De izquierda a derecha: Peter Thiel, Larry Ellison y Sean Parker. (Efe/Reuters)
Los grandes líderes de Silicon Valley están invirtiendo millones en empresas biotecnológicas. Y tienen un objetivo: burlar a la muerte.
En 2002 el fundador de PayPal, Peter Thiel (Alemania, 1967), vendió su empresa a eBay por 1.500 millones dólares. Desde entonces, se ha dedicado a dirigir varios fondos de inversión con un único objetivo: esquivar la muerte. No representa un caso aislado. Al igual que otros multimillonarios de su quinta, cree que la industria antienvejecimiento es un negocio boyante. Y no le falta razón. Según los datos de la consultora Global Industry Analysts, el sector mueve unas sumas de dinero cercanas a los 60.000 millones de euros al año, pese a que muchos de sus productos son aún intangibles e invendibles.
Poco importa. El entusiasmo en torno a los futuros logros de esta industria es mayúsculo y no sólo porque sus promotores piensen ganar muchísimo dinero, sino también porque, como aseguran todos –con un discurso que roza lomesiánico– los avances que traerá la biotecnología supondrán una revolución sin precedentes en la historia de la humanidad.
“Es posible y necesario eliminar el envejecimiento o incluso la muerte”
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Estos empresarios invierten cientos de miles de millones con la certeza de que podrán reconstruir, regenerar y reprogramar los órganos vítales e, incluso, el ADN de las personas, para que vivamos (o más bien, vivan) más y mejor.
En una entrevista con el Daily Mail, el cirujano italiano Sergio Canavero, que planea realizar el primer transplante de cabeza de la historia en un plazo de dos años, reconoce que ha recibido llamadas de varios multimillonarios envejecidos interesados en hacerse con un nuevo cuerpo. Pero ha rechazado su dinero.
"Te puedo asegurar que hay varios fondos de inversión trabajando en prolongar la esperanza de vida que están bien financiados”, explica Canavero. "Estas personas se acercaron a mí y me dijeron, 'aquí está el dinero, pero queremos que tu participación permenezca en secreto'. Sin embargo, quiero que todo seatransparente. Para ser sincero, hacer la cirugía en un lugar secreto no es santo de mi devoción”. Ahora bien, reconoce que su último objetivo, al igual que el de los millonarios interesados no es otro que alcanzar la inmortalidad.
La operación del que ha sido bautizado ya como Doctor Frankestein, no es el único proyecto para burlar el envejecimiento que parece sacado de un relato de ciencia ficción. El magnate ruso Dmitry Itskov planea crear un ciborg que albergue la conciencia humana tras la muerte y permita vivir a los hombres sin las ataduras del cuerpo. Está convencido de que “es posible y necesario eliminar el envejecimiento o incluso la muerte”, así como “superar los límites establecidos actualmente por las restricciones del cuerpo físico”.
Así lo cree también Thiel. A pies juntillas. “Creo que la evolución es un verdadero logro de la naturaleza”, aseguraba en una entrevista con The Washington Post. “Pero nuestra sociedad debería tratar de escapar de ella o trascenderla”.
Larry Ellison, fundador de Oracle, ha donado más de 430 millones de dólares a la investigación para retrasar el envejecimiento. Su intención, sencillamente, es burlar su propia muerte. Para él, como reconoció a su biógrafo, Mike Wilson,fallecer no tiene sentido. Y cree sinceramente que es algo que puede evitarse.
El transhumanismo como objetivo vital
Otro de estos nuevos visionarios es Bill Maris, jefe de Google Ventures, la empresa de capital riesgo del gigante de la tecnología. Este joven directivo recibe 425 millones de dólares al año para invertirlos en el proyecto que desee. Y tiene claro dónde colocar el dinero.
“Si me preguntas si es posible vivir hasta los 500 años la respuesta es sí”, asegura el directivo, neurólogo de formación, en una reveladora entrevista que protagonizó la portada de la revista Bloomberg Markets del pasado mes.
Hasta la fecha, Google Ventures ha financiado a conocidas startups del Valle del Ssilicio como Uber, Nest o Cloudera, pero en 2014 Maris cambió por completo el objeto de sus inversiones. En 2013, la financiación de compañías relacionadas con el campo de la salud copó el 6% del presupuesto, el pasado año este porcentaje se elevó al 36% y, por lo que cuenta Maris, en 2015 se invertirá más dinero que nunca en este campo.
El libro de cabecera de este joven emprendedor es La singularidad está cerca: cuando los humanos transcendamos la biología (Lola Books), la obra cumbre de Raymond Kurzweill, eminente futurista, padrino de la Singularity University, y reconocido transhumanista, la filosofía vital que alumbra a todos estos nuevos filántropos
En La singularidad está cerca, Kurzweill asegura que, en torno a 2045, la capacidad de los ordenadores superará a la de los humanos, y la única forma que tendremos para superar este momento crítico –tantas veces abordado por la ciencia ficción– pasa por transformar nuestra biología para mejorar la especie.
Para Kurzweill, y todos los millonarios visionarios que apoyan (invirtiendo muchísimo dinero) sus teorías, el avance tecnológico mejorará las capacidades humanas, tanto a nivel físico como psicológico o intelectual, lo que hará que, con el tiempo, surja un nuevo tipo de ser humano, con extensas capacidades: más listo, más guapo y con una esperanza de vida muchísimo mayor.
“Actualmente, las ciencias de la vida cuentan con las herramientas para alcanzar cualquier cosa que tengamos la audacia de imaginar”
A la mayoría de los mortales todo esto les suena a pura ficción, pero Maris que, recordemos de nuevo, es el encargado de elegir los proyectos en los que Google va a invertir su dinero, es un convencido transhumanista, y ellos no se creen simples mortales. En su opinión, los avances en biología sintética y neurociencia “nos liberarán de nuestras limitaciones”. Y ha llegado el momento de poner toda la carne en el asador. Su trabajo está claro: encontrar las compañías que van a cambiar el mundo e invertir en ellas.
“Actualmente, las ciencias de la vida cuentan con las herramientas para alcanzar cualquier cosa que tengamos la audacia de imaginar”, asegura sin tapujos. “Sólo espero vivir lo suficiente para no morir”.
¿Promesa de futuro o futura burbuja?
Una de las startup estrella de la cartera de inversiones de Google Ventures es Foundation Medicine, una compañía que usa datos genéticos para elaborar herramientas que sirvan para diagnosticar el cáncer. En enero, la farmacéuticaRoche anunció su intención de adquirir una participación mayoritaria en la compañía, en una operación de más de 1.000 millones de dólares. El valor de las acciones de la empresa –cuyo 4% pertenece a Google Ventures– se dobló de un día para otro.
En 2011, cuando Maris invirtió en la compañía, su propuesta era puramente teórica. Sí, contaba con el apoyo de Eric Lander, una de las figuras detrás del Proyecto Genoma Humano, pero no tenían ningún producto comercialmente viable. Hoy venden dos productos: por un lado test genómicos, por otro una especie de Google para oncólogos –Interactive Cancer Explorer–, gracias al cual se puede buscar la última información clínica y científica para encontrar la mejor vía terapéutica para cada paciente.
No parece nada especialmente revolucionario, pero para Maris esta es la línea a seguir, y está convencido de que estas compañías empezarán a generar enormes beneficios más pronto que tarde.
“En 20 años, la quimioterapia parecerá tan primitiva como usar el telégrafo”
“Hace 20 años, sin la genómica, sólo podías tratar el cáncer con veneno”, explica el jefe de Google Ventures. “Esto es muy diferente a poder curar el cáncer haciendo ingeniería inversa sobre una célula madre. Hoy en día puedes invertir de verdad en una compañía que podrá curar el cáncer. En 20 años, la quimioterapia parecerá tan primitiva como usar el telégrafo”.
El problema, claro está, es que cada vez hay más compañías biotecnológicas, que prometen el oro y el moro, pero sólo tras reunir enormes cantidades de dinero y emplear muchísimo tiempo. Son empresas que requieren financiaciones millonarias, acuerdos con grandes compañías farmacéuticas y ensayos clínicos que duran años. Se trata, desde luego, de inversiones de riesgo. Pero ¿quién dijo miedo?
“Hay un montón de multimillonarios en Silicon Valley, pero al final estamos todos centrándonos en lo mismo”, asegura Maris. “Si te dieran la oportunidad de elegir ganar mucho dinero o encontrar una manera de que la gente viva más ¿qué elegirías? No queremos ganar una partida, estamos tratando de ganar el juego. Y es mejor vivir que morir”.
El egoísmo del nuevo filántropo
Aunque muchos de estos nuevos empresarios citan a Bill Gates como una inspiración –no en vano ha sido el primer gran líder de Sillicon Valley–, la forma en la que entienden la filantropía es bien distinta. Como sugiere Ariana Eunjungen un interesante reportaje en The Washington Post, mientras el fundador de Microsoft ha centrado sus esfuerzos en mejorar las condiciones sanitarias –sobre todo de niños y madres– en los países en desarrollo, sus jóvenes sucesores se están centrando en todo lo contrario: mejorar el final de la vida para los habitantes (ricos) de los países desarrollados.
El propio Gates se ha mostrado receloso hacia esta nueva fiebreantienvejecimiento. En una entrevista con los usuarios del portal Redditaseguró que le parecía “bastante egocéntrico que las personas ricas financien iniciativas para poder vivir más mientras sigue habiendo malaria y tuberculosis”.
Hasta hace poco, la mayoría de filántropos donaba su dinero a hospitales y universidades, donde se realiza la investigación básica. Los nuevos ricos de hoy en día prefieren financiar empresas, controlar qué se está desarrollando y obtener resultados cuanto antes.
“Hacer que la ciencia progrese muy rápido no significa que lo haga mejor”
En muchos casos sus objetivos son absolutamente individualistas. Sean Parker, cofundador de Napster, sufre una severa alergia alimentaria y tiene familiares con otras enfermedades autoinmunes. Es por ello que ha donado millones de dólares para que avance la investigación en estos campos.
Entre los científicos este nuevo enfoque de la filantropía tiene sus defensores –pues aporta una enorme cantidad de dinero a los proyectos de investigación–, pero también sus detractores. Y es que buscar sólo resultados inmediatos tiene un gran inconveniente. “La ciencia es un conjunto de conocimientos y puede llevar mucho tiempo encontrar resultados”, explica en el reportaje del WPLaurie Zoloth, profesora de bioética de la Northwestern University. “En ocasiones no conocemos las respuestas en generaciones. Hacer que la ciencia progrese muy rápido no significa que lo haga mejor, a no ser que seas un filántropo envejecido y necesites respuestas antes de morir”.
Otros científicos son aún más duros. Preston Estep, director de gerontología de la Escuela de Medicina de Harvard cree que muchos de estos filántropos están financiando proyectos de pura pseudociencia, que se basan más en la imaginación que en la investigación sólida, y que ningún científico se toma en serio.
Y no hay nada malo en confiar en la imaginación, siempre que no se gasten los recursos con los que cuenta la humanidad en proyectos inservibles. “Es muy excitante y maravilloso ser parte de una especie que sueña a lo grande”, comenta Zoloth. “Pero también quiero ser parte de una especie que cuida de los pobres y los moribundos y me preocupa que pongamos toda nuestra atención en un futuro brillante que es sólo una fantasía y no en el mundo en que vivimos”.
MIGUEL AYUSO 24.04.2015 – 05:00 H.
http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2015-04-24/la-inmortalidad-es-el-sueno-de-los-nuevos-filantropos_725677/
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