Puede que no le moleste la idea de vivir en una ciudad inteligente, pero seguro que le encantaría vivir en una que fuera feliz.
Los datos para medir la felicidad de una ciudad, ya están a nuestro
alrededor, en los tuits que enviamos cada hora y en los perfiles que compartimos
en Facebook.
Y, cada vez más, los datos están siendo capturados y analizados para medir la
salud y la felicidad de una nación.
El proyecto Hedonometer (como un sistema para medir el hedonismo) se propuso
este año crear mapas de los niveles de felicidad en las ciudades de los Estados
Unidos a partir de datos obtenidos de la red social Twitter.
Con 37 millones de tuits geolocalizados de más de 180.000 personas en EE.UU.,
el equipo del Centro de Computación Avanzada de la Universidad de Vermont valoró
las palabras, ya fueran felices o tristes.
Además de descubrir que la gente era más feliz cuando estaba más lejos de
casa, el estudio arrojó algunos datos interesantes acerca de qué tan buen estado
de salud tenían.
Encontró palabras como "muerto de hambre" y "ardor de estómago" que fueron
escritas con mucha más frecuencia en las ciudades con un alto porcentaje de
ciudadanos obesos.
Estos datos podrían ser muy útiles para los gobiernos locales, para
mantenerse informados sobre qué políticas se requieren en un área
determinada.
"Las ciudades que buscan comprender los cambios en el comportamiento de sus
ciudadanos, por ejemplo, para ubicar los anuncios de programas de salud pública,
pueden recurrir a los medios sociales para obtener información en tiempo real",
dijo Chris Danforth, uno de los líderes del proyecto.
Sobrecarga de datos
Ya en 2010 el jefe ejecutivo (CEO) de Google Eric Schmidt señaló que la
cantidad de datos recopilados desde los albores de la humanidad hasta el año
2003 era el equivalente al volumen que ahora producimos cada dos días.
Estos datos no sólo provienen de los mensajes en las redes sociales, las
señales de telefonía móvil y las transacciones de compra, sino cada vez más de
los sensores en los objetos, desde farolas a los rascacielos.
La llamada "Internet de las cosas" ofrece una nueva forma de analizar y medir
la vida de la ciudad. Desde si las tuberías de agua tienen escapes o qué tan
fluido es el tráfico en las carreteras. Incluso los edificios ya están
utilizando la energía de la manera más eficiente.
Una predicción del arquitecto, urbanista y profesor Mike Batty en 1997 sobre
que en 2050 todo lo que nos rodeara sería parecido a algún tipo de computadora
ya está empezando a hacerse realidad.
En Noruega, más de 40.000 paradas de autobús tuitean, lo que permite que los
pasajeros escriban mensajes acerca de sus experiencias. En Londres, la oficina
del alcalde ha comenzado un proyecto para etiquetar árboles para que las
personas puedan aprender su historia.
Sin embargo, la cantidad de datos registrada es tan enorme, que manejar una
ciudad puede resultar tarea imposible.
Por ejemplo, la cadena de supermercados británica Tesco registró en una sola
de sus tiendas cerca de 70 millones de datos en un año tras instalar sensores en
los sistemas de refrigeración para reducir costos de calefacción y de
iluminación.
"¿Cómo damos sentido a esa cantidad de datos?", se preguntaba John Walsh,
gerente de energía para Tesco Irlanda.
Y eso que, en este caso, el único objetivo era gestionar las neveras de
manera más eficiente.
Pero si lo trasladamos a una ciudad, por ejemplo recopilando datos de los
sistemas de transporte, servicios públicos, recogida de basuras, hospitales,
escuelas, oficinas y del gobierno, la escala del problema es evidente.
La ciudad
La empresa de diseño por computadora Autodesk ha estado trabajando con San
Francisco, Vancouver y Bamberg, en el sur de Alemania, para crear
visualizaciones 3D sobre las que el gobierno puede superponer los conjuntos de
datos para ver cómo funciona la ciudad en cualquier momento.
La presentación de los datos en estas nuevas formas ha tenido consecuencias
sorprendentes.
En Alemania, se ha utilizado el modelo para mostrar a la gente qué tipo de
impacto tendría una nueva línea ferroviaria.
"Era casi como un entorno de juego. Las personas podían verlo en su iPad y
acercar y moverse por el modelo", dijo Phil Bernstein, vicepresidente de
relaciones de industria de Autodesk.
Anteriormente, todos los que querían participar en la planificación de la
ciudad habrían tenido que hacer un viaje al ayuntamiento para revisar los mapas.
Si se hicieran con un impacto visual mayor, podrían revolucionar la forma en que
se construyen las ciudades, comenta Bernstein.
"Es un acto político y un acto técnico. Esto hace que el proceso de toma de
decisiones sea más transparente y democrática, y el diseño del proceso más
inclusivo", concluye.
¿Hacia el Gran Hermano?
Nos guste o no, ya estamos comenzando a interactuar con nuestras ciudades,
bien sea a través del mensaje de texto que le ofrece un 20% de descuento en las
compras de la tienda por la que acaba de pasar, bien por aplicaciones con
sensores de localización en nuestros teléfonos inteligentes que nos dicen qué
cafetería es la más cercana.
De este desarrollo, surge la pregunta de cómo se utilizarán los datos. Si nos
resulta útil compartir toda nuestra información para tener una vida más cómoda o
si preferimos conservar nuestra privacidad para no sentirnos vigilados
constantemente.
"Mi teléfono sabe que normalmente trabajo hasta las 17:30 y conoce el próximo
autobús que debo tomar antes de que yo lo busque. Está empezando a predecir mi
vida", dijo Andrew Hudson-Smith, que dirige el Centro para el Análisis Espacial
Avanzado en el University College de Londres.
"Podría apagarlo pero no lo hago porque me parece muy útil, aunque
básicamente se lo estoy dando todo a Google. Es fantástico, pero aterrador al
mismo tiempo y cambia la forma en que funciona el mundo", dijo.
Su laboratorio ha estado a la vanguardia de algunos grandes proyectos de
recolección de datos, y aunque que él ve un enorme valor para los
investigadores, al mismo tiempo reconoce que plantea enormes problemas éticos.
"Podemos registrar cada tuit. Las personas han aceptado esos términos, pero
no se dan cuenta de que todo lo que se comparte en línea se puede recoger.
Podríamos estar caminando a ciegas hacia una sociedad de vigilancia las 24
horas", agregó.
Nick Pickles, director de la campaña de privacidad del grupo Big Brother
Watch, coincide en que grandes volúmenes de datos pueden convertirse en el "Gran
Hermano".
"La funcionalidad básica de una ciudad inteligente requiere una gran cantidad
de datos que han de recogerse en cada aspecto de nuestras vidas cada minuto de
cada día. La pregunta es, ¿cómo se utilizan esos datos? Y no requiere una gran
imaginación ver cómo se podrían utilizar para controlar a las personas de una
manera muy parecida al Gran Hermano", admitió.
Carlo Ratti cree que el tema tiene enormes implicaciones para la sociedad y
que se va a necesitar un serio debate.
"Nosotros tenemos que pensar en cómo queremos que funcione la sociedad del
mañana, pero es una discusión que va más allá de las ciudades inteligentes",
dijo y añadió: "Básicamente, estamos construyendo una copia digital de nuestro
mundo físico y esto tiene profundas consecuencias".
Algunas cifras
Cada motor de un avión en un vuelo de Londres a Nueva York genera 10
terabytes de datos cada 30 minutos.
En 2013, los datos de Internet, en su mayoría aportados por los usuarios,
representarán 1.000 exabytes. Un exabyte es una unidad de información igual a un
trillón de bytes.
Los datos meteorológicos recogidos en Estados Unidos por la Administración
Nacional Oceánica y Atmosférica tienen un valor anual estimado de unos US$10 mil
millones
Todos los días creamos 2,5 trillones de bytes de datos
El 90% de los datos en el mundo de hoy se ha creado en los últimos dos
años
Cada minuto se envían 100,000 tuits a nivel mundial
Google recibe dos millones de peticiones de búsqueda por minuto
Basura geo-etiquetada
En una investigación del laboratorio "Senseable City Lab" del Instituto
Tecnológico de Massachussets (MIT) en Estados Unidos, 5.000 piezas de basura de
la ciudad de Seattle fueron geo-etiquetadas y rastreadas por todo el país
durante tres meses para saber qué tan eficiente era el reciclaje.
Según especificó a la BBC Carlo Ratti, director del laboratorio, el proyecto
demostró que se necesitaba mejorar el sistema, pues varias piezas viajaban en la
dirección equivocada.
También se descubrió que el proyecto era capaz de promover el cambio. "Cuando
compartimos la información con los ciudadanos, un chico dejó de beber agua
embotellada al ver que las botellas de plástico iban a parar directamente al
vertedero", dijo Ratti.
Además, debido a un robo de las etiquetas de los laboratorios, el equipo de
Ratti comprobó lo rápido que la policía pudo alcanzar al sospechoso.
Ahora, el equipo está trabajando en un proyecto en Singapur que ofrece
previsiones avanzadas a los conductores de taxi para llegar a los lugares de la
ciudad diez minutos antes de que empiece a llover.
Jane Wakefield BBC Última actualización: Miércoles, 28 de agosto de 2013
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