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Nadie sabe a ciencia cierta quién pagó 106 millones de dólares, pero todo apunta a Abramovich, que ahora ha cedido el Picasso a la Tate londinense.
En el mundo artístico de Londres muchos lo dan por un hecho. El Picasso que rompió el récord de precio de una subasta hace dos años, el «Desnudo, hojas verdes y busto» que marcó una ruptura artística del pintor y un hito de su vida personal y la de su musa y amante Marie-Therese Walter, el cuadro que su misterioso dueño cedió temporalmente a la Tate Modern para que se exhiba por primera vez en Londres, pertenece a Roman Abramovich, el multimillonario ruso dueño del Chelsea.
En la subasta que se celebró en mayo de 2009 en los salones de Christie's en Nueva York hubo cinco personas que pujaron en la recta final para llevarse el cuadro. En 8 minutos y seis segundos el precio se disparó de 80 millones a 106,5 millones de dólares. El nombre del comprador nunca se dio a conocer, pero el director ejecutivo de la Christie, Edward Dolman, se congratuló por un precio que reflejaba la fortaleza del mercado en medio de la recesión económica mundial y dio una primera señal sugiriendo que la mayoría de las obras se vendían a coleccionistas que no vivían en Estados Unidos. «Hay muchos compradores de Rusia, China y el Medio Oriente», dijo Dolman. Cuando se anunció que «Desnudo, hojas verde y busto» sería prestado a la Tate Modern, el nombre de Abramovich empezó a sonar muy fuerte. A nadie se le hubiera ocurrido en 2005. Por aquel entonces, Abramovich estaba a la caza de futbolistas y buenos negocios, obsesionado con que el Chelsea ganase la Champions League, pero sin mayor interés por Picasso, el cubismo, los impresionistas o las esculturas estilizadas de Giacometti.
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Dasha, experta en arte
Todo cambió cuando Abramovich se enamoró de la bella hija de un multimillonario petrolero ruso, Dasha Zhukova, experta en arte. Ni sus cinco hijos salvaron su matrimonio con Irina Vyacheslavovna Malandina, de quien se divorció en 2007. A partir de 2008 su nombre empezó a sonar con fuerza en las subastas de arte. Con una fortuna estimada en unos 17.000 millones de euros, Abramovich tenía espacio para jugar y desde el principio apostó fuerte. Su primera adquisición fue el «Benefits supervisor sleeping» de Lucian Freud adquirido en una subasta de Christie's en Nueva York por unos 22 millones. Al día siguien<CW-10>te, completó su primera incursión en el mercado con el «Tríptico» de Francis Bacon por unos 55 millones de euros en Sotheby's. En ambos casos siguió un «modus operandi» que iría perfeccionando con el tiempo: adquisición secreta, filtraciones mediáticas, certeza no confirmada. En este sentido, «Desnudo, hojas verdes y busto» parece haber sido su golpe maestro.
No es un cuadro que haya circulado mucho por el circuito de las exposiciones. En 1951 una pareja de coleccionistas de Los Ángeles lo había adquirido por 19.800 dólares. Solo lo prestó una vez, en una exposición en 1961 para celebrar los 80 años de Picasso. En Londres se ve por primera vez. El director de la Tate Modern, Nicholas Serota, indicó que todos los cuadros que tienen a Marie Therese Walter como protagonista «se encuentran entre las mejores obras de Picasso de la entreguerra». Picasso la vio por primera vez en 1927 saliendo de una estación del metro de París. El pintor se paró delante de ella, le cogió el brazo y, según Walter, le dijo: «Soy Picasso. Tú y yo vamos a hacer grandes cosas juntos». El «Desnudo, hojas verdes y busto» fue una de esas grandes obras.
Nadie sabe el destino final que tendrán las obras adquiridas por Abramovich. Se especula que son para la mansión por valor de 270 millones de euros que se está construyendo en el exclusivo barrio londinense de Knightsbridge. En el caso de «Desnudo, hojas verdes y busto», al cederlo a la Tate Modern, que lo podrá exhibir durante dos años, Abramovich se ahorra el seguro que tendría que pagar durante este tiempo y además, puede ayudar a que el cuadro se cotice más, siempre y cuando esa lógica puramente mercantilista sea la que explique la cesión. Los cuadros pueden terminar en otro megaproyecto en el que se sumergió Abramovich desde que conoció a Zhukova. En diciembre del año pasado el multimillonario ruso anunció que invertía 400 millones de dólares para construir un nuevo complejo de museos en San Petersburgo situado en una isla artificial, New Holland Island, y dejó a Zhukova a supervisar el proyecto.
Por MARCELO JUSTO / LONDRES from ABC.es
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