PROHIBIDA DESDE 1982, VUELVE A VENDERSE
En 1951 la doctora Ana Aslan, que trabajaba en el Instituto Nacional de Gerontología de Rumanía, aseguró haber encontrado la cura antiedad definitiva. Un producto milagroso que era capaz de mejorar el rendimiento del sistema circulatorio, hacer la piel más elástica, prevenir las úlceras, el parkinson y la caída de cabello, mejorar la memoria y la fuerza muscular y, en definitiva, ralentizar en gran medida todos los signos del envejecimiento.
El fármaco, bautizado como Gerovital H3, tuvo un fulgurante éxito durante los años 60 y 70. Se acabó prohibiendo por sus dudosos resultados y sus peligrosos efectos secundarios pero, en un giro del destino, ha vuelto a ponerse de moda. Un reconocido geriatra estadounidense, Tom Perls, ha dado la voz de alarma en un artículo publicado esta semana en la revista de la Sociedad Americana de Geriatría: el Gerovital se está vendiéndo sin cortapisas en Internet y la gente no está dudando en comprarlo de nuevo.
El fármaco estrella de la Rumanía comunista
El medicamento creado por Aslan se comercializaba con el nombre de Gerovital H3 pero, en realidad, su principal principio activo era la procaína, un conocido fármaco que se utilizaba en las clínicas dentales como anestésico local, más conocido en todo el mundo por su nombre comercial: novocaína. Lo único que hizo Aslan fue añadir a esta potente droga antioxidantes y estabilizantes pero, con el debido apoyo del Gobierno comunista de Rumanía, la disfrazó como el tratamiento antiedad definitivo: el elixir de la eterna juventud.
La campaña de marketing del Gerovital fue un absoluto éxito. En los años 60 y 70 el preparado de Aslan se convirtió en la niña bonita de las celebrities de la época. Entre sus más ilustres usuarios se encontraban John F. Kennedy, Marlene Dietrich, Charles Chaplin, Kirk Douglas o Salvador Dalí. Dado el éxito del preparado, Aslan, que tuvo muy buen ojo para el negocio, abrió una clínica en Rumanía, el Insituto Parhon, que se convirtió en la meca de los tratamientos antievejecimiento, y llegó a ser promocionada por la Oficina Nacional de Turismo de Rumanía como uno de los principales atractivos del país. La promesa de la eterna juventud atrajo a muchos líderes políticos, de ambos lados del telón de acero: Nikita Kruschev, Konrad Adenauer, Charles de Gaulle, Mao Zedong o Ibn Saud protagonizaron las crónicas de sociedad de los periódicos rumanos visitando la clínica. Incluso un teletipo de Efe de 1981, publicado con motivo de una visita de Aslan a España, aseguraba que Francisco Franco había llegado a visitar el centro para recibir tratamiento.
Crítica y prohibición
A mediados de los 70, el Instituto Nacional del Envejecimiento de EEUU, preocupado por el enorme éxito que estaba teniendo el medicamento, creó una comisión para investigar los verdaderos efectos del Gerovital. Los científicos llegaron a la conclusión de que el medicamento tenía un posible efecto inhibidor de las Monoamino oxidasas (MAO), unas enzimas responsables de algunos trastornos neurológicos como la depresión, una enfermedad sobre la que el Gerovital si parecía tener ciertos efectos. Pero no encontraron ni un sólo elemento que justificara sus supuestos efectos antienvejecimiento. Por el contrario, sí tenía algunos efectos secundarios: en algunos usuarios provocaba una bajada de la presión arterial, dificultades respiratorias y convulsiones.
Basándose en los resultados de esta investigación, y otros ensayos clínicos que se realizaron en la época, en 1982 la FDA decidió prohibir la importación del medicamento. Hasta 1988 el fármaco se siguió promocionando en Rumanía, pero la muerte de su inventora ese mismo año y, posteriormente, la caída del régimen comunista, llevó al Gerovitral al olvido. Hasta ahora.
Tal como ha anunciado el doctor Tom Perls, el Gerovital está experimentando un repunte de ventas en EEUU, “principalmente, debido a su comercialización en internet”. Basta buscar Gerovital en Google para que aparezcan más de 300.000 entradas. En España también se comercializa, a través de varios portales de internet, que importan el fármaco desde Rumanía. En uno de ellos se declaran “custodios de la marca de la Sra. Asla” y se promociona una crema llamada también Gerovital H3 como “el primer anti-arrugas utilizado por una mujer en la historia”, pero en ningún lugar de la web se especifica si los ungüentos contienen novocaína.
Las palabras procaína o novocaína parecen proscritas en muchos de los portales en los que se vende el medicamento, y es difícil saber si los distintos preparados que se comercializan tienen siquiera un remoto parecido con el producto desarrollado por Asla. Una confusión que se ha acrecentado desde que la FDA permitiera en 2004 comercializar productos cosméticos bajo la marca Gerovital si no contienen novocaína. Todo parece indicar que, por un lado, se están vendiendo cremas convencionales sin novocaina como si realmente fueran el producto desarrollado por Asla y, por otro, botes de pastillas o ampollas que sí contienen la potente droga, cuya comercialización está prohibida, aunque se venden de todas formas y en las mismas páginas.
Efectos controvertidos
Pese a los informes desfavorables de la FDA, durante el tiempo que el Gerovital estuvo de moda numerosas personalidades insistían en las bondades del bálsamo. Algo que, según Perls, tiene una sencilla explicación: “el hecho de que algunas personas experimentaran mejoras en la salud se debe a que, en muchos casos, el Gerovital se administraba en compañía de recomendaciones sobre práctica de ejercicio físico, reducción del estrés y alimentación saludable”.
Unas recomendaciones que, curiosamente, en la Rumanía de Ceaucescu tuvieron carácter de ley. En julio de 1982, el Comité Político del Partido Comunista rumano aprobó un proyecto de programa de alimentación científica de la población, que establecía el número de calorías que debían tomar los ciudadanos en función de su edad, sexo, esfuerzo físico aportado a la patria y hábitos culturales.
En una entrevista con el diario El País, ese mismo año, la doctora Ana Aslan, que por entonces tenía ya 85 primaveras –y no parecía más joven, tal como narraba la reportera del diario, Manuela T. Mari–, insistía en que su producto, que se administraba gratuitamente a todos los trabajadores de Rumanía, hacía a los obreros de su país estar más sanos, más aptos y con más ganas de trabajar. ¿Seguro que el Gerovital es algo más que un placebo? El Gerovital, admitió, actúa “principalmente sobre el estado psíquico” y “sobre todo contra la depresión”. Ni rastro de sus supuestos efectos antienvejecimiento.
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