- El país resiste las sanciones mejor de lo esperado, al menos en público...
- ...pero detrás de esta cortina, sufre una crisis "transformadora"
Las tropas del ejército ruso tocaban a las puertas de Kiev al poco de comenzar la invasión. Parecía que Putin podría tumbar al Gobierno de Zelenski mediante un ataque relámpago. El problema no estaba en el campo de batalla sino en los despachos de Bruselas y Washington, donde las sanciones económicas habían derribado al rublo, provocado una amenaza de corralito, dejado a los mercados cuesta abajo y sin frenos, y el golpe económico amenazaba con desestabilizar por completo el país.
Han pasado 102 días desde que comenzaron las sanciones en los primeros compases del conflicto y, mientras que Kiev ha conseguido repeler la amenaza del ejército ruso, atascado y centrado en tomar la región del Donbás, el país liderado por Putin parece salir airoso de la debacle económica, con el rublo más alto que antes del conflicto y unos golpes en su economía, a priori, muy limitados. ¿Ha ganado el Kremlin frente a la guerra económica de Occidente?
La realidad es que, a pesar de que el país resiste mejor de lo esperado, no es que se haya conjurado la amenaza económica. Muchos expertos apuntan a que solo se ha postergado y que, en las entrañas de Rusia, ya se está notando como las sanciones están provocando una hemorragia que, aunque no sea mortal, desde luego está lejos de estar controlada y se puede hacer realmente visible en los próximos meses.
La economía rusa se encuentra en un momento extraño, de transición, en el que se están dando cambios que pueden moldear por décadas el tejido productivo de la nación. Las próximas semanas podrían marcar de forma clara el rumbo del país y se esperan decisiones por parte del Kremlin y Bruselas en su pulso soterrado por tumbar el músculo económico que sostiene la invasión de Ucrania.
Las sanciones congelan el consumo
Sin ir más lejos, aunque la devaluación de su moneda no se haya disparado, gracias a las medidas del Banco Central Ruso, eso no significa que los consumidores no se hayan visto afectados. Las importaciones de productos de consumo se han frenado por culpa de las sanciones europeas, que dificultan su compra. Y el resultado se ha visto en datos como el desplome del 78,5% en las ventas de coches en abril y de un 83% en mayo respecto al año anterior, según datos de la industria automovilística rusa. Este nivel de caídas no se veía desde la crisis del coronavirus y, previamente, no hay precedentes registrados.
Y esos problemas no se limitan a los países enfrentados al Kremlin. China, su principal aliado, también ha recortado sus negocios con Rusia. Las exportaciones de tecnología china, como ordenadores portátiles y smartphones, se han desplomado un 40% y un 66%, respectivamente, mientras que las ventas de sistemas de telecomunicaciones se han hundido un 98%, según reporta el Gobierno de EEUU. La explicación es simple: las empresas chinas no quieren exponerse a las sanciones occidentales por vender tecnología a Rusia. El resultado es que, aunque la economía no se vea inmediatamente afectada por las sanciones, los daños a largo plazo pueden ser mucho mayores, al impedir que Rusia compita en la economía tecnológica moderna.
Pero el consumo básico también está sufriendo. Los ingresos por IVA se han hundido un 54% en abril, según datos preliminares del Ministerio de Finanzas ruso. Morgan Stanley prevé una caída del 13% en el consumo de las familias y un 23% en inversión.
Recesión asegurada
Todo este cúmulo de golpes apunta a una contracción de la economía del país que, con sus ingresos menguados y con el gasto disparado por las necesidades del conflicto, apunta a una recesión asegurada. Según el propio Banco de Rusia, el país se enfrenta a un retroceso económico que, lejos de ser coyuntural, es "de naturaleza estructural y transformadora".
Según el Ministerio de Finanzas del país el pronóstico es que habrá una contracción de su PIB del 8,8% aproximadamente durante 2022. Desde el Banco de Rusia son aún más pesimistas y apuntan a un 12%. Más contundentes son en el extranjero, pues diversos ministros de Exteriores de Occidente como el de Reino Unido han dejado claro que sus estimaciones apuntan hasta un 15% de destrucción económica en un solo año. The Institute of Internacional Finance se mantiene en esta línea y apunta a una recesión del 15%, rompiendo la racha de 15 años de crecimiento de Rusia.
Inflación galopante
Según los últimos datos disponibles (los de mayo) Rusia tiene una inflación del 17,8% y los funcionarios públicos del país dan por hecho que escalará hasta el 23%. Un golpe sin precedentes a los bolsillos de los ciudadanos rusos, que verán menguar de forma determinante sus ahorros.
Ahora el principal reto que se ha marcado el Banco Central de Rusia es detener cualquier síntoma de subida de precios. Concretamente, Vladimir Putin ha afirmado que su objetivo es llegar a final de año con solo un 15% de alzas en el IPC. El presidente cree que esta será la clave para evitar el peor escenario económico del país.
La amenaza del paro
Estos efectos se ven claramente en las ofertas de trabajo. A pesar de que en cifras oficiales el empleo mantiene bastante de su fuerza. A pesar de que el ministerio de Finanzas ruso reconoce que la contratación se ha desacelerado hasta el 4,6% los expertos creen que los datos pueden ser aún peores. Según la firma de búsqueda de empleo online Headhunter, los anuncios han caído un 28% entre febrero y abril, y los sectores más afectados han sido márketing, relaciones públicas, recursos humanos, administración y banca, con caídas de entre el 40% y el 55%.
Las empresas extranjeras han puesto los pies en polvorosa, destruyendo cientos de miles de puestos de trabajo que desde el Kremlin no han conseguido restaurar. Destaca el caso de McDonald's, que, con más de 850 restaurantes en Rusia, contaba con una plantilla de 62.000 personas en el país. También había 15.000 de Ikea o 3.000 de Siemens, que no tienen de momento reacomodo en una alternativa local.
Uno de los motivos por los que la crisis de empleo no se ha manifestado aún de forma tan clara es porque la economía rusa está refugiando a estos desempleados en trabajos a tiempo parcial o directamente, muchos se han cogido unos 'meses libres'. El número de personas de vacaciones aumentó de 44.000 a principios de marzo a 138.000 a mediados de mayo, dijeron las autoridades, y también aumentó el número de trabajadores a tiempo parcial.
Desde el Kremlin creen que los recortes en empresas locales no han empezado aún en serio
Según un informe del Centro de Investigación Estratégica de Moscú se espera que 2 millones de rusos pasen a engrosar las filas del paro. Esta cifra supondría un fuerte impacto para la economía rusa teniendo en cuenta que en febrero solo 3 millones de ciudadanos del país estaban sin empleo. Según las estimaciones de Bloomberg, se espera que la tasa de desempleo pase del 4,6% al 9% en la recta final del año.
El problema no solo han sido las empresas que se van sino que el cierre de su economía a buena parte del mundo exterior está provocando que la actividad económica de muchas empresas patrias tengan una menor actividad económica, bajando sus ingresos y obligándoles a sacar las tijeras para comenzar con recortes en su plantilla.
Preocupa este escenario especialmente en los próximos meses pues desde el Kremlin creen que los recortes en empresas locales no han empezado aún en serio (por la velocidad de los eventos) y será próximamente, cuando las firmas vean que las sanciones se cronifiquen y que su situación actual pasa a ser su horizonte por lo menos en el medio plazo, cuando empiecen a adecuar sus equipos.
Fuga de cerebros
Sin embargo el problema de los trabajadores no solo vendrá en la falta de puestos de trabajo, será un camino de doble sentido por el problema de la masiva fuga de talento tecnológico que el país ya está padeciendo. Según la Asociación Rusa de Comunicaciones Electrónicas entre 50.000 y 70.000 trabajadores tecnológicos han huido del país y apuestan porque este 2022 se salde con otros 100.000 más.
En ese sentido, las empresas tecnológicas de todo el mundo han empezado una caza mayor para llevarse los talentos más cotizados de Rusia. La industria tech rusa venía en auge y tenía un gran número de ingenieros de alto nivel, un puesto laboral muy cotizado y demandado en la mayoría de países occidentales. Debido a ello las multinacionales están poniendo en marcha vuelos para que estos trabajadores puedan huir del país ya con un empleo asegurado.
Desde el Kremlin, conscientes de que la fuga de cerebros es una realidad, han intentado detener la hemorragia reduciendo a cero impuestos clave como el de sociedades para las firmas tecnológicas, han ofrecido hipotecas públicas a tasa mínima para sus empleados jóvenes y otras reducciones similares. De momento estas ofertas no han surtido efecto y la fuga sigue en marcha.
Impago de deuda
El otro problema que ya asoma en el horizonte es el cierre al crédito internacional debido al 'default' técnico en el que se encuentra el país después de que el Comité de Derivados Crediticios de EEUU declarase el impago de Rusia por no cumplir los intereses de un cupón de bono por más de 1,9 millones de dólares.
El motivo del incumplimiento es la negativa del Kremlin de realizar el pago a través de dólares, que no podía utilizar debido a las sanciones económicas que bloquean sus reservas en esta moneda en el exterior. De este modo se ha cerrado completamente su acceso a la banca de Wall Street y las grandes Hedge Funds. La gran pregunta ahora es cuándo podrá volver a los mercados internacionales de capital, o si, como la URSS, esa opción ya está fuera de su alcance.