jueves, 7 de agosto de 2014

¿Por qué EE.UU. fijó sus ojos en el 'milagro económico' de África?


La noche de este martes Barack Obama y su esposa Michelle oficiaron en la Casa Blanca una cena especial en honor a los líderes de los países africanos que participan en la Cumbre de Líderes EE.UU.-África.

A la reunión fueron invitados 50 jefes de Estado de los países "con buenas relaciones" con EE.UU. y la Unión Africana.
La cena con los Obama y las posteriores reuniones del presidente con los líderes el miércoles se consideran los momentos más importantes de la cumbre de tres días, organizada por Washington, donde se discutirán diversos temas, como seguridad, género y economía.
Pero, ¿por qué Estados Unidos tiene puestos sus ojos en África?

El "milagro" africano

Según cifras de la Comisión Económica para África de Naciones Unidas (UNECA, según sus siglas en inglés), el continente ha tenido un crecimiento sostenido desde principios del milenio que promedia el 5%.
África cuenta con 54 estados, 53 de los cuales conforman la Unión Africana (todos menos Marruecos).
Y en los últimos 10 años, el Producto Interno Bruto (PIB) del continente se ha duplicado.
En la región subsahariana –es decir, la parte del continente que se ubica debajo del desierto del Sahara- que es la que considera el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional para sus reportes y estudios, el PIB anual promedio fue de 4,5% de 1995 a 2013.
Este rápido crecimiento, coincide con una baja de los conflictos, un mejoramiento del marco institucional y regulatorio y el surgimiento de gobiernos responsables y democráticos, según la ONU.
"Es la segunda región de más rápido crecimiento, después de Asia emergente", le dice a BBC Mundo Hanna Waddilove, analista a cargo de África en Oxford Analytica, empresa consultora que ofrece información sobre política y economía global.
Además de su amplia oferta de recursos naturales –que va desde cobre hasta diamantes, pasando por cacao y petróleo- África cuenta con uno de los mercados internos con mayor crecimiento potencial.
El gasto en consumo de África en 2013 alcanzó los US$680.000 millones, con una proyección de US$1 billón en 2020 y US$2,2 billones en 2030.

Una relación larga, pero estancada

A fines de su mandato en 2000, Bill Clinton publicó el Africa Growth and Opportunity Act(AGOA). Una ley que buscaba promover las relaciones comerciales entre EE.UU. y la región e incentivar la inversión de empresas estadounidenses en el continente.
"Está funcionando. Hemos visto a las importaciones del AGOA crecer alrededor del 300%", aseguró John Kerry, secretario de Estado de EE.UU. durante la inauguración de la cumbre este lunes.
Luego de Clinton vino George W. Bush, durante cuya administración EE.UU. tuvo un rol esencial en el desarrollo de políticas para combatir el VIH.
Pero fue la llegada de Barack Obama en 2009 la que la población africana celebró como propia.
"En la mente de algunas personas, Barack Obama era el presidente africano, por sus raíces en Kenia, su nombre africano", explica Nick Ericsson, editor de planificación regional del Servicio Africano de la BBC.
Sin embargo, hasta ahora y exceptuando su viaje a África en 2013, los acercamientos de su gobierno con África han sido más bien marginales.
"La política exterior respecto de África ha sido bastante decepcionante para los africanos. No ha habido ninguna medida importante enfocada en el continente", dice Ericsson.
Hasta la cumbre de esta semana.
"[La cumbre] es para lograr una mayor colaboración, para construir nuestra capacidad de innovación, y AGOA es una de las mejores herramientas, de las más vitales, para impulsar la dramática transformación que estamos viendo hoy en partes de África", comentó Kerry.
"Mi lectura es que esta reunión llega en el minuto en que EE.UU. está despertando en términos de las oportunidades del continente", asegura Carlos Lopes, secretario ejecutivo de UNECA.

China en la mira

Según un reporte de UNECA, la mitad de los 20 primeros países del listado global de mercados fronterizos –países con mercados no desarrollados- en los que las multinacionales estadounidenses y europeas quieren invertir están en África.
Nigeria encabeza la lista, mientras Angola, Etiopía, Ghana y Kenia están en el top 10.
Sin embargo, la relación comercial más dinámica con África durante los últimos años no la ha tenido ni EE.UU. ni Europa, sino China.
Con una China avanzando a pasos agigantados en África, tanto en inversiones en infraestructura como en creación de nuevos mercados para sus productos, EE.UU. ha vuelto a priorizar el continente dentro de su agenda de relaciones exteriores.
"Si tomamos en cuenta el 'stock' de inversionistas de capital en el continente, EE.UU. es el número uno, más allá de la impresión de que China lo está desplazando", asegura Lopes.
"Mucha de esta inversión está concentrada en la industria petrolera y no es visible a la población, en comparación con presencia en infraestructura de China, la cual es bastante grande, además del comercio, lo cual es bastante visible", continúa el personero de la ONU.
Y China ha tenido un rol fundamental en la explosión africana.
"Para los países exportadores de recursos, su expectativa económica al cercano y mediano plazo está estrechamente relacionada con la perspectiva global, especialmente con el sentimiento sobre China", explica Waddilove.
Ha sido gracias a la demanda del gigante asiático que los precios de loscommodities africanos aún se mantienen relativamente altos, asegura la analista.
Pero en términos macro, África tampoco es uno de los destinos más importantes de la inversión china.
"África representa menos del 5% de lo que China invierte en el mundo y hay que tener en cuenta de que el destino número uno de la inversión china es Europa (…) Lo que pasa es que China se extiende muy rápido, es muy visible, y conquista participación de mercado muy muy rápido", explica Lopes.
Y los africanos tampoco están viendo los beneficios directos de estas inversiones.
"Muchas veces traen a su gente desde china, no contratan africanos, por lo que no necesariamente hay generación de empleo o transmisión de conocimientos", explica Ericsson.

Las sombras del "milagro"

Como todo proceso económico, el sostenido y relativamente rápido crecimiento económico no se ha traducido directamente en equidad.
Y la pobreza sigue azotando a casi la mitad de la población del continente.
Según la medición del Banco Mundial, un 48,5% de los habitantes de la región subsahariana vivía con menos de US$1,25 al día en 2010. Si bien la cifra se ha reducido casi un 10% desde principios del milenio, la baja no se condice con los altos índices económicos.
"Aunque África subsahariana ha experimentado un crecimiento económico acelerado desde 2000 en relación con otras regiones, el efecto del crecimiento en la reducción de la pobreza es muy débil", asegura Waddilove.
Y el talón de Aquiles del crecimiento africano es su imposibilidad por traducir las cifras en empleo.
"El crecimiento del empleo productivo es el vínculo fundamental entre el crecimiento del PIB y la reducción de la pobreza. Y el crecimiento en África no se ha traducido en una expansión equivalente de empleo productivo y remunerado", explica la analista.
Naciones Unidas comparte la idea de que queda todavía bastante por hacer.
"La transformación necesaria para crear un modelo inclusivo en África no está ocurriendo", reconoce Lopes.
"Hay que encontrar una forma de sustituir un modelo que está contribuyendo bastante, pero que no está produciendo una reducción de la pobreza ni de los otros elementos sociales necesarios para un cambio", continúa el secretario.
"Nuestra conclusión es que es posible llegar a tasas de crecimiento de 7% lo que permitiría cambiar completamente la situación social de los países. Eso permitiría que en un espacio de 10 años se cuadriplique la economía", explica.

Seguridad, corrupción y democracia

No sólo intereses económicos tiene EE.UU. en África.
"El foco del interés de EE.UU. en África es la seguridad", asegura Ericsson.
Para el editor, la nueva configuración de fronteras a nivel mundial pone a África en una posición estratégica.
Además, EE.UU. debe preocuparse del nacimiento de grupos contrarios a occidente que están creciendo rápido en lugares como Nigeria, con Boko Haram y Somalia con Al Shabab.
"El sentimiento antioccidental está echando raíces en áreas de devastación económica", comenta Ericsson.
La seguridad es una de las principales preocupaciones no sólo de EE.UU., sino también de los inversionistas que evalúan poner dinero en el continente joven.
"Si bien la cumbre es un indicador significativo de la positiva trayectoria de crecimiento del continente, parece diseñada para cambiar la narrativa del compromiso de EE.UU. con África y no indica un cambio de los intereses estratégicos de EE.UU. en África subsahariana, los cuales siguen preocupados de mitigar las amenazas de seguridad".
Con todo, han habido avances significativos durante la última década.
El promedio de conflictos armados anuales entre 2006 y 2012 fue de 11 en África, mientras Asia vivió en el mismo periodo 14. África ha experimentado una reducción de 15% en el número promedio de conflictos armados respecto de principios de los 1990.
"Latinoamérica, en términos de víctimas, en una situación de no control de algunas de las actividades de grupos mafiosos y otros criminales de las grandes ciudades, tiene más víctimas que los conflictos de algunos países de África. Sudán, por ejemplo, tiene menos víctimas que Rio de Janeiro", asegura Lopes.
Además, el continente ha hecho grandes esfuerzos por atraer inversión. De hecho, 17 de las 50 economías que han hecho las más grandes mejoras de su ambiente regulatorio para negocios son africanas, según datos del Banco Mundial.
Otro de los cambios significativos tiene que ver con la democracia.
Según datos de la ONU, el número de países considerados democráticos creció de 4 en 1991 a 18 en 2011 y el número promedio de elecciones por año creció de 28 durante el periodo 1960-197 a 65 entre mediados de los 1980 y mediados de los 1990.
"África tiene un reto muy grande de consolidar las instituciones. Cuando uno tiene instituciones muy frágiles, es más fácil ver la corrupción", comenta Lopes.

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