miércoles, 2 de julio de 2025

De estar maldito a ser la cura: el hallazgo científico que convierte el hongo de la tumba de Tutankamón en terapia contra el cáncer



Estatua del faraón Tutankamón (EFE)



Un hallazgo sorprendente ha dado un giro a la historia de la tumba de Tutankamón: el hongo que durante un siglo fue símbolo de muerte y misterio podría convertirse en un tratamiento eficaz contra la leucemia



Durante un siglo ha sido símbolo de muerte y misterio, pero hoy podría salvar vidas. El Aspergillus flavus, el temido hongo vinculado a la llamada “maldición del faraón Tutankamón” tras la apertura de su tumba en 1922, ha dejado atrás su oscuro legado. Científicos de la Universidad de Pensilvania han dado un giro radical a esta narrativa al convertirlo en una prometedora arma terapéutica contra el cáncer, concretamente frente a formas de leucemia.

Este hallazgo, publicado en la revista Nature Chemical Biology, supone un descubrimiento científico tan asombroso como poco común. Lejos de limitarse a un fenómeno de laboratorio, el trabajo liderado por la bioingeniera Sherry Gao y su equipo demuestra que, bajo las capas de polvo y misterio de las tumbas antiguas, también pueden esconderse respuestas a enfermedades del presente. El estudio se centra en unas moléculas llamadas RiPP, difíciles de aislar pero de enorme potencial médico.

Los investigadores extrajeron de este hongo unas moléculas bautizadas como asperigimicinas. Su estructura de anillos entrelazados mostró una actividad antileucémica comparable a fármacos aprobados por la FDA como la citarabina. Incluso una variante enriquecida con lípidos de jalea real tuvo un efecto terapéutico especialmente potente. Que semejante arma farmacológica surja de un organismo temido por generaciones es, sin duda, uno de los hallazgos científicos más prometedores de los últimos años.


Lo que dicen los científicos

El equipo de la Universidad de Pensilvania no solo ha dado con un hallazgo curioso, también ha abierto una vía terapéutica inesperada. La profesora Gao, responsable principal del estudio, recuerda que ya “los hongos nos dieron la penicilina” y afirma que este nuevo descubrimiento “demuestra que aún quedan muchos más medicamentos derivados de productos naturales por descubrir”. En este caso, lo extraordinario no es solo el origen del compuesto, sino su eficacia contra las células leucémicas.



Los investigadores lograron purificar y modificar las asperigimicinas, un tipo especial de péptido producido por el hongo Aspergillus flavus, hasta el punto de convertirlas en una sustancia con una potente actividad anticancerígena. Qiuyue Nie, primera autora del estudio, subraya que “purificar estas sustancias químicas es difícil”, pero precisamente esa complejidad es la que “les confiere esta notable bioactividad”. Gracias a esta estructura molecular, lograron bloquear la formación de microtúbulos, fundamentales en la división celular de las células cancerosas.

Uno de los avances más relevantes fue identificar el papel de un gen específico, SLC46A3, que permite que los compuestos penetren eficazmente en las células leucémicas. Según Nie, “este gen actúa como una puerta de entrada”, facilitando que las moléculas accedan al interior celular a través de los lisosomas. Esta vía podría ser útil no solo para las asperigimicinas, sino también para otros tratamientos basados en péptidos cíclicos.

"Hemos arañado apenas la superficie", afirma Qiuyue Nie, autora del estudio, lo que sugiere un potencial farmacológico aún mayor

El hallazgo, más allá de su valor puntual, abre una ruta aún inexplorada dentro del reino fúngico. Nie insiste en que “hemos arañado apenas la superficie”, y destaca que ya se han detectado genes similares en otros hongos. Esto sugiere un potencial farmacológico mucho mayor, con nuevos compuestos por descubrir en lugares tan inesperados como una tumba sellada durante milenios.


¿La maldición del faraón?

La historia del Aspergillus flavus va más allá del laboratorio. Este hongo cobró fama global por su vinculación con muertes misteriosas tras la apertura de la tumba de Tutankamón. Desde la década de 1920, cuando varios miembros del equipo de excavación murieron en circunstancias poco claras, comenzó a hablarse de la “maldición del faraón”, atribuida al despertar de fuerzas ocultas en la tumba.


placeholderEl arqueólogo Howard Carter examina la tumba del faraón Tutankamón en 1922 (Archivo)
El arqueólogo Howard Carter examina la tumba del faraón Tutankamón en 1922 (Archivo)

Décadas más tarde, en los años 70, una historia similar sacudió a la comunidad científica. Diez de los doce investigadores que accedieron a la tumba del rey Casimiro IV en Polonia murieron en pocas semanas. Las autopsias revelaron la presencia de A. flavus, cuyas esporas latentes pueden provocar infecciones pulmonares letales, sobre todo en personas inmunodeprimidas.

La tumba no escondía un castigo eterno, sino quizá un regalo que la naturaleza llevaba siglos esperando que entendiéramos

Lo que antes fue fuente de leyenda y temor podría transformarse ahora en esperanza y salud. Este cambio de narrativa, de maldición a cura, no solo desafía el simbolismo histórico de la tumba de Tutankamón, sino que también demuestra que la ciencia es capaz de rescatar valor incluso de aquello que durante años representó la muerte. La tumba, en este caso, no escondía un castigo eterno, sino quizá un regalo que la naturaleza llevaba siglos esperando que entendiéramos.