Los hackers que programan bots para adquirir masivamente productos y servicios por internet son una pesadilla para empresas y consumidores LVD
Empresas especializadas ofrecen programas de compra automática a especuladores por 50 dólares al mes
Comprar una PlayStation 5 o una Xbox Series X es casi imposible. Hacerse con una consola de nueva generación lleva siendo una tarea extremadamente complicada desde su lanzamiento a finales de 2020. Esto se debe, principalmente, a los problemas de producción derivados aún de la pandemia y a la crisis de los semiconductores. Pero a todo esto se le suma otro gran factor: los bots automáticos que compran masivamente consolas para revenderlas en el mercado de segunda mano.
Desde hace varios años, a los compradores en línea se les ha sumado un ejército de bots programados para comprar en masa cualquier ítem o producto. Pueden ser unas zapatillas exclusivas, entradas de conciertos, tarjetas gráficas, ordenadores o consolas. Solo hay dos requisitos para que los bots actúen: que el producto sea escaso y que se pueda comprar en línea. Después de las adquisiciones masivas, los propietarios de los bots revenden los productos en el mercado negro o el de segunda mano con un sobreprecio considerable.
El periodista Luke Winkie, del medio especializado The Verge, ha investigado cómo funcionan estos bots y ha descubierto un negocio relacionado que mueve aún más dinero que la reventa. Estos programas informáticos no salen de la nada, hay empresas de programadores que se dedican exclusivamente a vender a otros usuarios estos softwares de compra masiva.
Una matrícula más una cuota mensual
Durante los últimos años, especialmente desde el inicio de la pandemia a principios de 2020, han aparecido una gran cantidad de páginas web que ofrecen programas de compra automatizada. Para acceder a ellos, normalmente, debe realizarse un pago inicial y después se debe pagar una cuota mensual para seguir con el servicio. Un buen ejemplo es el del software Dakoza, que cuesta 300 dólares americanos de entrada –279 euros– y luego tiene una cuota de 50 dólares al mes –46,56 euros –.
Estos programas suelen estar optimizados para funcionar en grandes tiendas online como pueden ser Amazon, Walmart o Best Buy. El usuario decide qué producto quiere comprar y cuántas unidades, mientras que el softwae realiza todos los pasos siguientes. Cuando un usuario normal adquiere un producto, se comunica manualmente con el servidor de la tienda indicando información como qué producto desea, la cantidad y datos como la forma de pago. Todo esto se hace manualmente a través de un navegador como Chrome, Edge o Firefox.
Los programas como Dakoza automatizan todo este proceso de comunicación con el servidor sin necesidad de intervención humana ni de uso de un navegador. Esto significa que el proceso es casi instantáneo y no está sujeto a la lentitud propia del ser humano o de los navegadores. De esta manera, los propietarios de los bots pueden hacerse con decenas de productos en cuestión de segundos.
Listas de espera y soporte técnico
Más allá de automatizar las compras masivas, las empresas creadoras de estos bots ofrecen una amplia lista de servicios a sus usuarios. La mayoría avisan a sus usuarios cada vez de se repone el stock de un producto que les interesa para que sepan exactamente cuándo iniciar el programa. Además, todos los programas tienen equipos de soporte técnico las 24 horas del día.
Otro elemento común de todos estos programas y de las empresas responsables son las listas de espera. Si todo el mundo tuviera acceso a los bots, los usuarios de un mismo servicio se harían competencia, así que todas estas empresas tienen una cantidad limitada de usuarios. En estos momentos, las principales plataformas de bots tienen todas las plazas ocupadas y las listas de espera para nuevos suscriptores son extremadamente largas.
La tormenta perfecta: crisis de semiconductores, consolas y tarjetas gráficas
Para que el negocio funcione es imprescindible que los productos objetivo sean muy escasos. Es la falta de stock y la desesperación por comprar lo que llevan a muchos usuarios normales a recurrir al mercado negro o a la segunda mano, alimentado así a los propietarios de los bots.
En el caso de las consolas de nueva generación y de las tarjetas gráficas se ha dado una tormenta perfecta. Ambos productos son extremadamente escasos debido a la crisis de semiconductores y a los problemas de producción y distribución derivados de la pandemia. Al ser productos tecnológicos muy concretos e innovadores, también mueven a una gran masa de early adopters que quieren hacerse con las nuevas máquinas rápidamente. Se junta el hambre con las ganas de comer, millones de personas preparadas para comprar con un stock que se repone con cuentagotas.
La fiebre por las nuevas consolas y las tarjetas gráficas de la serie 3000 de Nvidia empezaron a finales de 2020, coincidiendo con una explosión en la oferta de software de compra automática. Sorprende ver como la mayoría de las páginas web que ofrecen estos servicios son extrañamente parecidas. Los responsables de algunas de estos proyectos apuntan en The Verge a que esto se debe a que las nuevas empresas suelen crear webs con diseños prestablecidos.
Estos bots han llegado para quedarse y las consecuencias de su actividad online son evidentes. Cada vez cuesta más comprar productos escasos el día de su lanzamiento. La mayoría de los usuarios seguro que se ha encontrado actualizando una página de compra de entradas, venta de zapatillas o de consolas esperando a entrar para hacerse con el pase al concierto, unas Nike exclusivas o una PS5. Todo esto para terminar en una pestaña con el título de “Agotado” o “Sold out” al lado.
Las tiendas en línea trabajan para evitar que los bots acaparen el mercado, pero resulta muy complicado para un servidor o una página web saber con exactitud qué solicitudes corresponden a un usuario real. Otra solución sería acabar con la escasez, si las consolas llenaran las estanterías de las tiendas, no habría espacio para ellas en el mercado negro. Pero ambas soluciones son muy complicadas e imposibles de implementar en un futuro cercano.