domingo, 25 de octubre de 2020

El salto al vacío de los toques de queda: la ciencia tiene muchas dudas de su utilidad

 

Una terraza de la céntrica plaza Universidad de Barcelona permanece cerrada este lunes. (EFE)

A falta de evidencias científicas ante una situación inédita, los expertos analizan la efectividad del primer confinamiento domiciliario y alertan de la necesidad de cortar los contactos sociales


Parece inminente. La siguiente baza en la lucha contra esta segunda ola del covid, que amenaza con convertirse de nuevo en tsunami, será el toque de queda. Aunque el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, formado por el Gobierno y las comunidades autónomas, acabó este jueves aprobando un plan que de momento no incluye esta restricción, la mayoría de los mandatarios autonómicos y el Ministerio de Sanidad están de acuerdo en aplicarla en cuanto se concreten los detalles y haya un mecanismo jurídico para hacerlo. Así que, más pronto que tarde, tendremos que estar recluidos en casa por las noches.

La medida que se plantea ahora para España aflora por gran parte de Europa, con distintos horarios y acompañada de restricciones variadas en Bélgica, Eslovenia, las principales ciudades de Francia y las regiones italianas de Lombardía y Campania. En todos los casos, la idea pasa por un confinamiento nocturno que solo se puede saltar por causa justificada: motivos laborales, de salud o emergencias.

Algunos países ya probaron los toques de queda nocturnos en la primera ola del covid, por ejemplo, Tailandia, Emiratos Árabes Unidos o Kenia, pero es difícil evaluar el resultado, ya que estas medidas convivían con otras restricciones, además de que los contextos sociales y culturales eran muy distintos. En el caso de la India, se implantó en verano ante el descontrol de los casos y con medidas más fuertes para los fines de semana, pero con el escepticismo de los expertos, que no consideraban que pudiera tener un impacto directo en la cadena de transmisión.

Ambiente de las calles de Barcelona este lunes. (EFE)

El Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) publicó el pasado 24 de septiembre una guía de posibles intervenciones que incluía el toque de queda, realizando un análisis sobre las evidencias de su efectividad. Uno de los estudios que cita compara el efecto de diversas medidas en 41 países entre enero y mayo, llegando a la conclusión de que recluirse en casa reduce el número de reproducción (R0, que mide cuántas personas se contagian a partir de un caso) en un 18%, una cifra pequeña en comparación con otras medidas duras, como cerrar negocios de alto riesgo (40%). Los autores concluyen que muchos países podrían haber bajado de 1 su R0 (lo que implica bajar la curva de contagios) incluso prescindiendo de la orden de permanecer en casa.

Otro estudio citado por el ECDC recoge datos de 130 países y llega a la conclusión de que las restricciones domiciliarias tienen un valor añadido limitado como complemento a otras medidas de distanciamiento físico. No obstante, hay que tener en cuenta que se trata de estudios preliminares no revisados por expertos y que no se ciñen a la situación actual, sino a confinamientos de características muy variadas en la primera fase de la pandemia. Desde un punto de vista científico, es complejo aislar el efecto de cada restricción cuando se están aplicando diversas medidas a la vez y con variables que no se pueden controlar.

Aun así, para Ildefonso Hernández, catedrático de Salud Pública de la Universidad Miguel Hernández de Elche, las evidencias recogidas por el ECDC indican que “una vez que se han restringido los negocios de más riesgo, sobre todo los de hostelería y alguno más, como los gimnasios”, una medida como el toque de queda “no añade mucha efectividad”. No obstante, concede que ese beneficio extra de restringir los movimientos ciudadanos en horas concretas podría llegar a incrementar dicha efectividad un 15% o un 20% y, por lo tanto, “puede ser determinante para bajar la curva”.

En su opinión, las medidas deben “mantener un equilibrio”, pero en este caso duda de los fundamentos que justifican una acción tan restrictiva con las libertades. “Me pregunto si el motivo de plantearlo es porque hay gente que incumple algunas medidas y si está cuantificado su efecto”, comenta. “Lo digo porque a veces estas medidas generales acaban sufriéndolas quienes no tienen que ver con la cuestión, personas que tienen que trabajar en horarios difíciles a las que para la policía”, añade.

Un paciente con covid-19 recibe atención médica este martes en el área Etterbeek-Ixelles del Iris Sud Hospitals de Bruselas, Bélgica. (EFE)

“En teoría, han detectado que hay una parte del ocio que, cuando cierran los establecimientos, busca alternativas en la calle o en domicilios particulares. Lo que pasa es que no sabemos si esto tiene una gran magnitud o si todo se reduce a impresiones. Habría que saber en qué medida contribuye esto a la transmisión para saber si es proporcional. Hacer esto sin haber cerrado antes los establecimientos de riesgo suena un poco raro”, señala Hernández.

Argumentos a favor

En cualquier caso, los expertos coinciden en que el toque de queda apunta hacia los aspectos que han estado en el ojo del huracán en las últimas semanas, como el comportamiento de los jóvenes y el ocio nocturno, tanto en establecimientos hosteleros como en botellones o reuniones privadas. La polémica se ha centrado incluso en ciudades universitarias, como Salamanca y Granada, donde se han aprobado algunas de las medidas más restrictivas. De hecho, la ciudad andaluza es la primera en sufrir el toque de queda. ¿Los datos confirman que el foco del problema está ahí?

El Instituto de Salud Carlos III agrupa los datos actuales en una serie que comienza en mayo, dejando atrás la primera ola. Desde entonces, los jóvenes de entre 15 y 29 años son la franja de edad que acumula más positivos por covid con mucha diferencia, casi 150.000 casos según el informe del 14 de octubre, más del 22% del total. “Esta enfermedad se está extendiendo entre los jóvenes, pero al final llega a los mayores, que la sufren en mayor medida, así que esta medida puede contribuir a reducir las cadenas de transmisión y proteger a la población más vulnerable”, afirma el epidemiólogo Ignacio Rosell, uno de los asesores técnicos de la Junta de Castilla y León. No obstante, “aquí tenemos a una persona de 19 años en la UCI”, avisa.

Sanitarios del SUMMA (Madrid) trasladan a un paciente de covid al Hospital 12 de Octubre. (Reuters)

Por otra parte, el informe del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias que analiza los brotes en España muestra que se producen sobre todo en el ámbito social (31%), por delante del familiar (18%) y del laboral (13%). Ese ámbito social incluye numerosos factores, como locales de ocio y restauración, pero las reuniones familiares y de amigos se llevan la palma, acumulando la inmensa mayoría de los casos.

A partir de esos datos, el sector de la hostelería ha reclamado su inocencia, defendiendo que en bares y restaurantes solo se produce un 3,5% de los contagios. Sin embargo, los expertos creen que es una cifra engañosa porque es mucho más difícil identificar los contactos en estos establecimientos que en otros escenarios, sobre todo teniendo en cuenta el importante papel que parece tener la transmisión aérea en interiores. “Estamos hablando solo de los brotes identificados, que son una parte pequeña del total”, afirma Rosell. Además, “la trazabilidad es más fácil en los encuentros familiares, porque todo el mundo recuerda con quién ha estado, mientras que en un bar no lo sabe; es un aspecto que se está minusvalorando”, asegura.

Este especialista en salud pública considera que una de las principales virtudes del toque de queda es que “se puede controlar bien, no es una medida compleja como el aforo de los bares, que al final no sabes si están al 50% o al 80%”. En ese sentido, será tan simple como comprobar si alguien que está en la calle a determinadas horas tiene algún tipo de salvoconducto o justificación. Asimismo, “reduce un momento de especial relajación, que son los horarios nocturnos, a diario en gran medida, pero especialmente los fines de semana”.

La medida “no es popular, ni agradable ni es la panacea”, reconoce, pero es difícil que mucha gente llegue a saltársela juntándose en entornos no controlados, puesto que, en todo caso, “se tienen que desplazar por la vía pública para llegar a cualquier sitio”. Por lo tanto, “me da la impresión de que puede ser relativamente efectiva en la situación en la que estamos, que es verdaderamente preocupante”.

Variables geográficas y horarias

El epidemiólogo Amós García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV), coincide en que “va a afectar a los ámbitos en los que se está produciendo el mayor volumen de contagios” y que es razonable esperar que disminuyan los contactos, lo que a su vez “debería tener un impacto sobre la evolución de la pandemia”.

Foto: Reuters.

Sin embargo, como jefe de la Sección de Epidemiología y Prevención de la Dirección General de Salud Pública del Gobierno canario, rechaza que la medida se deba aplicar por igual en todo el territorio. “No parece razonable que sea extensible a todo el país, sobre todo a quienes tenemos una distancia por mar tan grande y unas tasas bastante más bajas que las de otras comunidades”, comenta.

“Si lo que se busca es evitar las reuniones de personas, habrá zonas del país donde esto tiene más relevancia que otras”, coincide Ildefonso Hernández, pensando especialmente en zonas rurales y núcleos aislados con situaciones muy distintas a las de las ciudades y donde es probable que un confinamiento nocturno no aporte muchas soluciones.

Otra cuestión, en parte relacionada con las diferencias territoriales, es el baile de horarios que se viene manejando. Mientras que en Granada el toque de queda se ha establecido entre las 23:00 y las 6:00, el Ministerio pensaba en las 22:00 como hora de inicio y la Comunidad Valenciana, que propone la medida hasta el 9 de diciembre, piensa en la medianoche. “El virus no entiende de costumbres, poner un toque de queda a las 12 de la noche no tiene mucho sentido”, comenta Rosell.

“Habrá que valorarlo de manera muy exquisita”, apunta García Rojas, ya que no existe ningún manual que diga cómo actuar ante una situación inédita. “Estamos conviviendo con una pandemia en el siglo XXI y no hay experiencia en esta medida ni en ninguna otra”, apunta. No obstante, tiene varias cosas claras: que una restricción de este tipo tiene que venir acompañada de otras medidas, que la rapidez ha sido esencial en el éxito de las que se han tomado hasta ahora y que la decisión que se tome debe venir acompañada del consenso. “La bronca política es el enemigo número uno contra la pandemia porque genera una falta de adherencia a las medidas entre los ciudadanos; en otros países, ha habido un respaldo claro a las decisiones”, destaca.



AUTOR
JOSÉ PICHEL     23/10/2020