Es común estar más pendiente de la siguiente persona que de la que nos están presentando
A todos nos pasa de vez en cuando: un amigo nos presenta en una fiesta alguien totalmente desconocido, le saludamos cordialmente, nos presentamos y… a los pocos segundos no somos capaces de acordamos de su nombre. En muchas ocasiones este asunto no pasa a mayores, pues la conversación termina tras un apretón de manos, un par de besos, los típicos formalismos y no volvemos a verle jamás en nuestra vida.
Pero en otras, la situación puede alargarse e incluso es posible que se acabe por disfrutar de una buena conversación y una animada charla, hasta que en pleno auge vas a comentarle algo y eres incapaz de recordar su nombre. Esta situación puede volverse muy incómoda y es bastante habitual dudar sobre qué hacer.
Para algunos no es problema y con una gran sonrisa acaban diciendo: “oye, cómo te llamabas”. Los menos osados, en cambio, pasan más apuros, prefieren callar y no preguntar nada al tener la incógnita sobre la reacción de la otra persona.
El modo de actuación de cada uno variará según su forma de ser, pero de lo que no cabe ninguna duda es que, todos hemos pasado en alguna ocasión por una situación similar. Pero ¿por qué ocurre? Un artículo del magacín The Atlantic nos explica los cuatro motivos más habituales.
1. Estás más pendiente del siguiente que del que saludas
Este caso es muy típico en reuniones o fiestas en las que en un momento determinado te presentan a varias personas. Según explica Esther Inglis-Arkell en IO9 este es un desafío hacia nuestra memoria, pues no es sencillo que, repentinamente, tengas que memorizar varios nombres y asociarlos a una cara.
Si a esto le añadimos que puede haber más condicionantes externos que nos haga prestar menos atención (ruido, música o necesidad de trabajar), nos encontramos ante una tarea que puede resultar realmente complicada para nuestra capacidad mental.
Otro factor que, además, hace más complicada la memorización es que al ser presentados ante muchas personas nuevas, es muy posible que al final acabemos por estar más pendientes por la siguiente persona que vamos a conocer que de la propia a la que nos están presentando.
2. No se tiene interés en esa persona
No es tan raro. No siempre estamos pendientes en el momento de la presentación, pues podemos tener muchos pensamientos que estén ocupando nuestra cabeza, desde el trabajo, hasta el modo para poder escabullirte de una fiesta sin que tus amigos te echen la bronca.
Es cierto que posiblemente luego la persona a la que acabas de conocer sí que capte tu atención y puedas estar charlando afablemente con ella, pero si no has prestado la atención suficiente en el momento en el que la conociste,no te acordarás del nombre aunque no encuentras una explicación a ello, pues no eres consciente de tu “pasotismo” en esos compases iniciales.
El profesor de la Universidad de Kansas, Richard Harris reconoce en Science Daily que hay personas que son más propensas a este tipo de despistes, mientras que aquellas con más intereses sociales tendrán una mayor motivación para recordar los nombres, por lo que se esforzarán para retener este dato.
3. Un fallo en la memoria de trabajo
La memoria de trabajo es aquella que está relacionada con el proceso de memorización a corto plazo. El funcionamiento de este mecanismo es limitado y su capacidad depende de cada uno, por lo que en una ambiente en el que haya muchos detalles o bastantes aspectos que nos pueden llamar la atención será complicado retener el nombre de nuestro interlocutor porque, en palabras del profesor de la Universidad de Northwestern Paul Reber, si no te concentras en mantener esa información, se desvanecerá rápido y en el caso de los nombres los datos han de transferirse al sistema cerebral encargado de la memorización a largo plazo.
4. No relacionamos el nombre con nada en particular
Este tipo de datos no somos capaces de memorizarlos especialmente bien, pero hay otros que se nos quedan con mayor facilidad: como las caras, las aficiones o la forma de ser. Esto es lo que defiende Reber.
Acordarnos del nombre de una persona será más fácil si somos capaces de recordar un aspecto concreto suyo. Por ejemplo, si nos presentan a una chica llamada Julia que va vestida con un chándal y lleva una raqueta de tenis porque va a jugar con unas amigas un partido, seremos capaces de relacionarlo más fácilmente, pues pensaremos “Julia, esa chica con gorra que le gusta jugar al tenis”.
En cambio, si se nos presenta a Julia en otro ambiente, en el que el trato es meramente formal, sin existir la posibilidad de caer en esos detalles, quizá nos haya caído igual de bien, pero nos será más difícil recordar su nombreporque no la relacionamos con nada particular que nos haya llamado la atención.
Álvaro García Ruiz 25/08/2014
http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2014-08-25/por-que-olvidamos-el-nombre-de-alguien-que-acabamos-de-conocer_175486/
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