CÓMO EVITAR LAS IDEAS QUE NOS HACEN FRACASAR
La pasión se ha esfumado, es mejor que nos separemos porque no tenemos nada que hacer. Si nos llevamos mal, es mejor por los niños que nos divorciemos cuanto antes. Y si no discutimos, es poco probable que nos separemos. Se trata de unos pocos de la larga lista de mitos sobre el matrimonio que diversos estudios, generalmente norteamericanos, se han propuesto atajar. La razón principal es que dichas concepciones erróneas pueden conducir a la insatisfacción perpetua en la vida de pareja, y por lo tanto, a rupturas prematuras o frustraciones irremediables al esperar de la relación ciertas cosas que no se corresponden en la realidad.
Uno de los trabajos más exhaustivos en ese sentido es el realizado por J. H. Larson a finales de los ochenta, y publicado bajo el nombre de La encuesta del matrimonio: las creencias de los estudiantes universitarios sobre algunos mitos del matrimonio, en el que manifestaba que “una de las explicaciones de la alta tasa de divorcios y el gran nivel de insatisfacción marital se debe a que los americanos tienen unas elevadas y poco realistas expectativas del matrimonio”.
Desde entonces, multitud de estudios han intentado sumarse a dicha perspectiva con el objetivo de revisar aquellas nociones popularmente compartidas por la población, pero también por algunos terapeutas de pareja, lo que influye negativamente en la calidad del tratamiento. En esa línea se encuentran, por ejemplo, el ensayo Las creencias de la pareja sobre el matrimonio, volverse a casar y ser padres (Universidad de Tenessee), de Susan Alford Carter, El apoyo de los mitos sobre el matrimonio de los terapeutas familiares, de Benjamin E. Caldwell y Scott R. Woolley, o el trabajo de D. Popenoe, que coinciden en que seguimos manejando nociones incorrectas sobre nuestras relaciones de pareja.
A continuación presentamos diez de las ideas más frecuentes en los discursos de la sabiduría popular y, al mismo tiempo, algunas de las más dañinas.
1.- El mejor indicador de la felicidad es la frecuencia del sexo
Pensar que la vida sexual de una pareja está relacionada de manera directa con el bienestar de la misma es una idea recurrente. Si toda la pasión desaparece, es porque ya no queda nada de aquello que unió a los dos en un primer momento, se dice. Aunque esto sea verdad hasta cierto punto, no se trata del factor más importante en el largo plazo. Diversas investigaciones han sacado a la luz que es bastante común que una pareja infeliz haga a menudo el amor.
2.- Tener niños mejora la satisfacción de la pareja
Más bien todo lo contrario, especialmente con el primer hijo: aunque nadie dude que tener descendencia contribuye a la realización vital de la persona, en el corto plazo produce el efecto completamente opuesto. Las razones, que una nueva y pesada carga aparece de repente, provocando un mayor estrés, una gran responsabilidad y dejando menos tiempo libre para la intimidad de la pareja, tal y como demuestran diversos estudios realizados durante los años setenta y recopilados por J. H. Larson.
3.- Cuanto mayor sea la formación de una mujer, menos probable es que se case
Los mitos de la independencia femenina suelen defender que el nivel cultural de la mujer determina sus posibilidades de casarse: según esa visión, cuanto más dinero tengan y mayor sea su estatus, mayores serían sus ansias de independencia y menor su necesidad de encontrar pareja. Sin embargo, las estadísticas dicen que no es así. La tendencia cambió a mediados de los noventa, cuando los datos desvelaron que, al menos en Estados Unidos, las mujeres con una educación superior se casaban con mayor frecuencia que las que no habían gozado de una formación universitaria.
4.- Los solteros tienen una vida sexual más satisfactoria
En realidad, no es que las personas sin pareja estable tengan una mejor vida sexual, sino que se sienten más inclinados a hablar de ello. Según un ensayo llamado La organización de la sexualidad en Estados Unidos publicado por la Universidad de Chicago, los matrimonios suelen disfrutar más a menudo de relaciones sexuales, que además se perciben como mucho más satisfactorias, tanto física como psicológicamente. La diferencia es que no suele hablarse de ello en público.
5.- Las parejas que se divorcian suelen tener muchas discusiones
Según un estudio realizado en 1997 por P. Amato y A. Booth, apenas un tercio de los matrimonios que terminaban en divorcio podían ser clasificados como “conflictivos”. Sólo un 30% de las esposas que se habían separado afirmaban haber tenido más de tres discusiones en los últimos meses de relación, y sólo uno de cada cuatro hombres decían que sus mujeres estaban en desacuerdo con ellos frecuentemente. En el mismo estudio, los investigadores señalaban que la infidelidad, el uso de drogas o el derroche de dinero eran factores mucho más determinantes que las discusiones continuas.
6.- Los hombres se adaptan más a la vida de su pareja que al revés
En realidad, es todo lo contrario: diversos estudios realizados entre los años setenta y los ochenta coinciden en señalar que las mujeres suelen cambiar sus costumbres más a menudo para adaptarse a las exigencias de sus maridos que al revés. Según Larson, “los hombres suelen estar menos influidos por sus mujeres y verse menos envueltos en los ciclos de la vida familiar que las mujeres”. De hecho, en dicho estudio, el sexo femenino solía reconocer la influencia de su pareja, algo que no ocurría con los varones.
7.- Cuanto más sabe nuestra pareja qué pensamos de ella, mejor
Según un estudio realizado por J. M. Gottman en 1999, no se trata tanto de hablar abiertamente de todo aquello que se nos pasa por la cabeza, como de enfatizar las cosas buenas. Si la balanza entre las interacciones positivas y las negativas favorece lo primero, la satisfacción de la pareja será alta, pero si predominan los comentarios negativos, los reproches y se relativizan las expresiones de ánimo, tarde o temprano comenzará a haber problemas. No se trata tanto de hablar de todo como de resaltar aquello que nos gusta.
8.- El amor romántico y la buena suerte son lo más importante
Muchos consideran que la desaparición del romanticismo es una señal inequívoca del fin de la relación, pero se trata inevitable, que termina ocurriendo tarde o temprano. La mayor parte de los estudios recuerdan que no es mantener el romanticismo lo que garantiza la supervivencia de la relación, sino otro tipo de habilidades que se desarrollan con el tiempo. J.M. Gottman descubrió en su investigación que era considerar a la pareja como un buen amigo lo que más importancia tenía en el largo plazo, sobre todo si se sentía en la relación compañerismo y compromiso. Compartir intereses y valores también era muy importante.
9.- Convivir antes de casarse reduce las probabilidades de divorcio
“Probaremos a vivir juntos durante un tiempo y si la cosa va bien, nos casamos”. Esta es la decisión que la mayor parte de parejas suele tomar como un paso más en su relación. Sin embargo, no es así: los que conviven juntos antes de contraer matrimonio suelen separarse con mayor frecuencia, por paradójico que pueda parecer. Aún existe cierta controversia sobre por qué se produce esto. Es decir, si es el hecho de la convivencia temprana lo que provoca más divorcios, o es que el perfil de persona dispuesta a vivir con su pareja antes de pasar por vicaría suele ser la que proporciona una menor importancia a la institución matrimonial. Otros estudios afirman que casarse, aunque sea por lo civil, proporciona un nivel de compromiso inconsciente mucho mayor a los miembros de la pareja que simplemente vivir juntos, lo que frenaría la tentación del divorcio.
10.- Los hombres son más felices si su mujer no trabaja
A comienzos de los años sesenta apareció una serie de estudios que demostraban que el bienestar de la pareja descendía cuando la mujer trabajaba fuera de casa, como reflejo de una sociedad en la que la independencia laboral femenina aún no se consideraba aceptable. Sin embargo esta concepción empezó a cambiar a mediados de los años setenta, momento en el que las investigaciones desmintieron tal situación. Un reciente estudio realizado por R. Schoen, S. Rogers, y P.R. Amato y publicado en el Journal of Family Issues, afirmaba que el hecho de que la mujer trabajase no tenía ninguna relación clara con la felicidad de la pareja. Es más, suele proporcionar una mayor estabilidad financiera a la pareja.
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