viernes, 16 de octubre de 2020

Las capitales europeas aceleran el efecto aspiradora de la riqueza de sus países

 


Desde la crisis de 2008 en adelante la brecha se acentuó: mientras que la mayoría de capitales han resistido el resto de regiones han sufrido algún retroceso

El fenómeno de Madrid respecto a la España vaciada se repite en la mayor parte del continente: los centros absorben inversión y talento, y desposeen a la periferia


¿Qué tienen en común el humorista David Broncano, la escritora francesa Virginie Despentes y James Dyson, el hombre más rico del Reino Unido? Que todos ellos tuvieron que mudarse a la capital de sus respectivos países para convertirse en referentes.

Broncano dejó el pueblo jienense en el que se crió para ir a estudiar Madrid dónde posteriormente debutó como cómico. Despentes nació en Nancy y vivió en Lyon hasta marcharse a París donde se convirtió en una de las voces más reconocidas del feminismo moderno. Dyson nació en Norfolk pero se desarrolló profesionalmente en Londres donde creó un imperio empresarial tras haber estudiado diseño de interiores e ingeniería.

Las capitales europeas son los territorios más competitivos de sus países

Broncano, Despentes y Dyson. Madrid, París y Londres. En Europa, cada vez más, los modelos de éxito pasan por las capitales, que concentran la gran mayoría de instituciones del estado y funcionan como polos de atracción de inversión, innovación, infraestructuras, educación y talento.

Y, como consecuencia, desposeen también al resto de territorio de este tipo de activos. Desde la crisis de 2008 en adelante esta brecha se acentuó: mientras que la mayoría de capitales han resistido, el resto de regiones han sufrido algún retroceso. La dinámica de la capital respecto a la España vacía no es pues una anomalía dentro del conjunto europeo.

Es lo que revela último Índice Regional de Competitividad (IRC) que evalúa con más de 70 indicadores la capacidad de una región para ofrecer un entorno atractivo y sostenible para que las empresas y residentes vivan y trabajen: en la gran mayoría de países europeos las capitales siguen registrando el mejor índice de competitividad.

Ya en la primera edición del IRC de 2010 –elaborado con datos anteriores a 2008– se observaba una brecha notable en la relación entre capital y provincias, sin embargo la crisis económica y su posterior recuperación ha mantenido o, en los casos más graves, incrementado la distancia.

La excepción a la dinámica general europea son Italia, Alemania y Países Bajos

Hay sólo tres países en Europa que se salen de este patrón: Italia, donde Lombardía actúa como motor económico del país; Alemania, donde el legado del muro de Berlín –sumado una estructura de Estado Federal– ha desplazado ese poder a regiones como Oberbayern (Múnich) o Frankfurt; y los Países Bajos, donde Utrecht siempre ha sido la región más competitiva, aunque a muy poca distancia de Ámsterdam.

Al margen de estas tres excepciones, el resto de capitales europeas siguen este mismo modelo de capitalidad respecto a sus provincias. Los datos del peso de la región de la capital en el conjunto del Producto Interior Bruto del país permiten aproximarse a esa brecha en un período anterior el 2010, cuando todavía no se elaboraba el IRC.

En el año 2000, la región de la Isla de Francia (París) atesoraba el 28,2% del Producto Interior Bruto de Francia. Tras viente años y una crisis económica ha crecido dos puntos porcentuales al pasar a representar el 30%. Lo mismo ocurre en Reino Unido y Suecia, cuyas capitales han sumado tres y dos puntos respectivamente desde principios de siglo.

El caso de España es muy parecido a los tres anteriores: la Comunidad de Madrid ha sumado 1,5 puntos porcentuales al pasar de 17,7% en el año 2000 a 19,3 en la actualidad. En cambio, Catalunya, que era la comunidad que más aportaba al PIB hace 20 años con un 18,9%, mantiene en la actualidad el mismo porcentaje.

En España esta tendencia se origina a mediados de los años 90, que es cuando empieza el proceso de crecimiento económico fuerte, en parte basado en un boom inmobiliario. En ese momento Madrid crece más rápido que los demás territorios y la brecha sigue abriéndose durante la crisis y su posterior recuperación: la capital recae menos y se recupera más pronto .

Para Francisco Pérez, Catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia y Director del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), esta realidad viene condicionada por la congregación de todo sector público en Madrid y la forma en que esta ejerce su autonomía tributaria.

Las empresas con sede en Madrid reciben el 59% de los contratos públicos estatales y un 64% de su importe

“En el sector público central se toman decisiones que influyen al privado y las políticas fiscales de la Región tienen un efecto directo sobre todo el territorio nacional”, explica Pérez en una entrevista telefónica para La Vanguardia.

El vivo ejemplo de esta situación es la contratación pública: el sector público estatal ubicado en Madrid – un 80% de todo el sector– adjudica del 59% del volumen de contratos a empresas cuya sede social reside en Madrid. Este porcentaje se eleva al 64 % en términos de importe adjudicado, lo que refleja que los grandes contratos se gestionan desde Madrid aunque se ejecuten en otras.

Este dato –resultado del análisis de 109.422 licitaciones del sector público estatal desde 2012 hasta 2019 que recoge el Informe “ Madrid: capitalidad, economía del conocimiento y competencia Fiscal ” elaborado por el IVIE– evidencia el sesgo territorial a escala nacional: el territorio de referencia debería ser todo el Estado y no sólo Madrid. Además, esto opera como un mecanismo que atrae los centros decisivos hacia Madrid: se genera un círculo virtuoso para Madrid pero vicioso para el resto de territorios.

El incremento de notoriedad que ha experimentado Madrid en los últimos treinta años también tiene mucho que ver con la modernización de la estructura económica que ha sufrido la capital. “Madrid genera riqueza porque, además de reunir el 80% del sector público del Estado, concentra los sectores terciarios más avanzados como el sector financiero, es el kilómetro cero de la red de infraestructuras y comunicaciones del Estado”, detalla Pérez.

Madrid se ha convertido en un centro para los sectores terciarios más avanzados

Mientras que a Madrid, por la suma de factores mencionados anteriormente, el proceso de terciarización avanzada le ha ido muy bien, la industria catalana ha perdido notoriedad a nivel internacional al verse abocada a enfrentarse a una competencia cada vez más globalizada.

Así lo sostiene Josep Oliver, catedrático de Economía Aplicada de la Universitat de Barcelona, que señala que el efecto globalización sumado a la acumulación de recursos por parte de Madrid y al clima de inestabilidad generado por el proceso de independencia han tenido un efecto nocivo sobre el tejido industrial que se agrupa alrededor de Barcelona.

Por otra parte Joan Ramon Rovira, jefe del Gabinete de Estudios Económicos de la Cambra de Comerç de Barcelona, considera que las cifras de representación del PIB tienen no se deben a una bajada real de la productividad catalana sino a un incremento del tejido económico de la capital. “La concentración de poderes públicos y privados en Madrid actúa también como centro de atracción para perfiles altamente cualificados y talentos”.

Las consecuencias de este tipo de políticas son las que convierten Madrid, Paris o Londres en lo que hoy representan: un conglomerado de actividad tanto pública como privada que atrae el empleo más cualificado en un solo lugar. Frente esta tesitura, no es de extrañar que las carreras profesionales de Broncano como Despentes y Dyson tuvieran su punto de inflexión las capitales de sus respectivos países.

La concentración de actividad pública y privada atrae también el empleo más cualificado y rentas más altas

Una alta demanda de trabajos ligados al conocimiento –altos funcionarios, investigadores y directivos, entre muchos otros perfiles– también implican rentas más altas. En 1955 la Comunidad de Madrid ocupaba la segunda posición en renta por habitante tras el País Vasco, mientras que en la actualidad es la primera de todas las comunidades españolas. Lo mismo ocurre con París, Londres y Lisboa que baten los récords de renta per cápita de sus propios países.

Esta polarización también tiene consecuencias: por un lado, se produce en la misma capital un encarecimiento del suelo y una saturación del mercado de la vivienda que eleva muy por encima de la media estatal el importe medio de alquiler y venta. En Madrid el precio medio del alquiler del metro cuadrado es un 30% más caro que el de la media nacional, un incremento muy similar a la que se produce en París y Londres.

Por otro, la falta sostenida de políticas compensatorias también genera desigualdad para el resto de territorios del estado. Desde el IVIE, Francisco Pérez denuncia que en las últimas décadas no ha habido una convergencia regional que permita la corrección de desigualdades porque Madrid, junto a las comunidades forales, siguen teniendo ventajas fiscales respecto al resto de comunidades.

En este sentido, la red de comunicación y transportes es a la vez causa y consecuencia de estas circunstancias. Josep Vicent Boira i Maiques, profesor de Geografía en la Universitat de Valencia y Secretario de Vivienda y Obras Públicas de la Generalitat Valenciana señala el papel que juega los sistemas de transportes en la concentración de la innovación en un solo territorio.

Alemania ha promovido un sistema de distribución de la actividad económica y financiera en diferentes centros

“Madrid concentra un hub aeroportuario, y un sistema de trenes de alta velocidad radial que favorece la acumulación y la concentración en la capital”, explica Boira. En cambio, destaca que en Alemania tienen un sistema de transporte en red que permite que la innovación se reparta en diferentes puntos del territorio.

Tanto Francisco Pérez como Vicent Boira destacan el ejemplo de Alemania como un país dónde se apuesta por una distribución de la actividad económica y financiera en diferentes centros. Empezando por una desconcentración geográfica de las instituciones federales no sólo en las cuatro más importantes –Berlín, Múnich, Frankfurt y Bon– sino también en otras ciudades de las dieciséis entidades territoriales que conforman el Estado federal.

De hecho, según el Índice Regional de Competitividad, Alemania es una de las regiones que tiene menor diferencia entre los diferentes territorios. Este tipo de políticas tiene un efecto directo sobre el empleo público pero también sobre el sector privado del área receptora ya que permite promover el potencial de desarrollo económico y enriquecer con ocupaciones cualificadas la estructura de empleo de otros territorios.

Más distribución de la riqueza significa también menos desigualdad tanto dentro como fuera de los centros económicos y un modelo de estado en el que es posible que el capital cultural y económico que generan personas como Broncano, Despentes y Dyson también se reparta en diferentes puntos del territorio.