Desde hace unos meses se ha instalado la sensación de que la economía española es resistente a las crisis y encabeza el crecimiento en Europa. Pero aquí puede pasar como en Santillana del Mar, al que los cántabros conocen como el pueblo de las tres mentiras porque ni es santa ni llana ni tiene mar.
El alza de los alimentos parece que se modera, pero el BCE alargó esta semana hasta el segundo semestre de 2024 la bajada de los tipos de interés por las incertidumbres sobre los precios; algunas materias primas como el petróleo están por los suelos debido a la caída del índice de producción industrial en todo el mundo y, por último, el tirón de China no es tal como lo habíamos imaginado, sino un espejismo.
Son algunos de los factores que no encajan con la recuperación que auguran instituciones y mercados. Vamos a analizarlos uno a uno. Que la inflación no se va a moderar a corto plazo es algo asumido por la mayoría. El índice general se resiste a bajar del 7% en Europa por culpa de los alimentos y la proximidad del invierno hace temer un repunte de los precios energéticos. Como consecuencia de ello, el BCE en su último boletín económico, publicado a comienzos de esta semana, reconocía que sus seis subidas de tipos consecutivas no tendrán pleno efecto sobre los precios hasta 2024. Es decir, que el banco central espera que la inflación subyacente, que excluye productos energéticos y alimentos elaborados, comience a ceder hasta finales de año.
La primera consecuencia, la empiezan a adelantar algunos expertos: las subidas de los tipos de interés se prolongarán hasta bien entrado 2024. El consenso de analistas elaborado por Bloomberg sitúa ahora el tope del precio de dinero en 4-4,25%, pero algunos analistas elevan ese porcentaje a entre el 4,5% y el 5%.
Predecir cuánto van a subir los tipos de interés es como jugar a la lotería, en estos momentos. Lo único claro es que Christine Lagarde ha optado por actuar a cámara lenta. En vez de subir de medio en medio punto, ahora lo hace en tramos de 25 puntos básicos para dar tiempo a calibrar mejor la evolución de los precios. Como mínimo, quedarían dos incrementos adicionales.
La encuesta de evolución del crédito elaborada por el BCE detectaba un fuerte frenazo en su concesión por parte de los bancos europeos, para prevenir que se desboque la morosidad. elEconomista.es publicó esta semana que la M3, un indicador desconocido para el gran publico, que mide el dinero en circulación y el movimiento en las cuentas corrientes de los bancos en los activos menos líquidos, como los depósitos, creció en marzo al menor ritmo de los últimos catorce meses.
Siempre que este indicador se ralentiza, se interpreta como una pérdida de la capacidad de inversión ó de endeudamiento y suele anticipar un batacazo de la economía. La última vez que lo hizo en 2010 se adelantó a la doble w que vivimos dos años más tarde.
El BCE descarta, sin embargo, tajantemente que la eurozona vaya a caer en recesión. Su vicepresidente Luis de Guindos lo remarcó esta semana en Madrid. Pero tampoco hagan mucho caso, porque si dijera lo contrario contribuiría a empeorar las cosas. Por eso quizá las previsiones de los organismos internacionales no se cumplen jamás.
Asimismo, el último informe de primavera difundido por la Comisión Europea abunda en ese optimismo, ya que mejora del 0,7% al 1% la previsión de crecimiento para la eurozona en 2023 y descarta también una recesión. El panorama es mucho más halagüeño en 2024, en el que mejora las estimaciones del 0,1% nada menos que al 1,7%, al igual que el BCE. Entonces, ¿por qué preocuparnos? Los grandes países europeos paradójicamente crecerán menos que las que tienen una mayor actividad de servicios, como el nuestro.
Alemania, Francia, Austria o Dinamarca registrarán incrementos de su actividad inferiores a medio punto en 2023, mientras que los países del Sur como España, Portugal o Grecia crecerán entre el 1,5% y 2,5%, entre tres y seis veces más que el Norte, según los últimos pronósticos de la Unión Europea. En el caso de Irlanda, otro de los llamados PIGS, su economía volará a tasas del 5,5%.
En esta línea, otro dato inquietante es que el indicador que mide la producción manufacturera (PMI) en las grandes áreas industrializadas está por debajo de 50 puntos, que es la frontera para distinguir si está en expansión o en retroceso. Así, el PMI de Estados Unidos está en el 47,1, el de China en el 49,5, el de la Eurozona en el 45,8 y de España en el 49. Eso explica por qué Calviño prevé un comportamiento de España por encima de la media de la UE.
Malos augurios ante los tipos de interés, el retroceso de la producción industrial y China
Uno de los motores con los que se contaba este ejercicio para el despegue es China. Sin embargo, las noticias del otro lado del Pacífico no son buenas. La producción industrial sorprendió a propios y extraños con una caída de medio punto en abril, que deja el índice interanual en el 5,9%, la mitad de lo adelanto por los analistas (10,9%)
Hoy en día reina el pesimismo en torno a las perspectivas económicas del gigante asiático. Muchos advierten que entró en un período deflacionario, con una caída del índice de precios industriales del 2,5% en marzo.
Las cifras oficiales también respaldan las afirmaciones de que el crecimiento del 4,5% del primer trimestre está muy por debajo de su potencial. Se esperaba que el abandono de la política del Covid cero, que provocó confinamientos regulares en ciudades neurálgicas como Shanghai, diera lugar a una recuperación robusta. Algunos incluso advertían que la inflación podría dispararse, en tanto la oferta tenía dificultades para mantener el ritmo.
Nada de esto sucedió, en parte debido a factores vinculados a las tensiones geopolíticas globales, como el enfrentamiento comercial con Estados Unidos. Claro que no hay mal que por bien no venga. La suave recuperación china quitará presión a los precios energéticos, en caso de que se disparen este invierno.
La restricción del crédito frenará consumo e inversión, los dos motores de la economía
Pero restará empuje a la economía mundial, que unido a la restricción del crédito y el encarecimiento del dinero frenarán su dinamismo. El Boletín Económico del BCE cifra en dos puntos en 2024 y en otro punto adicional en 2025 el recorte del PIB potencial en la Unión Europea por culpa del alza de los tipos.
El Gobierno español reconoce en el último Plan Nacional de Reformas enviado a Bruselas que el consumo y la inversión en bienes de equipo, los dos motores que tiraron de la economía en el primer trimestre, apenas mejorarán este año. En el caso del consumo, la previsión pasa del 1,9% a un raquítico 0,2%.
Tendremos que seguir confiando en el turismo y el sector exterior para cumplir las previsiones de crecimiento del 1,9% este año y del 2% el que viene. Mucho me temo que si las cosas se tuercen, los primeros que dejarán de venir serán los turistas europeos, que abarrotan nuestras costas y pueblos.
Nunca he creído en los aterrizajes suaves, porque es como tirarse de un rascacielos sin sufrir un rasguño. Si no hay recesión, como aseguran con contundencia desde el BCE a la Comisión Europea, todo apunta a que entraremos nos adentramos en un período de bajo crecimiento elevada inflación que perdurará en lo que queda de año y buena parte de 2024. Y eso sin tener en cuenta el comportamiento de Estados Unidos, donde también suenan campanas de estancamiento.
PD.- Donde no acaban las sorpresas es en Indra. El nombramiento de José Vicente de los Mozos en sustitución de Ignacio Mataix como consejero delegado de la tecnológica y la entrada del grupo Escribano son pruebas fehacientes de que el presidente, Marc Murtra, es quien manda. Pese a que rehusó los poderes ejecutivos, Murtra se empeñó en sustituir a Mataix con la oposición de Joseph Oughourlian, su principal socio.
Murtar se la juega en las próximo elecciones generales. Su idea era nombrar una ejecutivo que perdure con cualquier Gobierno. Hace meses que le prometió el puesto en razón de su amistad, pero le pidió que esperara el momento adecuado.
De los Mozos, principal artífice del crecimiento de Renault en España, llamó a su puerta desesperado tras chocar con el CEO de a automovilística francesa, Luca de Meo. En la Feria de Madrid (Ifema) buscó sumar al cargo de presidente no ejecutivo el de consejero delegado, algo inédito que las instituciones dueñas rehazaron de plano.