a la alta demanda que impuso China en el período del auge.
China se enfrenta a una compleja reforma estructural impulsada por el gobierno del primer ministro Li Keqiang, que en la práctica ha significado el retiro de los estímulos que se han aplicado desde 2008/2009, y un intensivo desapalancamiento bancario. Con esto, el gobierno se ha encargado de pinchar las burbujas y dar una clara señal que nada será como antes para el mundo. Este escenario está significando una desaceleración de las exportaciones e importaciones chinas, y no es un aterrizaje forzoso para China pero bien puede serlo para el resto del mundo. De ahí la caída en los precios de los commodities y las materias primas, que complicará el escenario de los países productores de estos recursos debido a la alta demanda que impuso China en el período del auge.
El modelo económico chino se hizo altamente dependiente de la inversión y la deuda y fue ese modelo de la financiarización la que hizo de China una locomotora económica. Por eso no debería ser ninguna sorpresa que este modelo llegue a su fin en forma voluntaria. Durante el período de crecimiento los niveles de deuda se dispararon y el dinero se volcó en fábricas, edificios, carreteras, aeropuertos que cambiaron el rostro de China.
El gigante asiático se sumó a ese mundo que caminaba aceleradamente hacia un agotamiento total de los recursos, y llegó a ser el mejor discípulo. Pero una disminución a tiempo de la velocidad siempre puede salvar mucha vidas. Y eso es lo que está haciendo China desde el año 2010 con su pinchazo a la burbuja inmobiliaria.
Ahora China quiere equilibrar su economía y hacerla menos dependiente de la deuda y de la inversión extranjera. China tiene un PIB actual de 8,6 billones de dólares y un crecimiento de 7,5% (650.000 millones de dólares), es equivalente a un crecimiento del 4% de Estados Unidos. Pero Estados Unidos hace tiempo que no crece al 4 por ciento. Lo más probables es que la tasa del producto interno bruto de China siga descendiendo en los próximos años. La caída de la inversión es un fenómeno de características globales, y ya vimos cómo ha descendido la inversión en Europa. Esto mismo está ocurriendo en China.
Los informes de los bancos Barclays, Nomura y Societe Generale son algo alarmistas. Hablan de un aterrizaje forzoso para la economía mundial, cuando lo que viene por el lado de China es un ajuste suave. Otra cosa es pensar que China va a resolver los problemas de Europa o Estados Unidos.
Si China logra que la caída del crecimiento sea por menores transferencias a las capas financieras y con un aumento de la renta media de los hogares, habrá tomado la dirección correcta. Lo que interesa no es la velocidad del PIB sino la evolución ordenada y equilibrada de este PIB en la sociedad. China está dando un claro ejemplo de esto al dar prioridad a los equilibrios internos que ayudan en la estabilidad social, que a los equilibrios externos de las importaciones y exportaciones que generan las burbujas, aumentan la deuda y desestabilizan a la sociedad.
Marco Antonio Moreno 31 de julio de 2013 | 06:50 CET
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