- Pekín está anteponiendo la construcción de un gasoducto con Turkmenistán
- China y Rusia han chocado en varias ocasiones de la historia por su territorio
- Comparten una frontera de 4.250 kilómetros y ambas ambicionan el liderazgo regional
El comercio entre Rusia y China se ha disparado desde que comenzará la invasión de Ucrania a principios de 2022. Junto a esa creciente relación económica, parece haber surgido un acercamiento político poco natural (Rusia y China han sido grandes enemigos en muchos momentos de la historia) que parece inquebrantable. Un poderoso enemigo común -en este caso EEUU- es suficiente para unir a dos países muy diferentes. El boom del comercio entre ambas economías refleja con datos esta mayor unión. Pero detrás de las buenas caras y los intercambios comerciales hay una larga lista de desencuentros y rivalidades que pueden aflorar en cualquier momento desmoronando la relación. La primera grieta ya ha aparecido.
La guerra en Ucrania ha fortalecido de forma espectacular la relación comercial entre ambos países. Pekín está comprando grandes cantidades de petróleo ruso con un considerable descuento (de hasta 30 dólares el barril) respecto a los precios de mercado, mientras que Moscú está sorteando parcialmente las sanciones occidentales al aumentar significativamente las importaciones desde China.
Los economistas de Unicredit muestran que las exportaciones chinas a Rusia ahora son un 30% más altas que a principios de 2022; en abril de 2023 aumentaron más del 150% interanual (en comparación con un aumento interanual del 8% en las exportaciones totales chinas). El desglose sectorial destaca las áreas donde el comercio entre los dos países se está intensificando.
Aunque los datos más recientes disponibles son de diciembre de 2022, el panorama es claro, aseguran los economistas del banco italiano. "El año pasado, las exportaciones chinas de maquinaria a Rusia casi se duplicaron, alcanzando los 20.000 millones de dólares, mientras que las ventas de vehículos casi se triplicaron, llegando a los 7.000 millones de dólares".
Precisamente, estas son algunas de las categorías de bienes que se han visto más afectadas por las sanciones occidentales y desempeñan un papel importante para que Rusia mantenga su campaña militar contra Ucrania. Por ejemplo, los camiones de carga pesada son vitales para mover equipos militares de un lugar a otro.
"Las compañías estatales chinas de defensa han suministrado tecnología, incluyendo equipos de navegación, tecnología de interferencia de comunicaciones y piezas de aviones que necesita el ejército ruso. También ha aumentado considerablemente la exportación de productos químicos y plásticos", sostiene el informe de Unicredit. El apoyo económico de China, tanto en términos de exportaciones como de importaciones, ha sido esencial para mantener en funcionamiento la economía rusa.
Los choques entre China y Rusia
Sin embargo, la economía y el comercio no lo es todo. La historia y la geopolítica, a veces, incluso pesan más. Rusia y China tienen intereses diferentes, a veces opuestos y otros incluso encontrados. Comparten una frontera de 4.250 kilómetros, ambicionan el liderazgo de una región que aspira a ser la más importante del mundo en términos económicos y, por si esto fuera poco, también tienen territorios dentro de sus fronteras que se han disputado a lo largo de la historia. Un buen ejemplo fue el conflicto sino-soviético de 1969, cuando ambos países se enfrentaron por el control de territorios que consideraban como suyos pese a la aparente buena sintonía entre los gobiernos comunistas.
Además, China es el país más poblado del mundo -junto a la India-, con una densidad de 147 habitantes por kilómetro cuadrado, pero carece de suficientes recursos energéticos para abastecer el consumo de su población. Por contrario, Rusia, el vecino justo del 'piso' de arriba, tiene un vasto territorio, 'minado' de los recursos naturales que China tanto necesita y, encima, con una densidad de población de solo 9 habitantes por kilómetro cuadrado. Aunque esto último no es relevante el corto plazo, si puede explicar la buena relación que tiene hoy China con Rusia. Pekín está absorbiendo las materias primas rusas, aprovechando los descuentos que han generado las dolorosas sanciones de Occidente sobre los recursos energéticos rusos.
Con todo lo anterior, era cuestión de tiempo que apareciese la primera grieta entre ambos países. Aunque el choque no es grave, sí supone el primer desencuentro claro entre Pekín y Moscú desde 2022. Como no podía ser de otra forma, esta grieta tiene su origen en la energía y en un país de la región que ambas naciones buscan domeñar.
El gasoducto de la discordia
China está acelerando y anteponiendo la construcción de un gasoducto en Asia Central para abastecerse de gas producido en Turkmenistán tras una reunión entre los líderes de ambos países. Este movimiento de Pekín se ha producido mientras que Rusia está impulsando su propia nueva conexión siberiana que también pretende incrementar los envíos de gas ruso a China. La decisión de Pekín genera una delicada situación: el fino equilibrio entre sus necesidades de seguridad energética y sus prioridades diplomáticas, según los analistas de Reuters.
El gobierno chino busca fortalecer los lazos -y su influencia- con Asia Central en el marco de su Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda. Sin embargo, casi una década después de que comenzara la construcción del proyecto 'Línea D', -se ha visto obstaculizado por complicadas negociaciones de precios y los desafíos técnicos que supone construir un oleoducto que atraviese otros tres países de Asia Central-, parece que ahora podría gozar el impulso definitivo.
No obstante, este empujó final coincide/choca con el plan de Moscú para establecer su segunda conexión de oleoducto siberiano con China, conocido como Power of Siberia 2, con el fin de compensar las caídas de ventas de gas a Europa tras la crisis abierta con la guerra de Ucrania. "Los oleoductos de Asia Central se consideran una inversión fundamental en el ámbito energético y geopolítico de China. Es un canal de suministro con un valor estratégico que supera las preocupaciones comerciales", afirma un funcionario estatal especializado en petróleo y familiarizado con la estrategia global de la Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPC) a Reuters.
La construcción del oleoducto en Asia Central es de gran importancia para China, ya que le brinda una mayor seguridad energética y consolida su presencia geopolítica en la región. Aunque aún no existe absoluta claridad sobre las implicaciones que puede tener esta decisión en las relaciones entre China y Rusia, Pekín podría en última instancia cerrar ambos acuerdos (Turkmenistán y Rusia) para satisfacer sus necesidades masivas de gas a largo plazo. Pero lo cierto está dando prioridad a Turkmenistán, según han revelado funcionarios de la industria a Reuters. Pekín lleva años poniendo el foco en Asia Central, una frontera que desea cruzar para expandir el comercio, asegurar la energía y mantener la estabilidad.
Más allá de priorizar el gasoducto con Turkmenistán, las fuentes de Reuters aseguran las negociaciones entre Moscú y Pekín para fijar los precios de la construcción de su nuevo gasoducto y del suministro aún no están cerradas. Aunque China quiere cuidar sus relaciones con Rusia, los intereses económicos siguen primando. Pekín tiene múltiples opciones de suministro que van desde la propia producción nacional a los nuevos contratos de gas natural licuado de largo plazo con Qatar y EEUU, asegura Jason Feer, jefe de inteligencia comercial con de la consultora Poten & Socios.
Por otro lado, "CNPC también podría usar las propuestas rusas para negociar un mejor precio para el 'Línea D' mientras se toma su tiempo para discutir los nuevos suministros rusos", aseguraba una de las fuentes a Reuters.