El gerente del legendario establecimiento de Venecia avisa que, sin ayudas, no podrán reabrir
Los elegantes salones del café Florian son una de las paradas obligatorias de una visita a Venecia. Han pasado tres siglos desde su fundación en 1720, y el legendario establecimiento ha sobrevivido a la caída de la República Veneciana, a conquistas y guerras mundiales, a inundaciones y hasta la paulatina despoblación de la laguna. Pero quizás no sobrevivirá a la pandemia del coronavirus: los administradores del local advierten que, ante la difícil situación económica que atraviesa la ciudad de los canales, si no reciben ayuda del Estado no tendrán más remedio que cerrar definitivamente.
“El problema es el de cualquier empresa. Si no recibe ganancias y tiene que seguir pagando los gastos tiene una vida limitada. Si el gobierno italiano no nos ayuda y tenemos que seguir pagando los impuestos y el alquiler, no quedará otra opción”, asegura por teléfono el gerente del célebre local veneciano, Marco Paolini. “Si morimos –dice– es por problemas económicos”.
Los venecianos han pasado de protestar por tener demasiados turistas a añorar a los visitantes
El 2020 ha sido un año muy duro para toda Italia pero especialmente para la frágil Venecia, donde se calcula que alrededor del 65% de sus 52.000 habitantes se dedican al turismo. Los venecianos han pasado de protestar por las molestias del turismo de masas a lamentarse por la falta de visitantes. El coronavirus ha convertido a la Serenissima en una ciudad fantasma. El declive arrancó con la inundación de noviembre del 2019, la segunda mayor de la historia con 187 centímetros de agua de altura, que provocó mil millones de euros en daños económicos y una consiguiente caída de los visitantes. Comenzaba a recuperarse tímidamente con el carnaval del año siguiente pero entonces fue cancelado debido a la llegada de la covid a la península.
“No queda nadie en Venecia. En la plaza San Marco no hay ni un local abierto. Los museos, cerrados. En verano aún aguantábamos con el 20% o el 30% de la facturación habitual. Ahora ni siquiera abrimos porque no hay absolutamente ni un alma”, insiste el gerente Paolini.
El Café Florian fue fundado el 29 de diciembre de 1720 por Floriano Francesconi, quien alquiló el local comercial bajo las Procuradurías Nuevas. Francesconi contaba con abrir el negocio el día de San Esteban, que por entonces marcaba el arranque del carnaval, pero para su desgracia el carpintero se retrasó unos días. Entonces el bar se llamaba Alla Venezia Trionfante, pero por la popularidad de Francesconi los clientes empezaron a decir, en dialecto veneciano, que iban “da Florian”. Un nombre que ha quedado para la posteridad en la plaza San Marco.
A lo largo de los siglos el café ha sido una meca para gobernantes, artistas y celebridades. Entre sus clientes se recuerdan músicos, actores, políticos o poetas. Desde Wagner, Proust, Nietzsche, Chaplin, Clark Gable, Miró, Grace Kelly, Mastroianni, Liza Minelli, Margaret Thatcher o Andy Warhol desfilaron por las puertas del Florian. También era amado por Percy Shelley o el galán Giacomo Casanova.
Ahora sus propietarios son un grupo de socios con inversiones en el extranjero, particularmente en Taiwán, algo que no ha evitado que este año, como el resto de establecimientos venecianos, los números se hayan hundido. Si en el 2019 recaudaron 8,5 millones de euros, en el 2020 solo 2,5 millones. Tienen 80 empleados en el sistema de desempleo técnico parecido a los ERTE españoles, la mitad de ellos los famosos camareros que atienden vestidos con un frac blanco.
“Pagamos alrededor de un millón al año en alquiler a un propietario privado y al Estado. El privado nos ha perdonado la mitad de su parte, el Estado nada”, lamenta Paolini, que critica que las ayudas gubernamentales no han llegado al Florian porque solamente pueden pedirlas las empresas que facturasen menos en el 2019 de cinco millones. “Permaneceremos abiertos tanto tiempo como podamos, pero más que eso no podemos garantizarlo”, lamenta el gerente.
Este diciembre el Florian debía celebrar sus 300 años de historia con una fiesta para conmemorar la cafetería considerada más antigua del mundo. Pero durante esta señalada fecha estaba cerrado, como todos los otros locales históricos de la plaza San Marco. Hace un año los venecianos lamentaban las consecuencias económicas del acqua alta sin llegar jamás a imaginar que la ciudad de las inundaciones sufriría más a causa de una pandemia. Si el Florian cierra para siempre, avisan sus propietarios, no cerrará solo una cafetería sino una página de la historia del Viejo Continente.