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El logo de Google. (Reuters/Carlos Barria)
Google logra unos ingresos récord gracias a su negocio de publicidad y búsquedas y tiene señales de que su apuesta por la IA está funcionando
"Pero ahora en serio, ¿cuál es el buscador qué más has utilizado este año?"
"En el último año el que más he utilizado ha sido… el de Amazon."
Esta conversación de WhatsApp ocurrió hace unas pocas semanas pero refleja un mantra que se lleva repitiendo los dos últimos años y medio. Desde que ChatGPT entró en circulación, todas las miradas se dirigieron a Google, que pasó de la noche a la mañana a ser visto como un gigante con pies de barro porque su imperio de las búsquedas, la viga maestra de su negocio, podría verse seriamente comprometido. ¿Qué sentido iba a tener rebuscar en una lista de enlaces, muchas veces plagados de contenido publicitario, cuando podíamos arrojar nuestras preguntas en una caja en blanco y que nos elaborase la respuesta que esperábamos?
No fueron pocos los que corrieron a vaticinar que la inteligencia artificial generativa iba a suponer la puntilla al internet con el que varias generaciones han crecido y que su onda expansiva, por supuesto, se iba a llevar por delante también al principal responsable de organizar la información online en los últimos 20 años, Google.
Pero después de muchos meses de matraca, todavía no se han mostrado signos de debilidad. Es más, todo lo contrario. Alphabet, la empresa matriz de los de Mountain View, desfiló en la noche del pasado miércoles para presentar los resultados trimestrales. Unas cuentas que superaron las expectativas de los inversores y se podría decir que prácticamente las de todo el mundo.
El gigante californiano reportó un aumento del 14% en los ingresos interanuales hasta rozar los 96.500 millones de dólares, con un incremento del 19% en el beneficio neto hasta los 28.200 millones. Entre las buenas noticias, la división de servicios en la nube, Google Cloud, que duplicó su margen.
Pero si hay una cifra que haya causado cierta sorpresa ha sido la de los ingresos relacionados con las búsquedas y la publicidad. Esta partida creció un 12% frente al mismo periodo de 2024, llegando a un récord de facturación de 54.200 millones.
Los analistas esperaban una cifra algo menor, de 52.900 millones. Al cierre de la sesión, los mercados bendijeron los resultados de la compañía con un 3% de subida. El jueves, antes de la apertura del Nasdaq, sus títulos experimentaban un 7% de alza.
La fórmula empieza a dar frutos
La pregunta, al ver estos guarismos, es inevitable. Si tan roto y tan malas perspectivas tenía Google y su negocio de las búsquedas, ¿por qué está ganando más dinero que nunca gracias a él? Hay que partir del punto, tal y como reportan varios medios, de que el mercado publicitario en internet se está manteniendo estable y no se ha visto recortado como se temía cuando Donald Trump anunció los aranceles el pasado 2 de abril.
Pero más allá de eso, parece que la receta de Google para subirse al carro de la IA empieza a convencer tanto al público como, más importante, a los anunciantes.
"La IA está teniendo un impacto positivo en todos los aspectos del negocio", afirmó Sundar Pichai, CEO de Alphabet y de Google, durante la presentación. El directivo se detuvo en el rendimiento de algunas herramientas de inteligencia artificial de su buscador. AI Overviews, ese módulo que aparece en lo alto de los resultados de búsqueda con una respuesta elaborada por IA generativa, acumula ya más de dos mil millones de usuarios mensuales en más de 200 países y en más de 40 idiomas.
La siguiente evolución de esta herramienta es AI Mode. Lanzado el pasado mes de mayo, se trata de una interfaz más propia de un chatbot. De momento está solo disponible en EEUU y acaba de ser puesta a prueba en La India.
Tiempo más que suficiente para que haya 100 millones de usuarios utilizando esta opción. Por otra parte, ya hay 450 millones de usuarios que utilizan recurrentemente la app de Gemini y las peticiones diarias han crecido más del 50% desde el primer trimestre de 2025.
Estos datos suponen un avance y un recorte de distancias frente a OpenAI. Hace una semana, Bloomberg publicaba un informe de Sensor Tower en el que indicaba que la app de ChatGPT superaba las 980 millones de descargas. El documento recogía las últimas cifras públicas de Gemini, con 200 millones.
El top cinco se cerraba con DeepSeek (en tercera posición con 127 millones), Copilot (4.º, con 79 millones) y Perplexity (5.º, con 47 millones). Más allá de la diferencia que arrojaba con OpenAI, lo más preocupante de esta estadística era el poco tirón que tenía entre los usuarios de a pie Microsoft, a pesar de haberse gastado un dineral por fichar a Mustafá Suleyman, cofundador de DeepMind, para crear aplicaciones y funcionalidades para el mercado de gran consumo.
El reportaje de Bloomberg retrataba el gran problema que están atravesando los de Seattle: están pagando el éxito de su pareja de baile. Y como muestra, un botón. Hasta los propios empleados prefieren ChatGPT que su propio chatbot y han pedido insistentemente a sus superiores que les permitan utilizarlo.
Un pequeño paso para Google...
Volviendo a Google, las cifras presentadas en el informe confirman una de las tesis a las que se aferraban en Mountain View cuando el temporal parecía golpearles más fuerte. Ellos se postulan como la gran puerta de entrada y la toma de contacto con la inteligencia artificial para miles de millones de usuarios que usan a diario sus productos y han crecido con ellos.
El gran examen para la compañía está aún por llegar, pero toda esta tendencia y el crecimiento en masa de usuarios significan que la fórmula parece estar funcionando. En las primeras semanas que AI Overviews estuvo disponible en Estados Unidos en abierto, allá por primavera de 2024, muchos optaron por desactivar esta función por la calidad de los resúmenes. Sin embargo, parece que Google, al afinar sus modelos de lenguaje, también ha mejorado el funcionamiento de los resúmenes, con respuestas más ajustadas a lo que buscan los usuarios.
Esto, extrapolado a la publicidad, es una magnífica noticia para los intereses de la compañía. Si son capaces de mostrar productos que se ajusten realmente a lo que se está buscando, el valor del clic es mucho mayor y, por tanto, el precio del anuncio también. Sin embargo, la otra cara de la moneda es el tráfico que redirigen a otros rincones de internet.
Son muchos los informes que dicen que inevitablemente las visitas se reducirán. El último, del prestigioso Instituto Pew, también apuntaba en este sentido. El punto de fricción aquí va a ser que Google, en esta nueva época, va a necesitar que las webs de todo el mundo sigan creando contenido con el que alimentar sus modelos y sus inteligencias artificiales. Grupos como News Media Alliance, que cuentan entre sus miembros al New York Times, han definido como robo el nuevo sistema.
Red de seguridad y los retos
Google ha ido tejiendo una importante red de seguridad durante muchos años. Android es el sistema operativo más utilizado del mundo y le da un canal de distribución privilegiado para Gemini y otros productos.
La compañía ha reforzado sus lazos con Samsung hasta el punto de que ha utilizado el lanzamiento de teléfonos como el Galaxy S25 Ultra o los nuevos plegables para anunciar nuevas funcionalidades de inteligencia artificial. Tres cuartas partes de lo mismo ocurre con Chrome, el navegador más utilizado del mundo a día de hoy. Un buen ejemplo de cómo puede ajustarlo es la función Rodea para buscar, el gran referente de la búsqueda visual del mercado a día de hoy. Dentro de poco se espera que llegue a Chrome.
Los desafíos para Google son otros. Para empezar, el juicio por monopolio, un proceso donde queda por ver cuál es el castigo para la compañía. La venta de Chrome le dejaría a la compañía sin un importante activo en la carrera por la IA. Aunque no se vea obligado a desprenderse de esta plataforma, lo cierto es que OpenAI y Perplexity parecen estar trabajando en alternativas que también pueden arrebatarle una importante parte del negocio. Y luego está la vía Apple. La compañía, a día de hoy, paga miles de millones a la manzana para ser el motor de búsqueda predeterminado. Si ese acuerdo se acaba, por mandato judicial o por otra razón, Google perdería uno de sus escaparates más potentes: los millones de iPhones activos en todo el mundo.