ILUSTRACIÓN: AKIRANT
Los gurús de la prensa online que están permanentemente a punto de descubrir el nuevo paradigma de internet no aceptan que les paguen en bitcoins o en otras criptomonedas. Sólo admiten dólares, euros, libras esterlinas, francos suizos o similares. Y, tras dos décadas escuchándoles -y contratándoles-, las empresas de medios de comunicación de EEUU han decidido hacer lo que esos gurús hacen, no lo que dicen. En otras palabras: cobrar. En este caso, por los contenidos online. Porque clics no es sinónimo de dinero.
Es una decisión que algunos ven como resultado de la desesperación en un mercado publicitario en el que más de la mitad de los ingresos se los lleva el duopolio de Google y Facebook y en el que, entre los 10 mayores receptores de publicidad online, según la lista de la consultora eMarketer, sólo hay una empresa con una división de contenidos significativa: Oath, que es el resultado de la combinación de las antiguas Yahoo y America Online (AOL) llevada a cabo por la mayor telefónica del mundo, la estadounidense Verizon.
Pero, sea por la razón que sea, las tendencia parece imparable. La mayor parte de la prensa de prestigio está haciéndose de pago en internet. Incluso la cadena de televisión CNN ha llegado a barajar esa posibilidad. Entretanto, los medios militantes siguen siendo en abierto (una manera elegante de decir gratis), y no parecen tener interés en cambiar. Así, las webs de ultraderecha Breitbart, Infowars, o Newsmax, o sus equivalentes al otro lado del espectro político, como Democracy Now!, siguen sin cobrar por sus contenidos.
Es una dinámica que puede desequilibrar todavía más el panorama informativo estadounidense, con los medios que siguen haciendo periodismo -de centroizquierda, como The New York Times, o de centroderecha, como The Wall Street Journal- cobrando y, por tanto, con una audiencia mucho menor, mientras que los militantes (una palabra que frecuentemente es sinónimo de propagandistas) alcanzan a muchas más personas al continuar siendo gratis. Al margen del impacto, el todo gratis en internet se está acabando.
El ejemplo más claro llegó el 26 de mayo. Ese día, The Washington Post creó un doble sistema de suscripción. Para los lectores que entren desde EEUU, el precio es de 6 dólares (5 euros con 16 céntimos) cada cuatro semanas, o 60 dólares (51 dólares con 60 céntimos) si la suscripción es anual. Los suscriptores en Europa pagan exactamente el 50% más: 9 y 90 dólares.
Para entender el porqué de la diferencia, basta con ir a la web del periódico, donde la segunda de esas opciones es anunciada como suscripción premium de la UE. Es idéntica a la suscripción básica de EEUU, salvo en una cosa: no tiene "anuncios en la web ni seguimiento (tracking) publicitario por terceras partes".
En otras palabras: la razón del precio extra es el Reglamento General de Protección de Datos de la UE, que entró en vigor el 25 de mayo y que obliga a las empresas online a pedir autorización a los usuarios acerca de qué información de estos pueden compartir con terceros en internet. Si The Washington Post no puede usar la información de sus lectores, les cobra un extra. Por algo el dueño del diario es Jeff Bezos, el empresario más rico del mundo, fundador, dueño, y máximo directivo del gigante de internet Amazon.
Aunque Bezos no está solo en ese intento de monetizar al lector. A sus 87 años, Rupert Murdoch dirige el día a día de News Corp., la propietaria de The Wall Street Journal, cuya app distingue si el usuario ha entrado en ella desde un teléfono iOS (o sea, un iPhone), o un Android (prácticamente todos los demás) y, en función de ello, decide qué noticias le muestra gratis. No es una distinción banal, porque quien se gasta hasta 1.000 euros en un iPhone tiende a tener más dinero que el que tiene un Android.
Si los usuarios de internet no quieren ser mercancía, van a tener que pagar. Es lo que llevan pidiendo desde hace años, cada vez que se han rasgado las vestiduras al descubrir lo que Facebook hacía con la información. La propia Facebook ha lanzado la idea de un servicio premium de esa red social, en el que el usuario pague a cambio de no recibir publicidad, aunque no parece que la empresa se tome esa posibilidad muy seriamente.
La tendencia a cobrar va más allá de los medios, y abarca cada día más webs de contenidos. El modelo de los periódicos y revistas es Netflix, Amazon Prime, iTunes, Spotify, Apple Music, Hulu, o YouTube Music. En 2019, Disney lanzará su propia web de contenidos. Comcast (NBC, Universal y, pronto, Sky) también tiene la suya. En marzo, Apple compró la web de revistas Texture, que, por 9,99 dólares (8,59 euros) mensuales, da acceso a más de 200 revistas. El plan de la empresa más valiosa del mundo parece ser integrar Texture en su propio servicio de noticias, Apple News, y crear "un Netflix de las noticias".
REUTERS
Facebook ha cambiado su algoritmo para dar prioridad a los contenidos compartidos entre usuarios, en detrimento de los medios. Pero incluso antes de ese cambio, había una tendencia clara en favor del freemium, un juego de palabras entre free (gratis) y premium, con el que se permite el visionado de un cierto número de noticias antes de exigir el pago.
La marcha en dirección al freemium parece ahora imparable. Desde el 2 de mayo, el gigante de la información financiera Bloomberg sólo permite el acceso gratis a 10 noticias al mes más 30 minutos diarios de su televisión online. A partir de ahí, hay que pagar 34,99 dólares al mes (30 euros y 9 céntimos) por una suscripción básica, que aumenta en 5 dólares si se incluye la edición online del semanario Business Week.
Una semana antes, otra revista, Vanity Fair, dejaba de ser gratis online para cobrar una suscripción de 19,99 dólares anuales (17,19 euros) a todo aquél que quiera leer más de cuatro artículos al mes. El 1 de febrero, Wired, centrado en tecnología, pasaba a cobrar 9,99 dólares (8,15 euros) anuales. No en balde, el nuevo director del mensual es Nick Thompson, que durante siete años dirigió newyorker.com, la versión online -y de pago- de ese semanario. El mayor rival de The New Yorker, The Atlantic, propiedad desde hace 10 meses de la viuda de Steve Jobs, lanzó su freemium en enero.
Los nativos digitales también van en esa línea. La web financiera Business Insider, nacida en 2009 en Nueva York y por la que el grupo alemán Springer pagó 309 millones de euros en 2015, lanzó en noviembre BI Prime, su producto de pago, por 9,95 dólares mensuales (8,56 euros), o 99 anuales (85 euros). Hasta entonces, Business Insider se había financiado por publicidad, los datos de sus lectores, y la venta de informes mediante otro sitio de pago, Business Insider Intelligence.
No sólo se cobra. También se restringe el acceso gratis del freemium. The New York Times redujo en diciembre de 10 a 5 el número de artículos gratuitos mensuales. Unos meses antes, The Boston Globe había recortado de 5 a 2 las informaciones gratis a las que permite acceso cada 45 días. The Washington Postse plantea acabar con su oferta gratuita para universitarios.
La cuestión es si va a funcionar mejor el sistema de suscripción en un ecosistema mediático con tanta oferta como el actual, en el que los consumidores cada mes tienen que pagar más por acceder a sitios como Netflix, iCloud, o Amazon Prime, que ha subido el precio de su suscripción anual un 19%. El éxito de ediciones online de pago como las de The New York Times (2,5 millones de suscriptores) y The Wall Street Journal (1,5 millones) sólo se mantiene gracias a enormes inversiones en tecnología, y está por ver que pueda ser replicado en otros medios.
El hecho de que existan dudas sobre ese modelo es mayor si se considera que los estadounidenses tienen una enorme tradición de suscripción a la prensa, como muestra cualquier película clásica en la que aparecen los protagonistas encontrándose el periódico a la puerta de casa por la mañana, o un chico en bicicleta repartiéndolo. Hoy, la bicicleta es un satélite, y el felpudo de la puerta el teléfono móvil. Lo único que falta a la prensa es que la gente vuelva a pagar por eso, como en los viejos tiempos.
PABLO PARDO
Washington
10 JUN. 2018 03:05
http://www.elmundo.es/television/2018/06/10/5b1be21a46163fa3068b4640.html
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